DE NIÑA PRODIGIO A ABUELA

La tómbola de Marisol

Tres décadas después de retirarse voluntariamente de los focos, la cantante y actriz vuelve a la palestra de la mano de su benjamina, que ha iniciado un proyecto de 'crowdfunding' para financiar un homenaje.

Celia Flores, en Málaga, durante la entrevista con EL PERIÓDICO DE CATALUNYA.

Celia Flores, en Málaga, durante la entrevista con EL PERIÓDICO DE CATALUNYA.

JULIA CAMACHO

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Para ella es solo su madre, una entregada abuela que vive una vida normal alejada de cualquier foco. Para el resto del mundo es Pepa Flores, o mejor dicho, Marisol, la chiquilla que con apenas 10 años revolucionó los cines españoles cantando eso de que «la vida es una tómbola». Treinta años después de que la artista, todo un mito sexual en los años 70, decidiera retirarse de la vida artística y convertirse en una simple ama de casa en su Málaga natal, la pequeña de sus hijas, Celia Flores, ha decidido reivindicarla con un disco homenaje donde versionará los éxitos más conocidos de la cantante, desde su época infantil a la etapa más madura.

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El proyecto, que cuenta con el visto bueno de la artista, supone traer a Pepa Flores de vuelta al foco de la prensa. Aunque su hija cree que no romperá el silencio que la envuelve desde hace décadas. «No le incomoda porque es todo tan sano y natural que cuando explico que no la voy a implicar para que nadie perturbe su paz, todo el mundo lo valora y lo respeta», subraya. «Ella va a seguir en su vida cotidiana normal y no quiero ni que grabe conmigo ni que aparezca en ningún sitio, la implicaré cuando vaya y le diga: 'ayúdame, ¿este estribillo cómo lo hago?'».

RETIRO VOLUNTARIO

El mutismo que Celia asegura mantendrá su madre no es nuevo. De hecho, la artista, que ya ha cumplido los 68 años, ni siquiera apareció a recoger en febrero la Medalla de Honor del Círculo de Escritores Cinematográficos. Tampoco se la ve con su primogénita, la actriz María Esteve, en el Festival de Málaga o en los conciertos de Celia. La única vez que rompió esta regla fue en 2012 con motivo de una exposición de fotografía de Esteve, donde acudió acompañada por su familia. Unas cuantas fotografías, apenas un saludo a la prensa y de vuelta a su ansiado anonimato.

Esa vida cotidiana de ama de casa que tiene por epicentro el paseo marítimo de Málaga, un ático frente a la playa de la Malagueta. Allí se refugió cuando, separada de Antonio Gades, se instaló con sus tres hijas en su ciudad natal. Su vida, dicen quienes la conocen, es la de cualquier jubilada, «que se lo ha merecido», matiza Celia Flores. Sus vecinos están acostumbrados a verla «como una más» haciendo sus compras en los comercios del barrio, caminando por la playa o paseando a sus perros, alguno de ellos recogido en la calle. Casi siempre protegida del mundo con unas gafas de sol que ocultan sus intensos ojos azules.

AL CUIDADO DE SUS NIETOS

Vive cerca de su madre, ya muy mayor y con dificultad de movimiento, y entregada al cuidado de sus dos nietos. Es buena cocinera, especialmente de guisos y paella, que prepara mientras tararea alguna canción junto a su pareja desde hace ya 30 años, Máximo Stecchiny. Once años menor que Pepa Flores, le conoció cuando éste trabajaba en el negocio familiar, una de las pizzerías italianas más afamadas de la ciudad a la que, todavía hoy, sigue llegando gente interesándose por si para allí Marisol. Junto a él rehizo el destrozado corazón que le dejó Gades.

En su feliz y deseada rutina también tiene un hueco la solidaridad. Pepa Flores colabora con varias oenegés como voluntaria, aunque solo acude de forma anónima a las sedes para echar una mano y nunca a los actos públicos. Y en verano, cuando el bullicio aumenta en la ciudad, la pareja se retira a la sierra.

LOS PAPARAZIS

Una tranquilidad que solo perturban algunos curiosos que, al reconocerla, le piden fotos o autógrafos, o los paparazis que todavía por su cumpleaños suelen apostarse ante su puerta. Atiende a todos amablemente, pero vuelve rápido a su discreta cotidianidad, en la que nadie la conoce como Marisol y para todos es Pepa, o Pepita.

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Aunque «no echa de menos para nada» su vida anterior, la música sigue presente en su vida, y más ahora a través del proyecto de Celia. «Está encantada, y en el fondo, aunque esté al margen de todo también le hace ilusión», confiesa su hija, «ver el cambio que hacemos de las canciones, me aconseja si enfoco la canción por un lado o por otro… Siempre le parece bien todo». Y, si acaso siente el gusanillo, «lo mata en casa rodeada de los suyos». Su pasión es el flamenco. «Ella decía que de pequeña solo quería estar con una sillita en un tablao cantando, no irse a ningún lado», comenta Celia.

16.000 EUROS

Parte de su discografía quedara ahora incluida en el disco y el espectáculo que recorrerá '20 años de Marisol a Pepa Flores', producido por Paco Ortega. Aspiran a recaudar mediante 'crowdfunding' 16.000 euros para cubrir parte de los gastos de grabación del disco, el montaje del espectáculo y de la edición de un documental que recoja el proceso (www.demarisolapepaflores.com). El sistema funcionará con recompensas en función de la aportación: desde la descarga del álbum y una colección de fotos de Celia Flores hasta discos firmados, entradas al concierto de presentación, visitas al estudio de grabación, actuaciones privadas o incluso un viaje a Cuba con la cantante.

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Los sufragadores también opinan sobre las canciones que se incluirán en el disco. Llama la atención, dice Celia, que la gente muestra igual interés por las canciones que aparecían en películas de Marisol, 'Corazón contento', 'Chiquitina' o 'Tómbola' como de una época más adulta, como 'Háblame del mar marinero', la única que tuvo claro desde el primer momento que tenía que estar «porque recuerdo a mi madre cantándola por la casa». También 'Galería de perpetuas', del disco del mismo nombre que la hija considera «el más revolucionario» de su carrera.

Con dos discos a sus espaldas, Celia dice que ahora ha llegado el momento de enfrentarse a las canciones de su madre. Eso sí, deja claro que «no se trata de imitar o calcar, sino de versionar temas maravillosos», aunque reconoce que tal vez, «con la implicación personal que tengo las voy a hacer con un cariño que no lo hará nadie».