LA HISTORIA DE UNA DE LAS FAMILIAS MÁS INFLUYENTES DE CATALUNYA

Los Güell: dos siglos vistos desde arriba

Indianos de fortuna, industriales vanguardistas, mecenas visionarios y burgueses ennoblecidos, los Güell han participado en la mayoría de los hitos de Barcelona, Catalunya y, a menudo, España, de los últimos 200 años.

Los Güell: dos siglos vistos desde arriba

Los Güell: dos siglos vistos desde arriba

ANDREU FARRÀS

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Uno de los cinco primeros occidentales que entraron en la tumba del faraón Tutankamón se llamaba Güell. Uno de los catalanes que leyeron delante del Rey de España el primer 'memorial de greuges' de la Catalunya contemporánea se llamaba Güell. Uno de los hombres más ricos de España durante la Segunda República y la guerra civil de 1936 también pertenecía a la familia Güell.

Güell se llamaba uno de los redactores de las Bases de Manresa. Güell se apellidaba uno de los ponentes del Estatuto de Sau y uno de los diputados de la comisión que redactó la Constitución española de 1978. El anfitrión de dos de los tres únicos encuentros estrictamente políticos que mantuvieron el general Francisco Franco Juan de Borbón, conde de Barcelona y legítimo heredero de la Corona borbónica, fue un Güell. Uno de los cofundadores del Cercle d'Economia se llamaba Güell. Dos de los presidentes del Círculo Ecuestre llevaban el apellido Güell. Cuatro Güell han sido concejales del Ayuntamiento de Barcelona, uno de los cuales fue alcalde de la ciudad.

MECENAS DE GAUDÍ

El más generoso mecenas de Gaudí se llamaba Güell. Igual que quien fundó la Colonia Güell y quien promovió la ciudad jardín del parque Güell. Un Güell ofreció el palacio de Pedralbes a la Corona española. Y llevaba ese apellido quien hizo construir el palacio Güell, cerca de la Rambla de Barcelona. Y quien hospedó a mosén Cinto Verdaguer en la finca Güell de Pedralbes. Güell fueron dos de los principales impulsores de las exposiciones universales de Barcelona de 1888 y 1929. Y había un Güell entre quienes fomentaron la apertura de la Via Laietana para intentar convertirla en el distrito financiero de Barcelona, al lado mismo del corazón político de la capital.

Sea porque las han cofundado o porque las han heredado tras las convenientes alianzas matrimoniales, los Güell han estado detrás -y al frente- de algunas de las empresas catalanas que han pasado a la posteridad con mayúsculas, como La Maquinista Terrestre y MarítimaAsland, la Compañía Trasatlántica, la Compañía de Tabacos de Filipinas y los bancos Hispano-Colonial y Atlántico.

Güell es uno de los apellidos que más leen en los rótulos y las guías los turistas que visitan ahora Barcelona, porque es la palabra que acompaña algunas de las principales atracciones arquitectónicas y culturales de la ciudad. Estos visitantes no saben gran cosa de los portadores de este apellido. Es un desconocimiento que, la verdad, seguramente tampoco les importa mucho. De hecho, comparten esta ignorancia con parte de los barceloneses de toda la vida y los de adopción antigua o reciente.

CONCIENCIA DE CLASE

Contar la historia de una de las familias que han sido más influyentes en Catalunya, y en ocasiones en España, a lo largo de los últimos dos siglos es el objeto de este libro. (...) Intenta contextualizar en su momento histórico la vida de sus integrantes más destacados y describe situaciones y anécdotas que pueden parecer propias de una novela histórica. Lo cierto, sin embargo, es que el lector se encuentra ante historias reales y con personajes de carne y hueso. Aunque algunos episodios del libro causen sorpresa, perplejidad, tristeza o hilaridad, son hechos ciertos o, cuando menos, declarados por los mismos protagonistas (...)

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Desafiando las pesimistas leyes establecidas en la famosa 'auca del senyor Esteve' sobre el destino de los padres, los hijos y los nietos de las familias emprendedoras, cinco generaciones de la dinastía Güell constituyen una demostración insólita de cómo puede llegar a perdurar durante dos siglos, aunque con desigual intensidad, la influencia social y la pujanza económica de un grupo unido por fuertes lazos de parentesco, con la tendencia a la endogamia característica de las élites y, por encima de todo, una clara conciencia de formar parte de una marca en la que, para su bien y el de sus descendientes más cercanos, no han podido traicionar ni fallar hasta nuestros días. Otros linajes familiares catalanas quizá han llegado mucho más arriba que los Güell, pero es difícil encontrar alguna que haya conseguido permanecer durante tanto tiempo en cotas sociales tan altas y con tan poco desgaste.

LOS GÜELL MÁS INVESTIGADOS

La prudencia, la discreción, la perseverancia, la clarividencia, la habilidad en las alianzas empresariales y matrimoniales, y la mesura en una ambición que ha preferido la persuasión antes de que el hundimiento del adversario político o el competidor empresarial son cualidades comunes de los seis ejemplares de Güell más investigados: Joan Güell Ferrer, al que si lo apodásemos como los antiguos reyes le añadiríamos el sobrenombre de el Sabio; Eusebi Güell Bacigalupi, el Magnífico; Joan Antoni Güell López, el Valiente; Eusebi Güell López, el Esteta; Juan Claudio Güell Churruca, el Madrileño, y Carlos Güell de Sentmenat, el Conciliador. Todos ellos, desde el primero hasta el último, han sido monárquicos hasta el tuétano; títulos de nobleza obligan. Y la mayoría, catalanistas convencidos y siempre preocupados por las dificultades y los obstáculos que desde mediados del siglo XIX han marcado las tormentosas relaciones de Catalunya-España (...)

Intrigas de palacio, espionaje, fiestas aristocráticas, tráfico de esclavos, clientelismo, caciquismo, persecuciones políticas y raciales, asesinatos, conspiraciones golpistas, traiciones, evasión de divisas, venganzas, ferias de vanidades, componendas, sacrificios. Seguir las vidas de los Güell a lo largo de los siglos XIX y XX es disponerse a contemplar la historia de Catalunya -y de España- desde arriba, desde los palacios y las casas de una dinastía de la alta burguesía que se suma a la revolución industrial desde el primer momento gracias a la acumulación de capital lograda en la aventura cubana y que desde entonces hasta bien entrado el siglo XXI quiso influir en la vida política y social de Catalunya y, cuando ha sido posible, de España. Las huelgas obreras, las colonias fabriles, el mecenazgo artístico, las inquietudes científicas. El desprecio de la Corona hacia Catalunya, la desconfianza decimonónica de los políticos del Madrid de la Restauración, la pérdida de Cuba y Filipinas, la admiración de la burguesía catalanista hacia Europa. Los Güell lo vivieron todo en primera fila. Como sufrieron la ruptura de España con la última guerra civil, que también fracturó el clan Güell.

GRANDES DE ESPAÑA

Fueron anfitriones de los Reyes en su mansión de Comillas, en los palacios Moja y Güell y en la torre Castanyer de Barcelona. Ellos podían entrar en las residencias ocupadas por los monarcas sin pedir permiso, porque eran grandes de España. Y, al mismo tiempo, financiaban la Liga Regionalista, promovían el asociacionismo del empresariado proteccionista y financiaron a Primo de Rivera para que diera el golpe de Estado. El pistolerismo, la República, la guerra civil, las amenazas de muerte, las huidas al extranjero. En diferentes épocas, cuando Barcelona se transformaba en aquella Rosa de Fuego que deslumbraba a los poetas anarquistas, más de un Güell tuvo que huir de una muerte segura. Y otro fue encarcelado por militares que ignoraban con quién estaban hablando.

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Unos Güell se alinearon con Cambó, otros con el Somatén, y años después algunos sucesores con el bando nacional. Unos en el exilio francés. Otros, en el Madrid franquista. La reanudación de algunas de las empresas, la venta de otras, y la conservación del enorme patrimonio inmobiliario. Y con la democracia, la reconciliación que no se había conseguido en la posguerra y, por fin, la entrada en Europa por la puerta grande. Los Güell habían intuido muchos años antes que la mayoría de sus compañeros de clase social -cofundaron el Club Comodín, embrión del Cercle d'Economia- que era por Europa por donde pasaba obligatoriamente el futuro de Catalunya, y de España. Y los Güell siempre estaban allí arriba. Pronosticándolo, viviéndolo e implicándose. Con aciertos y errores, luces y sombras, como todo aquel que actúa y arriesga. Pero usando el poder de persuasión, la seguridad y la influencia que dan el dinero.

Y, a menudo, solo sirviéndose del apellido, cuyo prestigio secular la mayoría de sus miembros han conservado como el usufructo intangible más preciado.