Josep Maria Cadena: «Cuando vi la presidencia de honor, supe que había noticia»

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NÚRIA NAVARRO

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Tenía 31 años y era redactor de local. Por la mañana, peinaba la ciudad para la Agencia EFE –órgano del régimen–, y por las tardes estaba al servicio del 'Diario de Barcelona', que al ser monárquico era "oposición". Josep Maria Cadena resultaba una pieza estratégica en el tablero. Su voz crítica y el haber asistido a encuentros furtivos entre comunistas y católicos en La Garriga, le dieron el plus para ser acreditado como uno de los siete periodistas que levantarían acta notarial de aquella tarde que prometía ser intensa. 

VOZ ANÓNIMA

"Levanté el teléfono en la redacción del Diari y una voz anónima me comunicó que se celebraría el acto de constitución del Sindicat y que querían que asistiera", explica. Dos estudiantes lo recogieron a las 3 de la tarde en la parroquia de Santa Gemma Galgani y lo llevaron a Sarrià. Allí se encontró con otros tres primeros espadas: Juan Pedret Muntañola de 'La Vanguardia'; Pere Pascual Piqué, de 'El Correo Catalán', y Antonio Figueruelo, de 'El Noticiero Universal'. "Al ver que la presidencia de honor reunía a notables  que estaban al margen del sistema y que la juventud sabía adónde quería ir –explica–, nos miramos y supimos que había noticia".

Cuando la policía empezó el asedio, Cadena y los otros informadores salieron para contarlo. Les pidieron el carnet de prensa, consignaron sus nombres y les dejaron ir. "Cogí un taxi hacia EFE –recuerda–, donde me pidieron que escribiera una nota a máquina. Eso significaba que no iba al teletipo, sino directamente a Madrid». Y luego, en el Diario de Barcelona, el director le ordenó: "Haga usted una información y me la pasa". Ni EFE ni el diario publicaron una sola línea. Pero su relato, como el de sus colegas, nutrió a los corresponsales extranjeros y la noticia circuló.

HAMBRE DE SINDICATO

"Fue la primera vez que los hijos del franquismo manifestaban que no querían seguir en aquella situación", valora 50 años después Cadena, que se jubiló en EL PERIÓDICO en el 2010. Explica que la Caputxinada creó en los periodistas la necesidad de unirse. "Teníamos la sensación de que nos podían echar de los medios". Y así fue en su caso. Le despidieron de EFE. Pero fue uno de los 10 que habían gestado el embrión del Grup Democràtic de Periodistes.