DESEMBARCO EN EL SANT JORDI

Madonna, la diva definitiva

La reina del pop visita Barcelona la próxima semana para un doble concierto de presentación de 'Rebel heart', su nuevo disco

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JUAN MANUEL FREIRE

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Se suceden las nuevas figuras. Los intentos de reemplazo. Y sin embargo, ninguna puede con sus ventas acumuladas o su legado. Madonna lideró el juego del pop moderno en un momento en que era más fácil controlar a los medios y no existían las distracciones de la red. Lo tenía todo para ello: imagen, polémicas, grandes temas que seducían a todos los públicos. No se dejó domar. Era ella la que movía los hilos de su personaje, en una sagaz mezcla de búsqueda genuina y buen instinto para el márketing. Explotaba y exploraba su propia sexualidad con una autoridad que la convirtió en icono feminista sagrado.

DE LA MÚSICA AL CINE

Dicen que, a sus comienzos, se paseaba por el Lower East Side de Nueva York asegurando que algún día sería más famosa que el mismísimo Jesús. Quizá no haya conseguido del todo ese reto pero se ha acercado mucho. Y prácticamente en tiempo récord. Su primer disco, 'Madonna', de 1983, ya estaba plagado de éxitos como 'Holiday', 'Borderline' y 'Lucky star'. Cuando este último escalaba por las listas, se pasó al cine con 'Buscando a Susan desesperadamente'.

Narcisista consumada, no le bastaba con ser la reina de las discotecas, sino que también quería acaparar miradas desde las butacas. Y cada nuevo disco se convirtió en un proyecto denso, un paquete completo en el que se unirían pop, moda, controversia… ¿Qué es más memorable de un disco como 'Like a virgin'? ¿La canción que le da título? ¿El 'look' de novia punk que lucía en la icónica portada? Nada en concreto, todo en definitiva.

REINVENCIONES

Cada nuevo álbum llevaba a Madonna a una completa reinvención que, después, tenía efectos sobre la estética y las tendencias de la época. Para el vídeo de 'Papa don't preach', segundo single de 'True blue', estrenó un emblemático 'look' de chico malo, mientras que para la gira 'Blond ambition' lució algunos de los más icónicos diseños jamás creados por Jean-Paul Gaultier, incluyendo aquel sujetador de cono.

Cuando se quitó la ropa para el libro Sex se encontró con el rechazo generalizado, pero el disco que lo acompañaba, Erotica, coló más de dos millones de ejemplares. Ya cerca de los 50, a mediados de la década pasada, todavía sorprendía: su 'look' de la época 'Confessions on a dancefloor' incluía leotardo púrpura y corte de pelo a lo Farrah Fawcett.

'Confessions on a dancefloor' debe ser, en realidad, el último gran disco publicado por Madonna. Cuando nos visite, la próxima semana, lo hará para presentar 'Rebel heart', un disco que no ha hecho, ni de lejos, el ruido que antes se esperaba de una obra suya; y que si ha hecho ruido lo ha hecho por motivos negativos, como el 'look' de torera de Madonna (muy anacrónico) en el vídeo de 'Living for life'.

¿Qué le pasa a la diva? Por algún motivo, desde hace unos diez años no solo no crea modas, sino que llega tarde a ellas. Lanzó un disco con producciones de Timbaland ('Hard candy', en el 2008) cuando éste ya no estaba en la cima de su juego. Y se pasó a la EDM, en el 2012, con 'MDNA', solo porque tocaba.

BALADAS EXCELENTES

El olvidable 'Rebel heart' reúne a un montón de productores en boga (del ubicuo Diplo hasta Avicii) para crear una experiencia poco coherente, en la que Madonna parece solo una invitada. La que antes dictaba las normas, ahora las acata. Del repertorio se puede salvar, quizás, 'Bitch I'm Madonna', un 'egotrip' en toda regla que podría musicar una imaginaria serie de locos dibujos animados protagonizada por ella misma.

Y, bueno, también algunas baladas y medios tiempos, como 'Joan of Arc, Body shop' y el contenido tema que da título al álbum. Madonna puede ser excelente cuando se pone baladística. Y es algo a lo que no dedica demasiado empeño, al menos en la última época. En 1995 publicó un recopilatorio de temas lentos, 'Something to remember', en el que debería basarse para su carrera futura.

MALAS DECISIONES

¿O quizá no? Porque aquí llegamos a un terreno de debate. ¿El descenso en relevancia de Madonna, es una cuestión de repertorio y malas decisiones estéticas, o se debe al 'peterpanismo'? ¿Y solo tienen derecho a ser Peter Panes los hombres?

Nadie ha pedido a los Rolling Stones, décadas por encima de ella, que solo hagan conciertos de temas lentos con orquesta filarmónica. (Y Madonna todavía es una experta profesional encima del escenario, como demostró al levantarse y seguir actuando después de una tremebunda caída en los últimos premios Brit).

Las baladas le sientan bien, pero ella está en su pleno derecho a querer seguir mirando hacia la pista. Y lo más probable es que en sus conciertos de la próxima semana, el 80% del público acabe al final con más agujetas que ella, rendido a la evidencia eterna: Madonna solo hay una.