El no va más en edificios

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Montserrat Baldomà

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En el 22@ de Barcelona se alza el complejo de oficinas Platinum. ¿Un edificio más en el distrito tecnológico de la ciudad? Rotundamente no, porque este proyecto ha conseguido situarse en la cima de la sostenibilidad a nivel mundial, el no va más en edificios en la categoría de oficinas de alquiler, obteniendo la certificación LEED Platinum con una valoración récord de 101 puntos. Lo dicho, el no va más. Por ahora.

La certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), que otorga el U.S Green Building Council, es una verificación independiente que valida que el diseño, construcción, operación y mantenimiento de un edificio sostenible cumple las más altas medidas de eficiencia.

Propiedad de Barcelonesa de Inmuebles, promotora familiar con más de 60 años de historia, Platinum persiguió desde el mismo momento de su concepción ser un edificio altamente sostenible. Y a esa tarea se emplearon a fondo, y con perfecta sincronización y compromiso, todos los actores implicados: la propia promotora, el estudio GCA Architects, la empresa de ingenería PGI Engineering, la constructora COMSAIMAC, como project management y dirección técnica, y PGI Energy&Sustainability, como consultora en sostenibilidad.

Doble piel

El edificio está recubierto por una capa de aluminio que actúa como doble piel de aislamiento térmico, ayudando a reducir significativamente los requerimientos energéticos. El Platinum ahorra casi un 45% más de energía que otro inmueble. Cuenta con 722 placas solares y todo el consumo eléctrico es de producción renovable.

En este sentido, destaca la cimentación termoactiva, un sistema pionero que integra la geotermia en la construcción del edificio. La geotermia, detallan desde COMSA, es una fuente de energía renovable y eficiente, procedente del calor acumulado bajo la superficie sólida de la tierra que proporciona energía limpia las 24 horas del día sin depender de recursos naturales fluctuantes como el viento o la radiación solar.

En cuanto a consumo de agua, además de grifería y sanitarios de bajo consumo, el edificio reutiliza las aguas grises provenientes del uso doméstico y está dotado de un sistema de retención de aguas pluviales en la cubierta para la vegetación, que es autóctona y con poca necesidad de riego. De esta forma, se ahorra un 60% de agua global y se elimina el uso de agua potable para riego. Asimismo, unos sensores de lluvia y humedad evitan el desperdicio de agua.

Diseño biofílico

Pensado según los principios del diseño biofílico, corriente arquitectónica que busca reconectar al ser humano con la naturaleza, cuenta con tres áreas verdes que sirven para reducir la contaminación y mejorar el bienestar. Dos terrazas convierten al espacio de trabajo en un lugar de encuentro y vida al aire libre para los trabajadores, mientras el centro de manzana abierto a los vecinos actúa como un pulmón verde del barrio típicamente industrial y otorga un espacio de socialización. El diseño, cuentan desde GCA Architects, permite que todos los espacios de trabajo gocen de vistas al exterior e iluminación natural, lo que mejora la calidad de vida de las personas y favorece los niveles de bienestar y productividad.

Para su construcción, se emplearon materiales que tuvieran en consideración, entre otros, el calentamiento global, el deterioro de la capa de ozono y la acidificación del agua. Igualmente, se incorporaron materiales reciclados y de procedencia local, y se recicló casi el 87,5% de los residuos de la obra.

El compromiso con la sostenibilidad de Barcelonesa de Inmuebles viene de lejos y es, además, un camino de no retorno. Su nueva promoción en la calle Selva de Mar, todavía en fase de proyecto, está dispuesta a disputar el trono al Platinum.