Entrevista

Patrik Bergareche (Just Eat): "Nuestro modelo, sin ser perfecto, cumple la ley"

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Gabriel Ubieto

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Glovo, Deliveroo, Uber Eats... la competencia nacida ya en digital ha irrumpido con fuerza en el mercado de la comida a domicilio, donde Just Eat lleva años como líder. Patrik Bergareche cumple en febrero un año al frente de esta marca con el reto de mantener y ampliar ese liderazgo. 

Si pedimos ahora mismo por Just Eat, ¿cuánto tiempo tardará en llegarnos la comida? 

Unos 30 minutos. Hemos mejorado bastante desde que eran los restaurantes los que gestionaban directamente los pedidos, ya que entonces el tiempo medio de espera era de 50 minutos. Es un modelo muy rentable, porque el reparto lo hace el restaurante. La eficiencia en el reparto es mucho mayor cuando la comida y el repartidor salen siempre del mismo punto.  

Pongamos que en España se reparten 10 pedidos de comida a domicilio, ¿Cuántos de estos reparte Just Eat? 

No puedo revelar nuestra cuota de mercado, pero sí puedo decir que somos líderes.  

¿Más de la mitad? 

Depende de la ciudad. En Barcelona no, pero en otras ciudades de igual tamaño o más sí. Son 10 años de trayectoria…  puedes intentar hacer un crecimiento desbocado en dos años, pero si este al final no se sustenta en pilares de plomo… Puedes ganar una o dos ciudades, pero al final construir marca lleva tiempo.  

¿Os está comiendo terreno la competencia?

No creo que este 2020 nos vayan a comer más terreno del que ya nos han comido.Es verdad que nuestros competidores llevan unos años haciendo las cosas bien, pero también que nosotros estamos consolidando nuestro liderazgo.

¿Cómo se organiza empresarialmente Just Eat? 

Hace 30 años la comida a domicilio se pedía por teléfono, cuando en las neveras de las casas había un montón de panfletos. La idea de los fundadores de Just Eat era llevar eso al mundo on line. Así le facilitamos al restaurante la gestión de todos esos pedidos y al consumidor le permite descubrir y experimentar nuevos tipos de cocina. Una vez saltamos al 'on line' nos encontramos con el problema de que Just Eat solo puede llegar a los negocios con repartidores propios. Y lo resolvemos pasándonos a la logística. Contratamos a empresas especializadas y las ponemos a repartir para los restaurantes que no tienen servicio propio.

¿Qué condiciones les exigís a esas empresas? 

Que cumplan sus obligaciones con la Seguridad Social. Tenemos la autoridad para pedirles los justificantes de pago y les hacemos auditorías cada tres meses. También que impartan cursos de seguridad vial a sus trabajadores y que estos operen con los materiales obligatorios, como cascos o chalecos reflectantes. Todo eso nos permite estar muy tranquilos respecto al marco regulatorio. 

¿Qué opinan del modelo basado en autónomos que usan otras empresas de su competencia?

Pase lo que pase con esta incertidumbre laboral y regulatoria, nosotros vamos a estar en el lado de la ley. Así no echamos por tierra  los 10 años que llevamos en España liderando este mercado.

¿Just Eat se ha planteado cambiar a un sistema de autónomos? 

Se planteó y hubo reuniones que recordaré toda mi vida. Pero al final vimos que la cuenta no salía, ya que con nuestra trayectoria las multas hubieran sido muy elevadas.

Esa tranquilidad tiene que tener un precio...

Sí, nuestro sistema es más costoso y más inflexible. Yo tengo que estar pagándole al repartidor reparta o no reparta. Pero creemos que es lo que hay que hacer. Cumplir con la ley es nuestro deber. 

Además de económico, ¿es un tema de reputación?

Como empresa cotizada no te puedes permitir estar todos los días en las portadas de los periódicos por un modelo que es criticable. No entramos a valorar lo que hacen otros, lo que tenemos claro es que nuestro modelo, sin ser perfecto, está dentro del marco regulatorio.

¿Es más una inversión de futuro que de presente? 

Así lo entendemos nosotros. Hay una carrera muy desbocada por la cuota de mercado, pero también hay que hacer las cosas con cabeza. La reputación de la marca para nosotros es muy importante. 

¿Algún restaurante os ha escogido por qué vuestros repartidores son asalariados? 

Sí. Pero no puedo decir nombres. Sí puedo decir que la patronal de logística UNO [vinculada a la CEOE] nos dio un premio a la última milla y uno de los aspectos que valoró de nuestro modelo de negocio fue ese.

¿Estudia Just Eat transportar algo más que comida?

De momento no, como indica nuestro propio nombre solo pensamos en comer. Aunque es tentador, desde el punto de vista de los repartidores para rentabilizar los picos y valles del mercado de comida. A las nueve y media de la noche tocas la campana y a las doce del medio día no repartes nada. Pero corremos el riesgo de perder foco y creemos que el mercado es suficientemente atractivo y grande para seguir solo con la comida.

Varias empresas del sector están apostando por los contratos de exclusividad para crecer. ¿Es vuestro modelo? 

Históricamente y desde que nos fusionamos con la Nevera Roja en el 2016, no podemos, legalmente, cerrar contratos de exclusividad. Y, de momento, seguirá siendo así. Parece que ahora la norma es cerrar exclusividades y estamos monitorizando el mercado en ese sentido. Lo vemos con preocupación y habrá que ver si lo acabamos haciendo y de que manera en un futuro.

¿Just Eat estudia algún gran acuerdo de patrocinio, como el que cerró Deliveroo con La Liga?

Son patrocinios que suponen un esfuerzo muy fuerte. Nosotros tenemos un presupuesto de marketing notable y son cosas que estamos valorando, pero de momento no hemos hecho ningua apuesta en firme.

Las ‘dark kitchens’ también van al alza en vuestro mercado.

Es un modelo con varias capas. Una es la marca digital, que se crea de la nada desde un garaje. Trabajamos con varias, sobre todo en Madrid y Barcelona. Hay un segundo tipo, que es la propia plataforma que pone a disposición de las marcas unos garajes para que trabajen desde ellos. Que eso tiene mucho sentido desde el punto de vista de la logística. Este es un modelo en el que estám nuestros competidores, pero nosotros no.  

¿Por qué?

Porque para nosotros la logística todavía no es nuestro negocio principal. Lo sabríamos hacer, pero el principal negocio de Just Eat sigue basado en que sean los restaurantes los que tengan sus propios repartidores. Para ese modelo casi tienes que ser un inversor inmobiliario.        

¿Y cúando es el propio restaurante el que se monta su ‘dark kitcen’? 

Ese es uno de los modelos en los que vemos más futuro. Nos presentamos como partners de las marcas y les ofrecemos nuestros servicios de big data.

¿Cómo explotáis ese ‘big data’?

El valor del dato existe en la medida que tengas la tecnología adecuada para etiquetarlo bien, estructurarlo bien y ponerlo al servicio de los que toman las decisiones. En el sector delivery lo tienes que tener sí o sí. Además de repartidores, nos hemos convertido en asesores digitales.

¿Cómo se monetariza?

Con la experiencia que acumulamos yo puedo cruzar datos, ver donde hay posibles nichos de negocio y plantearle a una marca de restauración que trabaje con nosotros que se plantee abrir un local en uno u otro sitio. Ahora bien, el big data sin el aspecto relacional no sirve para nada. En un sector tradicional como el de la restauración también tienes que tejer vinculos emocionales con los restaurantes, con tus empleados y con los repartidores. Ahí hay un caballo de batalla muy fuerte.

¿Cómo será el sector del delivery dentro de unos años?

Las nuevas generaciones cada vez piden menos llamando por teléfono y cada vez más mediante aplicaciones. Aunque no creo que las llamadas vayan a desaparecer, porque al final en el tema de la gastronomía hay un elemento clave de confianza. A la gente le gusta hablar con el restaurador, sobre todo si es de proximidad. Pero se va a ir reduciendo. En España ahora mismo el 75% de los pedidos se realizan mediante llamada telefónica y el 25% restante por aplicación. Pero en otros mercados con un tamaño similar, como el Reino Unido, ya están al 50-50. Creo que en España estamos yendo hacia ese escenario.    

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