ENTREVISTA

Anton Gasol: "Las empresas se van para evitar la presión fiscal"

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OLGA GRAU / AGUSTÍ SALA / EDUARDO LÓPEZ ALONSO

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OLGA GRAU: ¿Cómo es la nueva junta del Col·legi d'Economistes?

ANTON GASOL: Hemos querido que sea una junta que respete la igualdad de género, aunque el 75% de los colegiados son hombres. En la junta hay siete mujeres y 13 hombres, unas 2.000 mujeres colegiadas.

AGUSTÍ SALA: ¿Cuántos economistas no están colegiados?

A. G.: Quizá tres o cuatro veces más que los colegiados. Pero un economista solo puede considerarse economista si está colegiado. Puede ser licenciado, diplomado, graduado o doctor, pero para ser economista debe ser del colegio profesional. Como institución queremos atraer a profesionales por la vía de los servicios y el sentido de pertenencia.

A. S.: ¿Cuál ha sido el efecto económico del ‘procés’?

A. G. Algunas décimas de PIB, quizá. Pero Catalunya sigue creciendo por encima de la media española.

O. G.: Menos Madrid...

A. G: Catalunya no para de aumentar en su participación en el PIB, pero Madrid va a un ritmo más acelerado. Puede haber un sorpasso. La economía española favorece especialmente el desarrollo de Madrid. La votación del 1 de octubre favoreció o evidenció más ese fenómeno. Madrid no para de concentrar y atraer más riqueza, más sedes, más actividad económica.  Se otorga a las autonomías transferencias contables finalistas, básicamente educación o sanidad. Por el contrario, en infraestructuras, los incumplimientos han sido constantes. Tampoco se cumple en investigación y desarrollo. En cambio, el Estado ha dispuesto de recursos de libre disposición en infraestructuras, aunque sea con costes que repercuten en todos los españoles. Todo ello hace de Madrid un polo de atracción enorme para las empresas. En los años 80, había en Madrid una cincuentena de grandes empresas y actualmente hay más de 200.

A. S.: Y luego está la cuestión fiscal...

A. G.: En Catalunya, hay persecución fiscal o inspección infinita. Muchas empresas –centenares, si no miles– han decidido trasladar la sede, dicen, para evitar el martirio fiscal. En Madrid se encargan las inspecciones a los centros territoriales.

A. S.: ¿Y la solución es?

A. G.: Es necesaria lealtad institucional. Lo natural es que las zonas más desarrolladas se sitúen en la costa, pero Madrid es un caso aparte, quizá con París. La aportación fiscal de Catalunya supone en torno al 20% del total (unos 300.000 millones), con una población del 16%, y una participación del PIB del 19%. Pero la recaudación por IRPF en Catalunya ( 21,1%) supone más que por sociedades, que cayó además el 17,8% el año pasado hasta el 16,3%, quizá también por el traslado de sedes del que hablamos. 

O. G.: ¿Qué impacto tendrá el traslado de sedes tras el 1-O?

A. G.: Catalunya quedará perjudicada por ese traslado. Las juntas de accionistas se harán en torno a esas nuevas sedes. Pero se producirán fenómenos de ineficiencia por movimiento de directivos y mayores costes de funcionamiento. Y si alguien se va, otros ocuparán su lugar. Existen empresas que reconocen ya que hicieron mal en irse. Si querían favorecer la unidad territorial, no se entiende que tomasen parte en el conflicto. El código de buen gobierno obliga a respetar los derechos de los pequeños accionistas. 

EDUARDO LÓPEZ ALONSO: En el marco actual, ¿qué debe respaldar la política económica?

A. G.: Son fundamentales los clústers de innovación, donde se produce la mayor concentración de factores de producción: trabajo, capital e innovación tecnológica. Estos polos de innovación sirven como centros de predistribución de la riqueza, una mejor distribución en origen de los factores de producción.

E. L. A.: ¿Salarios más altos con inversión moderada?

A. G.: Lo más importante es el valor añadido de la actividad económica. Si el valor añadido es más alto, los salarios también podrán aumentar.

A. S.: ¿Cómo va el crecimiento?

A. G.: Quizá creceremos el 2,4% el año próximo, siempre en el marco de una cierta ralentización tras seis años consecutivos de crecimiento económico. El ciclo expansivo está llegando a su fase de maduración. El asunto del proteccionismo puede frenar el crecimiento. Ya somos exportadores.

E. L. A.: Es un cambio significativo que se mantendrá...

A. G.: Hace solo ocho o 10 años, Catalunya exportaba dos tercios de sus productos a España. Ahora, esa proporción se ha invertido y dos tercios de las ventas de las empresas catalanas se hacen en el extranjero.

E. L. A.: ¿Es consecuencia de la acción política del Govern? 

A.G.: Yo diría que es consecuencia de la crisis pasada. Miles de empresas tuvieron que cerrar, una escabechina empresarial de la que se salvaron habitualmente las empresas que se abrieron al exterior.

E.L.A: ¿Cómo es ahora la empresa exportadora?

A. G.: Además de las grandes empresas, hay más pequeñas empresas y autónomos. Ya no se necesitan viajantes ni hablar idiomas. Solo una plataforma tecnológica que permita dar a conocer tu producto al mundo. Y a un coste marginal casi cero.

E. L. A.: Nunca fue más barato exportar para las empresas catalanas...

A. G.: Cuando el coste marginal es cero, muchas actividades tienen potencial de crecimiento ya que a esa expansión no es necesario destinar recursos. Eso sucede en el caso de las empresas exportadoras. Además, las empresas catalanas ya producen con niveles de exigencia de calidad elevados al estar en la UE, por lo que cumplen sobradamente con los estándares mundiales.

E. L. A.: Pero el consumo interno es el que afianza el crecimiento.

A. G.: La demanda interna está creciendo en su parte más importante, el consumo de las familias. La ocupación ha ido creciendo de manera sostenida y ha hecho que el consumo haya aumentado mucho. Eso tiene una parte positiva y otra negativa. La negativa es que se está produciendo un nuevo proceso de endeudamiento. Aunque ese endeudamiento sea a corto plazo, el tipo de interés es muy elevado, de entre el 10% y el 20% al año. Si solo te endeudas un mes o dos, no pasa nada, pero si es más es un problema. Hay más gasto que ingresos en las familias. Por otra parte, también aumenta la formación bruta de capital, la inversión en equipamientos, que está dando fuerza también a la actividad económica.

E. L. A.: ¿Es conveniente subir el SMI?

A. G.: No solo es conveniente. Es necesario. Y es necesario porque es la manera más directa y efectiva de disipar los populismos. Los que más han sufrido la crisis, las clases medias y bajas, han sufrido una devaluación salarial, y la manera de recuperar parte de esas rentas es subir el salario mínimo interprofesional. Y otro factor es que el alza del SMI hace que la actividad se decante hacia actividades de mayor valor añadido.

E. L. A.: ¿900 euros es suficiente?

A. G.: España no ha ratificado la carta social europea, en la que se establece que los salarios han de ser dignos, en torno al 60% de la renta media familiar disponible. El SMI propuesto de algo más de 900 euros equivale al 40%, pero en el caso de Catalunya está por debajo.

E. L. A.: Diferencias...

A. G.: La Organización Internacional del Trabajo asegura que los salarios deben tener en consideración el contexto geográfico o énfasis local. Han de tener en cuenta el poder de compra y el coste de la vida en el lugar donde se vive.

E. L. A.: ¿El SMI debería ser distinto en cada autonomía?

A. G.: El SMI debería territorializarse.  Deberían transferirse las competencias para que cada autonomía fijase su propio SMI. La Generalitat de Catalunya ya ha consensuado con los sindicatos que si tuviese potestad sobre el SMI ya lo habría situado en 1.000 euros y no en 900.

E. L. A.: ¿Unidad de mercado?

A. G.: ¿Y para qué es buena la unidad de mercado? ¿En qué nos favorece? Si estamos hablando de que las empresas pueden localizar su capacidad industrial de una manera más flexible, lo que hay que hacer es pensar en global y actuar localmente. Si vives en Barcelona, el salario de suficiencia para vivir con dignidad debería ser de unos 1.200 euros. Aquí la vivienda es más cara. Debe haber una prima también por vivir en determinadas zonas que no tienen algunos equipamientos públicos, tiempo libre, etcétera. Está bien que haya una compensación, y no tiene que banalizarse el asunto con Tabarnias.

E. L. A. ¿Y el impacto del alza del SMI en el empleo?

A. G.: Hay un gran consenso en que es leve. Casi insignificante. Aunque perjudicará a los más jóvenes y a los más desprotegidos en términos de formación. Dejémonos de política. Para que una sociedad avance, debe centrarse en tres vectores básicos: formación laboral y educación académica; innovación tecnología y digitalización; y experiencia y aprendizaje permanente. Es preciso que la gente esté entrenada en aprender a aprender. El alza del SMI será un incentivo para mejorar la formación y contratar personal más cualificado.