El regreso al futuro de Calella

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MONTSERRAT BALDOMÀ

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Calella era y es mucho más que el paradigma del turismo de masas. La ciudad existía mucho antes de que se la conociera como la Calella ‘de los alemanes’. Y no solo existía, sino que tenía una rica y centenaria tradición textil. Hoy de ese glorioso pasado industrial solo dan fe el edificio de la ya desmantelada fábrica Llobet-Guri, que llegó a ser una de las plantas textiles más importantes de España, y una escultura en la ciudad. Pero gracias a esta herencia y a su saber hacer en la gestión del binomio turismo-deporte, Calella se proyecta hacia el futuro. La pieza clave de esta estrategia es el Calella Sport City Lab, impulsado por el ayuntamiento, y enmarcado en el Proyecto de Especialización y Competitividad Territorial (PECT) de Mataró-Maresme, que busca convertir al municipio en un laboratorio urbano de innovaciones, incluidas las textiles, en el ámbito del deporte.

La industria textil, más concretamente la fabricación de medias y calcetines, dio empleo a muchas familias de Calella que trabajaban en algunas de las fábricas localizadas en la ciudad. En 1790, el viajero Frascisco de Zamora contabilizó ya 19 telares para la fabricación de medias de seda, 75 para medias de algodón y 40 para cordones de seda ordinaria. A finales del mismo siglo, la producción anual de medias se calcula en 9.500 docenas, según Enciclopèdia Catalana. La industria se fue modernizando en buena parte gracias a los capitales de calellenses que habían hecho fortuna en ultramar, y obtuvo un gran impulso durante la primera guerra mundial, cuando los productos de la industria local alcanzaron prestigio en todo el mundo tanto en volumen como en calidad.

La llegada del turismo

La capacidad de un grupo de emprendedores locales de cambiar la industria textil, que allá por la década de los 50 del siglo pasado empezaba a decaer, por un nuevo sector en plena expansión, el turismo, abrió la puerta a la mayor transformación jamás vivida por la ciudad.

Pasado el ‘boom’ turístico, pero aprovechando su tirón, Calella se posicionó como destino deportivo. Hoy, la ciudad acoge un sinfín de pruebas deportivas y es el punto elegido durante todo el año por numerosos equipos y grupos para sus ‘stages’. Entre las pruebas que acoge destacan el Ironman de Barcelona, la primera etapa de la Volta Ciclista a Catalunya y la Media Maratón Costa de Barcelona-Maresme. En el 2016, Calella fue elegida Villa Europea del Deporte.

Por todo ello, Calella, según su alcaldesa, Montserrat Candini, se configura como "un excelente banco de pruebas de soluciones y dispositivos deportivos que deben de ser transferidos al mercado". Y de ahí el Sport City Lab, promovido por el ayuntamiento y que recibirá una subvención de fondos europeos por importe de 139.550 euros. El objetivo es que Calella se cree una reputación internacional como ‘certified tester’, ya que contará con un gran valor añadido para los procesos de investigación, verificación y homologación del I+D+i, como es la colaboración de TecnoCampus Mataró, Eurecat y el Centre de Recerca i Transferència de Tecnologia Tèxtil de Canet de Mar.

Mono de triatlón inteligente

Calella Sport City Lab, presentado el pasado mes de mayo, ya ha hecho su primer examen. Fue en el pasado Ironman de Barcelona, considerado el tercero más importante del calendario europeo, donde el centro tecnológico Eurecat y el fabricante de ropa deportiva Hoko, con sede en Mataró, testearon un mono de triatlón inteligente. Fue el investigador de la unidad de eHealth de Eurecat y experimentado triatleta Stefan Dawalder el encargado de poner a prueba tanto la respuesta del mono de Hoko como la integración y el funcionamiento de la sensórica y electrónica integrada para medir el ritmo cardíaco y otros parámetros, desarrollado en Eurecat Mataró para un cliente internacional.