Perfil
Ana Maiques: Una emprendedora que siempre lleva el casco puesto
Ana Maiques, consejera delegada de Neuroelectrics afincada desde hace 4 años en Boston, aconseja vivir la experiencia exterior
"Durante una cena en San Francisco nadie me reconocía porque no llevaba el casco puesto», bromea Ana Maiques. Este elemento se ha convertido en seña de identidad de esta economista que se hizo emprendedora junto con su marido, el físico y matemático Giulio Ruffini, con el que impulsaron y reconvirtieron en el 2000 la empresa belga Starlab, para la que trabajaban y que cerró.
Decidieron continuar y hoy ese negocio de proyectos espaciales y de consultoría, que continúa, fue del que surgió Neuroelectrics y del que no descartan que surjan «nuevas spinoffs de éxito. Neuroelectrics, de la que Maiques es la consejera delegada y principal embajadora con el casco inalámbrico que no duda en llevar en todos las presentaciones, facturó el año pasado unos 4 millones de euros y espera llegar a los cinco este ejercicio, con ritmos de crecimiento del 30% en los dos últimos dos años.
Ya llevan cuatro años viviendo en Boston (EEUU), uno de los principales polos biotecnológicos y de innovación de EEUU, donde se han volcado en obtener los certificados de la todopoderosa FDA, para la aplicación clínica del casco, que demuestra que dolencias como la epilepsia «se pueden solventar con tecnología externa no invasiva», destaca Maiques, que cuenta con diversos reconocimientos personales y al proyecto, entre ellos el premio ‘Projecta’ del 2017 de EL PERIÓDICO. También trabajan en la búsqueda de socios estratégicos e industriales, a la vez que aprovechan la relevancia de las investigaciones de las vecinas universidades de Harvard y MIT.
Recibieron una inyección de un millón de dólares por parte del estado de Massachusetts para un estudio sobre la epilepsia en el Boston Children Hospital para demostrar que con su casco «se pueden reducir las crisis epilépticas en un 40%». Ahora iniciarán un estudio en fases a dos y tres con 120 pacientes en cuatro hospitales de EEUU. A su vez realizan un estudio sobre el Alzheimer con Harvard.
No se ha arrepentido de haberse mudado a Boston hace cuatro años con sus cuatro hijos (dos chicos y dos chicas) que hoy tienen 7, 12, 15 y 16 años. «Es una muestra de que se puede ser madre y emprendedora», apunta. «Como emprendedora, cuando tienes una tecnología con un impacto global es muy bueno salir y entender cómo va cada mercado», afirma. «Cada año decidimos si nos quedamos aquí o no y seguimos», sentencia.
No duda en recomendar vivir la experiencia en EEUU, donde «es verdad que hay mucho dinero, aunque a la vez el entorno es muy competitivo». En todo caso no es aconsejable aterrizar sin más. En su caso, cuando dieron el paso de instalarse en Boston ya facturaban bastante en EEUU y tenían «algo sobre lo que construir». Maiques no se cansa de aconsejar la experiencia de al menos «viajar periódicamente» para captar clientes y socios y de reivindicar con orgullo el 'made in Catalonia'.
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