La 'start-up' de cabinas Napbox busca 1,5 millones de financiación

De bróker de barcos de petróleo a diseñar y construir cabinas para siestas, reuniones o llamadas. Adriano de Jódar dejó Londres para volver a Barcelona y comenzar una aventura empresarial. Todo, porque estuvo dos días en la zona de deportados de un aeropuerto de Bielorrusia.

Viajó con su mujer e hijos, pero al llegar se dio cuenta de que la mochila (con su pasaporte) se había quedado en El Prat. A él metieron en “un cubículo de madera” hasta que llegó su documentación (el resto de familia tiene la doble nacionalidad y pudo entrar), y en su tiempo de reflexión, al menos, pensó que se podían hacer cubículos mucho mejores para largas o cortas esperas.

Así nació Napbox en el 2017, cuyo primer producto fue una cabina llena de tecnología (hasta las sábanas se cambian solas) pensada para aeropuertos y estaciones. “Creemos que tendrá recorrido, pero es lento porque requiere de concursos”, explica. Se ha asociado con una empresa de La Garriga, que es la que le fabrica los cubículos.

Mientras ese negocio despega, ha diversificado la oferta: primero, con una cabina para reuniones, con tecnología para videoconferencias y espacio para 2-3 personas, pensada para oficinas. Después, con otro producto en la misma línea, una cabina para aislarse y realizar llamadas. “Tenemos ya varios pedidos, por ejemplo de GVC Gaesco, están teniendo mucho éxito”, relata. Están aisladas acústicamente, tienen ventilación, son personalizables y cuentan con ruedas. “Es mucho mejor que tener que construir salas de reuniones o para llamadas”, agrega.

Hasta la fecha, han invertido en la empresa unos 230.000 euros. Este año prevé facturar entre 300.000 y 400.000 euros. “Ahora tenemos en marcha una ronda de inversión para levantar entre un millón y un millón y medio de euros”, destaca.