Clima

Razones del efecto "isla de calor" que hace arder Madrid en verano

Exceso de asfalto, superpoblación, cambio climático, largos períodos de cielos despejados y de sol intenso..., ingredientes de un cóctel asfixiante que ahoga a la capital

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El Periódico

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Aunque en septiembre de 2020 el Ayuntamiento de Madrid anunció su compromiso en la lucha contra el cambio climático a través de "una apuesta integral para transformar y modernizar el espacio urbano de la ciudad a través de la renaturalización. Ni desiertos de hormigón, ni solares degradados, ni espacios abandonados entre bloques", en palabras de Mariano Fuentes, delegado del Área de Desarrollo Urbano, que prometía "una revolución en el espacio público”, lo cierto es que la capital no logra frenar, por el momento, el efecto "isla de calor" que sufre, un sobrecalentamiento especialmente apreciable durante las noches de verano, que hace que de madrugada la ciudad sea más cálida que su entorno y que se mide teniendo en cuenta las temperaturas mínimas registradas, no las máximas.

Cierto es que la estrategia municipal, bautizada como 'Isla de Color' y consistente en actuaciones como la creación del Bosque Metropolitano, la renaturalización de los espacios públicos degradados, abandonados o mal cuidados en la ciudad y el proyecto de Barrios Productores, que contempla actuaciones verdes en áreas libres entre bloques, solares desocupados, cubiertas, subterráneos en desuso e, incluso, locales comerciales vacantes, está pensada para tener efectos a largo plazo, pero mientras tanto "el calor almacenado (durante el día) por el asfalto y los edificios es reemitido a la atmósfera en forma de radiación de onda larga" en horario nocturno, según explica un estudio sobre el clima urbano de Madrid, realizado para el ayuntamiento en 2016, lo cual convierte en un horno urbano a la capital.

El efecto "isla de calor" no es exclusivo de la época estival, pero sí más apreciable en la estación veraniega, cuando los cielos despejados, la elevada insolación y los vientos en calma le son propicios.

Según el citado informe, con respecto al cambio climático, "la ciudad de Madrid es un área especialmente vulnerable, por su tamaño, con una población de riesgo muy elevada; por las condiciones climáticas regionales, con veranos muy cálidos, y por el intenso proceso de artificialización que favorece la formación de un clima urbano muy bien desarrollado con un elevado número de días con islas de calor muy intensas. A todo ello se une su situación en el interior peninsular, donde los efectos del cambio climático serán muy acusados, tal y como indica la Agencia Europea de Medio Ambiente (2012), que estima que en los países del sur de Europa se producirá un aumento muy importante de las olas de calor, con fuertes aumentos en la demanda eléctrica en verano y el consiguiente aumento de las emisiones de contaminantes, así como un aumento del estrés térmico estival".

En cualquier caso y, aunque se habla de la ciudad de Madrid en general, dentro de la urbe se puede determinar una incidencia distinta del efecto "isla de calor" según zonas.

De este modo, en los núcleos interiores se sufre más que en la periferia, así como en las zonas con más asfalto y en las de edificaciones de menor calidad.

Por el contrario, el noroeste de Madrid y, en concreto, el área de Moncloa-Aravaca, es la de menor incidencia.