TRÁGICO FINAL

Luto global por Kobe Bryant

La densa niebla centra la investigación del accidente de helicóptero en que murieron Bryant, su hija y otras siete personas

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Idoya Noain

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Las estrellas nacen en las nebulosas en un proceso poderoso, lleno de fuego y furia. Así también, pero no con la majestuosidad de lo que ocurre en el firmamento sino con tragedia y dolor, ha nacido la imperecedera estrella de Kobe Bryant tras su fallecimiento el domingo en un accidente de helicóptero en California en el que murieron también su hija Gianna, de 13 años, y otras siete personas. La ola de luto y conmoción por la muerte del pentacampeón de la NBA con los Lakers es un tsunami global, el mismo que ha disparado hasta nuevas dimensiones el brillo y el mito de su figura y su legado, incluso con sus claroscuros.

Como en otras muertes demasiado tempranas domina la sensación del sinsentido y, también, la búsqueda de respuestas que siquiera den un componente racional a la pérdida. En el caso de Bryant, investigadores de la Agencia Federal de Aviación, la Administración Nacional de Seguridad del Transporte y el FBI están dirigiendo las pesquisas sobre las causas del siniestro sin supervivientes. Todo apunta a que la densa niebla jugó un papel central, aunque no se van a dejar de estudiar otros factores como posibles problemas técnicos o de mantenimiento del helicóptero siniestrado, un modelo Sikorsky S-76B de 1991, o el historial de vuelo del piloto.

La niebla

La densidad de la niebla hizo que los helicópteros de la policía de Los Ángeles y del sheriff del condado, por ejemplo, se quedaran en tierra el domingo al no darse las condiciones de vuelo que consideran seguras. En el que viajaba Kobe, no obstante, recibió permiso para realizar el vuelo entre el aeropuerto John Wayne en Santa Ana y Thousand Oaks, donde la layenda de los Lakers abrió la Mamba Academy. Allí la segunda hija de Bryant, apodada Gigi, y otra adolescente que también iba en el helicóptero junto a su madre se dirigían a disputar un partido de baloncesto.

Los otros ocupantes eran un entrenador de béisbol, su esposa y su hija, así como una entrenadora asistente de la academia. Nunca llegaron y tras 41 minutos en el aire se estrellaron en una colina en Calabasas cuyo difícil acceso incrementa la “pesadilla logística” y puede hacer que se alargue durante días la recuperación de los restos mortales.

Grabaciones y registros de vuelo indican que el piloto, autorizado para llevar vuelos comerciales desde 2007 y capacitado y experimentado para volar en condiciones adversas, recibió luz verde para volar bajo lo que se denomina reglas especiales de vuelo visual. Aunque mantuvo contacto con varias torres de control en su trayecto, tres de los últimos mensajes no tuvieron respuesta, posiblemente porque volaba tan bajo que no tenía señal de radio. Unos minutos antes de que el helicóptero se estrellara, en la última comunicación registrada, un controlador aéreo dijo: "Vuela demasiado bajo para guiarlo en este momento”.

Conmoción global y en la NBA

La conmoción que ha provocado la muerte de Kobe se ha sentido en todo el mundo confirmando su estatus de figura global: le rinden homenaje Japón, China o Filipinas; la Italia donde jugó de niño, su Pensilvania natal y, por supuesto, Los Ángeles. Le lloran políticos y artistas, ciudadanos corrientes y deportistas y, sobre todo, el baloncesto.

Aunque no se suspendieron los partidos de la NBA, el domingo todos los partidos empezaron con muchas lágrimas en los banquillos y sonoros aplausos en las gradas. Prácticamente todos los equipos forzados a seguir con el juego hicieron violaciones de tiempo de 24 u 8 segundos, los dos números que Bryant lució en los Lakers. Y al cierre de esta edición más de 400.000 personas habían firmado una de las varias peticiones en Change.org pidiendo que se cambie el logo de la liga para sustituir su actual figura, modelada sobre Jerry West, por el perfil de la de Kobe.

El punto negro

Entre el torrente de crónicas, informaciones y columnas sobre la trascendencia de la figura de Bryant ha habido espacio para que aparecieran menciones al punto más oscuro de su historia, el de la acusación por una agresión sexual en 2003 en un hotel de Colorado a una joven empleada de 19 años. Aunque aquel caso se acabó resolviendo por lo civil y con un acuerdo económico que obliga a la joven a la confidencialidad, Bryant mantuvo que fue un encuentro consensuado. También reconoció que “ella no vio ni ve el incidente de la misma manera” y dijo entender “que ella siente que no consintió”.