ASUNTOS PROPIOS
Nicolò Valmarana, conde y residente en La Rotonda de Palladio: "Es difícil la vida hogareña con 40.000 visitas"
Es el propietario de la Villa Capra, conocida como La Rotonda, la obra más famosa del arquitecto renacentista Andrea Palladio
Núria Navarro
Periodista
La Historia ha coronado a Andrea Palladio (1508-1580) como el arquitecto de los arquitectos. Su relectura de la antigua Roma al final del Renacimiento fue copiada en Inglaterra –la fachada de Buckingham es neopalladiana– y EEUU –la Casa Blanca, también–. Pero entre todas las obras del italiano se impone la Villa Capra (1553), conocida como La Rotonda, a las afueras de Vicenza (Italia). Es Patrimonio de la Humanidad y tiene un propietario: el conde Nicolò Valmarana, cuyo linaje se remonta a la tiempos de Cayo Mario.
¿Qué tal eso de 'vivir' en una obra de arte?
La casa siempre está preparada y el sentimiento de hogar está vivo en mí –he crecido en ella–, pero es difícil la vida hogareña cuando, entre marzo y diciembre, tienes unas 40.000 visitas.
¿No le duele ver a los turistas pisotear parterres y mármoles?
Como otros propietarios de villas palladianas –no todos– nos hemos adaptado a los tiempos. En 1980, por el 400º aniversario de la muerte de Palladio, abrimos los jardines y seis años más tarde, los interiores. Llevo desde 2011 observando a los visitantes y el 90% quieren aprender y comprender. Mostrarla hace feliz a mucha gente.
¿Recuerda alguna visita en particular?
Cuando el arquitecto Norman Foster entró en la villa, ¡quedó hipnotizado! Iba de una estancia a otra analizando todo. Entendió cada detalle.
¿Hay un momento en el que su belleza casi duela?
Es fácil enmudecer en verano, con la luz suave del amanecer y con la más intensa de la puesta de sol. En ambos momentos te das cuenta de que la luz es parte integral de la villa. Aunque también es fascinante cuando nieva.
¿Es caro mantener una propiedad así?
Es caro, sí.
"Mantener La Rotonda es el equivalente a la compra de un apartamento al año"
¿Como cuánto?, si no le parce muy impertinente.
El equivalente a la compra de un apartamento al año. Durante la primera oleada de covid sufrí insomnio. Cero visitas. O sea, 0,000. Pero los costes de gestión y mantenimiento eran los mismos.
¿Vive solo de las visitas?
Soy un empresario agrícola-paisajista. Desde 1992 diseño pequeños y grandes espacios verdes. Trabajé en Montecarlo para algunos campos de golf, y para los jardines de otros propietarios de villas –¡las plantas son muy superiores al hombre en general!–. Y desde que mi padre falleció, en 2018, he hecho pequeñas pero importantes reformas en la propiedad: cosecho trigo duro con el que produzco pasta de impacto cero, y con la misma harina fabrico palitos y galletas.
"Cosecho trigo duro con el que produzco pasta de impacto cero, y con la misma harina fabrico palitos y galletas"
Es el mismo trigo que consumían las legiones romanas.
Sí. Consciente de la excelencia de la comida en Italia, la primera idea fue comercializar una semilla antigua, sin químicos ni conservantes, pero desafortunadamente el rendimiento en mis tierras es escaso. Da para unos 200 kilos de pasta. También empecé a sembrar un huerto –unas 120 plantas– y tengo 20 colmenas. Este año he producido los primeros tarros de mermelada.
"En junio de 1987 nos visitó la ya difunta Isabel II. Se saltó el protocolo para ver las rosas"
¿Recuerda usted el antiguo esplendor de la villa?
¡Hay tantos recuerdos! En junio de 1987 nos visitó la ya difunta Isabel II. Su enorme Rolls Royce entró como si hubiera transitado por el camino desde siempre, sin la menor vacilación. Antes de despedirse de mi padre, desafiando el protocolo, fue con mi madre a ver las rosas y a saludar al guardés. En La Rotonda también celebré mi boda.
Los Valmarana vienen de la Gens Maria romana, la familia del cónsul Cayo Mario.
Los orígenes se remontan muy atrás en el tiempo, sí. Aunque a mí me fascina el período de la Serenísima, entre 1200 y 1700. En 1540, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, nombró a Giovanni Francesco Valmarana conde palatino y, desde entonces, el escudo de armas es el de los Habsburgo.
¿Qué sentido ser noble ahora?
Honestamente, ¡no lo sé! Quizá lo pueda evaluar usted mejor que yo.
"¿Qué significa hoy ser noble? Honestamente, ¡no lo sé!"
Le aseguro que no.
¿Equilibrio entre poesía y realidad? ¿Desprendimiento de lo material? ¿Sensibilidad? Son valores de todo el mundo, ¿no cree? Detrás de mí hay generaciones de hombres ilustrados y de hombres en guerra. Quizás el ADN de todas estas generaciones siga vivo en mí y, entonces, ser noble significaría ser portador de un mensaje o de un estilo de vida. Si en los años 30 o más recientemente, en los años 60 y 70, era normal vivir en una villa, para mí es normal mantener el legado y presentar La Rotonda como una casa privada, con flores en la sala y en el comedor.
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