ASUNTOS PROPIOS
Xavier Sardà: "Soy un señor mayor y del 'establishment'"
El comunicador desmiente estar alineado con Rocío Carrasco en el caso que agita Mediaset
Publica 'Intercambio de vidas', un libro de relatos surrealistas escrito durante el confinamiento
Núria Navarro
Periodista
En pandemia, Xavier Sardà (Barcelona, 1958) ha perdido a su idolatrada hermana Rosa Maria –la que asumió el papel de madre cuando falleció prematuramente la de ambos– y ha escrito un libro de relatos, 'Intercambio de vidas' (Espasa), que arrastra al lector a situaciones tan surrealistas que –tal y como gira el mundo– bordean lo posible. Y como si fuera otra trama de las suyas, justo cuando venía a hablar de su libro, estalla el 'caso Rocío Carrasco' y le salpica.
-Antes de nada, ha tomado usted partido por Rocío.
-Cometí un grave error al criticar duramente a Antonio David. No hay ninguna sentencia condenatoria.
-O sea, se desdice.
-Un error garrafal, insisto. Esta es una diatriba entre Antonio David y Rociíto sobre la que jamás volveré a hacer ninguna declaración. No es un partido de fútbol.
"Cometí un grave error al criticar duramente a Antonio David Flores. No hay ninguna sentencia condenatoria"
-A él le tuvo en 'Crónicas marcianas'. ¿Lamenta haber contribuido a la poza?
-[...].
-Se está más a resguardo en la escritura.
-Lo que me apasiona de escribir es que, después de años de trabajar con grandes equipos, en la radio y no digamos en 'Crónicas', estoy solo conmigo mismo.
-No tiene con quién enfadarse.
-El mes que viene cumplo 63 años. Estoy haciendo 'Obrim fil' de TV Sant Cugat entre amigos. Ya no me enfado por nada.
-¿Ni cuando una joven, tras haberla invitado al plató, le tachó de 'boomer' en YouTube?
-Hay quien consideró que había estado maleducada conmigo. ¡A mí me parece fantástico! De lo contrario, querría decir que la niña es tonta. Tiene razón. Soy un señor mayor y del 'establishment'.
-¿Se siente mayor?
-Me está pasando ahora.
-¿Tiene nostalgia de su omnipotencia 'marciana'?
-Todo lo contrario. Era apasionante pero duro. Al oír el fragor del público antes de salir, mi consuelo era pensar: "Menos mal que no tengo que matar a un toro". Siento que no tengo ninguna toxina creativa en el cuerpo.
-¿Sigue volando en avioneta?
-El fuet es el mayor riesgo que tomo.
-Eso, y dar su opinión política en La Sexta.
-La política me apasiona, y me indigna también. ¿No podríamos hablar de cómo gestionar el dinerito de la gente? Ahora en Madrid es 'fascismo contra comunismo'. ¡Qué antiguo! No es que Ayuso e Iglesias sean Trump, pero Ángel Gabilondo está quedando un poco Biden. De todos, me parece el más razonable.
-Si pudiera hacer un intercambio de vida, ¿probaría en la piel de Pere Aragonès?
-Si fuera Aragonès pactaría con el PSC. ¿Sabe? A su abuelo lo mortifiqué un poco. Era alcalde de Pineda –uno de los últimos ediles franquistas– y dueño de Industrias Aragonés, y 'El Correo catalán', en el que yo escribía, cargó contra sus vertidos.
-¿A quién elegiría para transmigrar?
-A Winston Churchill. El hombre que tuvo que convencer a Roosevelt para que entrase en la guerra.
-Y si nos metiéramos en su cuerpo, ¿en dónde nos hallaríamos?
-En alguien que ha tenido una gran fortuna en lo profesional y bastante menos en lo personal. En casa las muertes fueron muy prematuras, y ya son dos los hermanos que se han ido. Rosa Maria murió en junio y ahora estoy en esa fase de no dar crédito a que no esté.
"Estoy en esa fase de no dar crédito a que Rosa Maria no esté"
-Ella siempre llevó la guardia levantada. Usted, también.
-Por pudor. Ante una cámara, según qué no nos ha parecido oportuno. Pero me emociono.
-¿Por dónde se duele?
-Por lo que ocurre. Sostengo que estamos viviendo en el pasado.
-¿Perdón?
-Dentro de unos cuantos años volverán la vista atrás y dirán: "Ostia, 100.000 muertos en España por un virus desconocido, todos con mascarilla, sin poder circular". La peor parte se la llevan los jóvenes, que tienen que volver a casa a las 10 y deben vigilar con quién ligan.
-¿Es el caso de su hija Helena?
-No. Mi hija tiene 27 años y vive en Catar. Estudió Políticas, aprendió francés en Quebec, ha estudiado árabe durante nueve años y está trabajando para Al Jazeera. Ella está en el mundo. Si acaso soy yo, un gran hipocondríaco, el que está a la espera de ser llamado para recibir la vacuna de AstraZeneca.
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