La contra

El Equipo V (de vecinos)

Tras autoorganizarse para atender a los menores más vulnerables del barrio en la primera ola del covid-19, la Xarxa de Suport Educatiu del Raval se afianza como grupo de respuesta rápida a las necesidades educativas del barrio

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Gemma Tramullas

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Rapidez y efectividad. Estas son las dos virtudes de la Xarxa de Suport Educatiu del Raval, un grupo de vecinos que se autoorganizaron durante la primera ola del covid-19 para dotar de material escolar y hacer acompañamiento educativo a los menores del barrio que quedaron fuera del radar de la administración. Medio año después, lo que surgió como una necesidad imperiosa sigue teniendo continuidad. Convencidos de que "la crisis durará mucho tiempo", tienen la estructura lista para actuar "en cuanto surja una necesidad".

A diferencia de la acción y los músculos de la popular serie de los años 80 'El equipo A', este Equipo V lo forman mujeres y hombres con un largo historial de activismo social. Según explica Laia, quieren concentrar sus esfuerzos en luchar contra el absentismo escolar, informando y acompañando a las familias del barrio que no llevan a sus hijos a la escuela por miedo al virus. También se centrarán en los menores que, por motivos burocráticos, tardan semanas en incorporarse a su centro.

El Raval es uno de los barrios de Barcelona con más entidades sociales por metro cuadrado. "La diferencia es que nosotros no tenemos NIF y vivimos aquí", apunta Elisenda. Aunque la Xarxa está en contacto con estas entidades, con las escuelas, el CAP y los servicios sociales, el hecho de estar autoorganizados y el no tener que rendir cuentas a nadie les permite reaccionar muy rápidamente cuando detectan una necesidad. Además, al ser vecinos generan más confianza en las personas, a veces sin papeles, que solicitan ayuda.

En este sentido, Elisenda (voluntaria también de la Xarxa Popular d’Aliments, que sigue entregando cestas de comida) destaca la experiencia con la comunidad filipina: "Son los que más vinieron a buscar comida al principio y fue una sorpresa porque con ellos no hay tanta interrelación. Algunos de los que empezaron a venir como usuarios han terminado haciendo de voluntarios".   

La Xarxa de Suport Educatiu pretende llegar "a donde no llegan las instituciones", visibilizar las carencias, denunciar las situaciones injustas y actuar con rapidez. La necesidad más acuciante que detectaron en el ámbito educativo durante el estado de alarma no fue la falta de ordenadores, sino algo tan básico como cuadernos y lápices.

En total, repartieron 125 lotes de material escolar que procedían de donaciones de particulares, comercios y una editorial. También pusieron en contacto a voluntarios con 15 alumnos que necesitaban ayuda para seguir el curso, abrieron redes wi-fi para compartirlas, organizaron maratones de juegos de mesa, talleres para ir en bici en los casales de verano…

"Esto no surge de la nada –explica Montse--. Los movimientos sociales que han aparecido en los últimos años en el barrio han creado el caldo de cultivo para que la autoorganización funcionara".

También ha sido crucial disponer de un lugar físico. En junio pasado, varios colectivos vecinales ocuparon la antigua Escola Massana, un espacio municipal de tres pisos con un patio que había permanecido vacío tres años en un barrio con una endémica falta de espacio. Desde aquí operan, entre otros, la Xarxa de Suport Mutu del Raval (donde está englobada la Xarxa educativa) y el Sindicat d’Habitatge del Raval. También están montando un gimnasio y una biblioteca solidaria.

Las escuelas tienen un plan de confinamiento para que el alumnado pueda seguir la escolarización pese al virus, pero estos vecinos saben por experiencia que habrá necesidades que no se podrán cubrir: "Puede venir mucha gente o muy poca, eso no lo podemos saber a priori", anticipa Àlex. La aspiración del grupo es que la administración se acabe ocupando de estos casos: "Me encantaría que no hiciéramos falta y que nos viéramos solo para cenar", zanja Montse con una sonrisa.

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