Que no pare la música

La Mercè, un servicio público

Barcelona da ejemplo manteniendo en su sitio la fiesta mayor y multiplicando su oferta con más de un centenar de conciertos en catorce escenarios

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Jordi Bianciotto

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La fiesta mayor maneja, por definición, ingredientes de los que en estos tiempos huimos por patas: multitudes a pie de calle, roce y algarabía. Pero debía haber una manera de celebrarla de acuerdo con los nuevos límites, sin interrumpir el rito heredado y dando alimento a un mundo profesional, el del espectáculo, que afronta el drama de su vida. Muchas programaciones se han suspendido estas semanas apelando a la alarma social, pero Jordi Turtós, el director de Música Mercè, lo tuvo claro: era preciso apelar al “sentido común”, recalca, para mantener la fiesta mayor en su sitio, sujeta a los protocolos que correspondan.

La capital de Catalunya da ejemplo y despliega, desde el jueves hasta el domingo, más de un centenar de conciertos minuciosamente repartidos en catorce escenarios, la mitad de los cuales se los lleva Música Mercè y los demás se reparten entre las parcelas alternativas del BAM y BAM Cultura Viva. Plazas familiares, como el Teatre Grec o el Fòrum, y otras de nueva planta: el Park Güell, la Model o el Camp Nou. Turtós lo dice con la boca pequeña, pero reconoce haber disfrutado este año pese a todo, “buscando el espacio idóneo para cada espectáculo”. 

Estamos ante un veterano del ramo que tiene incrustada en la cabeza la idea del servicio público, seguramente desde que, allá por 1979, recién licenciado en Periodismo, se embarcó en la creación de lo que poco tiempo después sería Ràdio Ciutat de Badalona. “Era lo que conocíamos como una ‘ona lliure’, aunque a mí me gustaba más llamarla emisora pirata”, desliza con sonrisa malévola. “La montamos tras comprar una emisora a válvulas de Radio Calatayud”. Convertida en los 80 en estación municipal, se asentó marcando tendencia con sus audaces programas musicales. “Poniendo maquetas y discos que comprábamos en Andorra”, recuerda Turtós, que tiene, también, un pasado como batería de par de grupos, Fluint (“pos-layetanos”) y CMB (“rock sinfónico”). Todavía desenfunda las baquetas en ocasiones especiales: por las redes se le puede ver asistiendo a su amigo Quimi Portet en la noche de 30º aniversario de la sala Sidecar.

El referente Jack Lang

Turtós atiende a las tesis sobre la excepción cultural de Jack Lang, el que fuera ministro francés, y cree que las instituciones deben saber ayudar sin competir con los agentes privados. Ahora que todo se ha hecho tan frágil, puede haber margen para trabajar en torno a un “espíritu colaborativo”, estima, citando el ejemplo del ciclo Barcelona Sala, que este verano ha aliado al Ayuntamiento con la asociación de locales de conciertos.

En esta Música Mercè la ciudad invitada no es La Habana, como estaba planeado, sino la propia Barcelona. Ningún problema para llenar la ciudad de sonidos condales, y menos aún para poner el acento en ese patrimonio común llamado rumba. Ahí tenemos las citas con Joan Garriga i el Mariatxi Galàctic, Gertrudis o Pantanito, y sendas producciones especiales: el homenaje de Sabor de Gràcia a su barrio y la ofrenda póstuma a Xavi Turull, el que fuera percusionista de Ojos de Brujo, fallecido el pasado enero. Se vislumbra una reunión de aquel grupo troncal del ‘sonido Barcelona’, ya que estarán en escena cuatro titulares, Marina Abad, Juanlu, Ramón Giménez y Dj Panko. Rumba sanadora y conciliadora: el mejor remedio para que sintamos que la Mercè sigue siendo la Mercè.

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