Desde Gràcia

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Restauradores del barrio de Gràcia de Barcelona se manifiestan el 12 de agosto del 2020 para pedir más terrazas

Restauradores del barrio de Gràcia de Barcelona se manifiestan el 12 de agosto del 2020 para pedir más terrazas / periodico

Sònia Gelmà

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No hace mucho que vivo aquí, y no tardé demasiado en entender lo que me dijo un amigo cuando le comenté que me mudaba. Lo mejor de Gràcia es al mismo tiempo lo peor: una vez vives aquí, nunca te viene de gusto pisar el resto de Barcelona. Y en esto me he integrado rápidamente, aunque no llego a los extremos de un amigo 'gracienc' que se va a Nápoles y afirma sin rubor que no ha probado ninguna pizza mejor que la de la calle Verdi.

Es un verano distinto, la escapada ha sido breve. Cuando regreso la nevera tiembla, así que bajo al japonés. Tienen una terraza de una única hilera con cuatro mesas. Llena. Es el lado afortunado de la Travessera de Gràcia, aquel en el que no caes a la calle cuando te cruzas con alguien. Abrirán todo el agosto, me anuncian. No debe de ser el único.

En la calle, la mascarilla combinada con las gafas de sol hace imposible identificar a los vecinos, algo que no supone una gran diferencia para una recién llegada pero sí para aquellos de toda la vida, aquellos que van saludando a los amigos de la infancia, del 'cau' o ahora de la escuela de los hijos. Porque es en estas conversaciones casuales en las que se enteran que la Carol del Escorial cierra la frutería. Y aunque las en las estadísticas constará como uno de tantos negocios que no resistieron el maldito virus, lo cierto es que simplemente se ha cansado. De luchas contra las grandes superficies, de tirar adelante un negocio duro y de intentar conciliar.

Uno de los efectos secundarios del confinamiento fue que estamos más atentos a los detalles que nos rodean. A mi paisaje se ha añadido la bandera del Europa. Apareció poco antes del 'play off' en que aspiraban a subir a Segunda B. No fue posible, pero la escapulada sigue allí. Los edificios de delante fueron familia durante tres meses y ahora ya los tengo ubicados: este es el del tercero. Tampoco me ha pasado desapercibido que ya no sale a tocar la guitarra el joven del primero. En septiembre volverá, como todos, para recuperar nuestra normalidad, aquella en la que da pereza bajar al centro, porque el centro es Gràcia.