Abierto por vacaciones

La agonía, mejor compartida

Un bazar del barrio de Sant Antoni se transforma en un espacio para pensar en común

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Gemma Tramullas

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Que un bazar atestado de objetos baratos se convierta en un espacio diáfano dedicado a pensar en común, que este nuevo local se llame Crisi y que al cabo de cuatro meses tenga que cerrar temporalmente por el covid-19, podría ser la historia de una agonía. Y lo es. Pero una agonía en el sentido de la raíz griega de la palabra, del 'agon', que significa lucha pero sin la necesaria implicación del sufrimiento cristiano.

“Una actitud agonística es una disposición a estar en lucha contigo mismo, a cuestionarte muchas de las cosas que das por aceptadas en este mundo y que condicionan y determinan tu vida de una manera muy fuerte”, explica Nemrod Carrasco, cofundador y profesor de la cooperativa junto a Raquel Miralles Claudia González. “Cuando piensas no estás en un lugar cómodo, porque muchas veces pensar trastoca tus creencias", añade Raquel.

Crisi abrió en noviembre pasado en unas circunstancias terriblemente adversas que no superarían un estudio de mercado: “Llevaba muchos años con trabajos precarios y decidí capitalizar el paro para abrir un local–cuenta Raquel--. Es verdad que el escenario es muy precario, pero no más del que teníamos antes en nuestros trabajos y para mí tenía mucho sentido hacer ahora aquello que siempre habíamos querido hacer”.

Los tres ejes de Crisi

Aparte del componente material, el proyecto también se fundamenta en un ideal: "Queríamos crear un espacio que fuera un refugio, un lugar donde el espacio y el tiempo quedaran en suspenso para poder establecer la distancia necesaria que permita pensar este mundo que nos rodea y que está completamente enloquecido”, describe Nemrod, que fue asesor filosófico de la serie 'Merlí'. Por eso en el apartado de librería aún no hay ningún título sobre la pandemia.

Los tres ejes de Crisi coinciden con las tres pasiones de sus fundadores: filosofía, poesía y feminismo. 'Malestares contemporáneos', 'Monjas subversivas' o 'Hölderlin y lo trágico' son algunos de los cursos que han realizado, que van desde los 8 euros de una sesión hasta los 180 del curso de dos meses sobre 'La imagen fotográfica: Benjamin, Barthes y Sontag'.

El rigor académico se combina con un nivel asequible a todos los públicos que permite acceder a los textos más oscuros a través del diálogo: "Yo me pasé los cuatro años de la carrera de Filosofía sin hablar en clase, porque no me sentía invitada a participar --confiesa Raquel--. Aquí buscamos unas condiciones más amables que nos permitan construir cosas entre todas". El grueso de las personas que se apuntan no son universitarias, sino mujeres de entre 25 y 35 años que trabajan y que mantienen intacta la pasión por el conocimiento.

El covid-19 truncó una de las esencias del proyecto, la presencialidad, y les forzó a mudarse temporalmente al universo digital. "Alquilamos un local porque Crisi va muy ligado al contacto de los cuerpos y a los cuidados --continúa Raquel--. Teníamos un prejuicio brutal hacia todo lo digital, era lo opuesto a nuestra filosofía, pero gracias a esto hemos contactado con gente de Chile, Alaska y Madagascar que nos han enriquecido mucho". A partir de septiembre, su intención es combinar ambos formatos.

Curiosamente, Crisi está muy cerca de donde hace años estuvo La Rimaia, una universidad libre heredera de los ateneos populares de la segunda mitad del siglo XIX que nació tras las brutales cargas policiales contra los estudiantes que se oponían al Plan Bolonia. A pesar de ser muy activa y estar muy integrada en el barrio, en 2012 La Rimaia fue desalojada.

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