Rutas para corredores

Hasta el Turó de la Magarola

Víctor Pérez corre al atardecer por senderos de tierra en una ruta de 16 kilómetros por Collserola

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CARME ESCALES

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A pocos metros de la plaza de Alfons Comín, en el barrio de Vallcarca-Penitents donde vive Víctor Pérez, unos grados de temperatura por debajo de los que marca el termómetro en el centro de la ciudad hacen más llevaderos los días de julio. Con la ventaja añadida de que, cuando el sol se pone, a muy pocos metros de empezar a correr desde su casa, este 'runner' ya se eleva montaña hacia arriba. Como si corriendo, sus piernas activasen una progresiva desconexión, dentro de la ciudad, con los pies en la tierra. "Cuando enfilo por delante del CosmoCaixa, por la calle de Teodoro Roviralta, atravieso, con la vista y los oídos, el bullicio de tráfico en la ronda de Dalt y me adentro en el primer sendero sobre tierra de esta ruta, pisando naturaleza, siento el cruce en paralelo de las dos realidades tan diferentes", explica el corredor, de 52 años.

Ya son 10 los que lleva integrando las carreras urbanas en sus semanas laborables. Los fines de semana se regala otros paisajes, también de montaña, pero con vistas al mar, en Arenys de Mar. Con su música –David Getta, Alan Walker y más- enlaza con la carretera de las Aigües desde el Pla dels Maduixers, asciende por el camino de Can Borni hacia arriba y llega a una explanada junto a la carretera de la Arrabassada, allí donde se bifurca hacia Sant Cugat o hacia el Tibidabo. La cruza y, por un camino de tierra, llega a la Font Groga, y sube otro trozo de la carretera de las Aigües, por el que sale al Turó de la Magarola. En pleno parque natural de Collserola, la Magarola es el punto de encuentro de aficionados a la ornitología. "Siempre encuentras a alguien observando. Yo suelo parar, hago alguna foto y continúo", dice.

En dirección a Sant Cugat

Tras dos o tres kilómetros de carrera más en dirección a Sant Cugat, vuelve a pasar por la Font Groga, la rodea por detrás por un sendero con escaleras por las que llega a otra fuente en la que gira la pista a la izquierda y va a dar al párking del Tibidabo. Continúa hasta la noria del parque lúdico y, después de pasar delante de ella, inicia el descenso por la carretera de Vallvidrera a Barcelona, corre delante del Gran Hotel La Florida, alcanza de nuevo la explanada junto a la carretera de las Aigües y sigue bajando hacia el camino de Can Borni hasta encontrar una trialera que lleva al primer mirador de la carretera de las Aigües. Desde allí, haciendo zigzags, sigue por el sendero que lleva hasta la calle de Teodoro Roviralta y CosmoCaixa para subir de nuevo hacia la avenida del Tibidabo y la plaza de Alfons Comín, para alcanzar su portal en la avenida de Esteve Terradas. La ducha espera.

Cada 'input' de este itinerario vespertino que Víctor realiza es un chorro de salud, de aire, de naturaleza, y corriendo sobre tierra pone a resguardo el bienestar de sus rodillas. Combina el correr, con la bici y ejercicio de espalda, torso y cardio en el gimnasio. "Pero música y 'running' son mi gran válvula de escape, desconecto así del estrés laboral. Me concentro en la ruta y en el entorno". Dos atardeceres a la semana allí estará. "Suelo salir a las siete. En invierno, con un potente frontal".