ASUNTOS PROPIOS

Cristina Maragall: "Mi padre quería abrazar a la gente en las videollamadas"

La mayor de los tres hijos de Pasqual Maragall relata la desorientación de su padre cuando se impuso el confinamiento

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Núria Navarro

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La familia Maragall ha encajado dos golpes imprevistos en los últimos meses: 1/ la muerte, en febrero, de <strong>Diana Garrigosa</strong>, esposa del ‘expresident’ de la Generalitat; y 2/ el confinamiento, que canceló la rutina vital para el bienestar de un enfermo de alzhéimer. La mayor de los tres hijos, Cristina (Barcelona, 1967), presidenta de la Fundación Pasqual Maragall, fue la que asumió los cuidados durante el primer tramo del estado de alarma.

-¿Cómo está su padre?

-Es dependiente en todos los aspectos de la vida cotidiana –no puede estar solo 30 segundos–, pero a nivel físico y emocional está perfecto. Se muestra superagradecido cuando nos ve y es extremadamente educado con los cuidadores. Tiene una base humana que la enfermedad aún no ha afectado. Aunque ahora está triste porque mi madre no está.

-"No puedo morir antes que él", decía ella a menudo.

-Su muerte no entraba en los planes de nadie. Mi madre estaba mejor que hacía mucho tiempo. El último año había ordenado su vida, como si quisiera dejar todo arreglado. El 10 de febrero estaba hablando por teléfono con mi hermana Airy, le dijo que se encontraba mal, colgó y se desplomó. Mi padre estaba allí y se asustó. Airy llegó corriendo, lo llevó a otra habitación y le puso música.

-Duro decírselo, imagino.

-Las dos cosas más difíciles que he hecho en mi vida han sido comunicar a mis hijos que me separaba y a mi padre, que había fallecido su esposa. "Se ha muerto mamá, ha tenido un problema de corazón", le dijimos, y se puso a llorar. Le llevamos a que se despidiera de ella y los tres hermanos, que somos una piña, nos turnamos para dormir con él.

"Cuando cerraron el centro de día, no nos reconocía. Me asusté mucho"

-Y llegó el coronavirus. Un nuevo impacto.

-Papá llevaba años bastante estable. Estaba contento en casa, iba al centro de día de 10 de la mañana a 4 de la tarde, paseaba con el cuidador. Cuando se decretó el estado de alarma, cerraron el centro día y la primera reacción fue una desorientación absoluta. No sabía si era de día o de noche. No nos reconocía. Me asusté mucho.

-¿Era una reacción normal?

-Le ha ocurrido a la mayoría de afectados por el alzhéimer. Lo que explican las entidades que integran la Mesa del Alzhéimer, promovida por el Ayuntamiento, sobre el confinamiento pone los pelos de punta.

-¿Qué explican?

-Los enfermos notaron un gran bajón en su nivel cognitivo y los cuidadores han sufrido un impacto emocional. En las residencias reaccionaron con pánico. Por la ruptura de rutinas, la falta de contacto con la familia... Hay que revisar el modelo de las residencias y, en general, el concepto de gente mayor.

-Su padre se repuso.

-Sí. Me instalé con él y procuré instituir una nueva rutina, dar sentido a su día. La finca donde vive tiene un patio y caminábamos; hacíamos el aperitivo al sol, le gustaba salir al balcón a aplaudir a los sanitarios y saludar a su hermano [Ernest Maragall], que vive al lado. A partir de cierto momento, introduje clases de estimulación cognitiva. Y descubrió la tecnología.

"Lo que explican sobre el confinamiento las entidades que forman la Mesa del Alzhéimer pone los pelos de punta"

-¿La tecnología?

-Sobre todo las videollamadas. Conecto el ordenador a la tele y ve la gente muy grande, como si estuvieran allí con él. Los primeros días se levantaba y quería darles abrazos. Hasta miraba detrás del televisor.

-¿Lee?

-No puede. Tiene una agnosia [alteración del reconocimiento, que dificulta una adecuada comprensión del entorno] muy fuerte. Incluso le cuesta reconocer bien los objetos.

-¿Le interesa la actualidad?

-No. Mira la tele, pero cuando se intensificó la información sobre el coronavirus, empezó a decir: "¡Esto del coronavirus es una tontería!". Decidimos no hablar más del tema.

-¿Qué le tranquiliza?

-La música [visitar la 'playlist' al final de la entrevista] . Se va a dormir con los cascos puestos.

-¿Reconoce usted al hombre que fue?

-Fue un padre muy atento y cariñoso, y cuando me coge la mano, se le iluminan los ojos.

-Habrá un antes y un después de este primer semestre.

-Sí, aunque yo ya había vivido una tormenta perfecta: el diagnóstico de mi padre coincidió con el impacto de la anterior crisis en el sector inmobiliario –soy arquitecta– y con la separación del padre de mis hijos. Esta vez sentí que estaba donde debía estar.

La 'playlist' del ex president durante el confinamiento 

El área cerebral que aloja los recuerdos musicales se ve menos dañada por el alzhéimer. Cuando el olvido se expande, queda la banda sonora de la vida. Esta es la 'playlist' que ha escuchado Pasqual Maragall durante el confinamiento.