Luis Encinas: "A la hora de la verdad, Messi no te salva la vida"

El héroe de Médicos sin Fronteras que lidió con el ébola en África es asesor sobre el covid-19 en España

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Núria Navarro

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Fue 'el hombre que plantó cara al ébola', ¿recuerdan? En las fotos tomadas en Conakry que publicó la prensa solo se le veían los ojos, enfundado en un mono de astronauta como iba. Corría el 2014, cuando creíamos que los virus mataban lejos. Luis Encinas (Villaviciosa, 1969), enfermero de Médicos sin Fronteras, curtido en bombas biológicas en África, Asia y Latinoamérica, es ahora asesor sobre la covid–19 en España.

-Al menos, no lleva aquel aparatoso traje que costaba 40 minutos de quitar.

-No se justifica. El ébola se propaga por contacto directo con los fluidos corporales de un enfermo. Este virus se transmite, en principio, por gotitas al toser o estornudar.

-¿Imaginó trabajar en el primer mundo?

-Convertirme en personal nacional me produce mucha extrañeza. Como el hecho de que familiares, amigos y vecinos me digan: "Ay, cómo te entiendo ahora que lo estoy viviendo".

-¿En el fondo piensa: "Ya veis, os creíais inmunes y no lo sois"?

-No hago ese tipo de consideraciones. Prefiero valorar el hecho de que la solidaridad se desvela en las situaciones difíciles. También aquí.

-¿El miedo en los ojos es el mismo?

-Es idéntico, solo que los ministerios de Sanidad de Kinsasa o Conakry, donde cada año tienen cuatro brotes y viven en permanente emergencia, se ponen rápido las pilas. España lleva 80 años sin pasar por una situación de esta magnitud: son casi mil muertos por día.

"Es importante la dignidad de las personas al final de su vida y aquí lo veo poco"

-"Estoy preocupado", dice. ¡Usted, con la de visitas al infierno que ha hecho!

-Cuando vi el foco en China, me preocupó oír que España decía: "Sabemos muy bien cómo manejarlo, no necesitamos lecciones, ponemos cuatro camas más y ya está". Como con el ébola, cuando el barco empieza a tener un agujero, no hay que esperar al hundimiento para reaccionar.

-Eso, al principio. ¿Y ahora?

-Estamos frente a un virus 'des-co-no-ci-do' que nos pone en situación de alta vulnerabilidad. En Médicos sin Fronteras manejamos las tres 'c': 'coordinación' –respuesta clara y jerárquica–, 'colaboración' –entre hospitales, regiones, países de la UE–, y 'cambio del comportamiento social'.

-¿Y la 'c' de compasión? En los campañas del ébola usted insistía mucho en el bien morir.

-También ahora. Es importante velar por la dignidad de las personas en el final de su vida; de lo contrario, vamos a tener muchos impactos personales, familiares y sociales. Y aquí lo veo poco. ¿Qué pasaría si el fallecido fuera el padre, el hermano o el hijo de un político?

"Tras el confinamiento, se multiplica por seis el tiempo de renormalizarlo todo"

-¿Desaprueba las prisas por poner fecha a la normalidad?

-Es que aún no hay luz al final del túnel. Esto solo es la punta del iceberg. ¡No nos quedemos en los números! Aunque mañana las ucis estén casi bajo control, el chip de la emergencia es otro. Hay que tener una fotografía exacta de cuánta gente está afectada, de qué pasa en los domicilios, en las residencias, en las cárceles; y anticipar cómo gestionar el cambio de hábitos sociales.

-¿En qué sentido?

-Hay que pensar cómo queremos las ciudades en un mes, en cinco años. Desde los aires acondicionados a la conveniencia de poner a los ancianos en residencias. O por ejemplo, el hecho de que un futbolista cobre el equivalente al presupuesto de un mes de un hospital. Podemos pasar sin futbolistas, sin sanitarios no. A la hora de la verdad, Messi no te va a salvar la vida. 

-Ay, que toca hueso. ¿Asistimos a primera oleada de otras que vendrán?

-Esto es una señal. Del cambio climático, de los errores de la globalización, del interés económico como única guía. Y la sociedad debe ser actor, no espectador. El civismo no debe reducirse a cuatro minutos de aplausos a las 8. Hay que preguntarse en qué puedes contribuir como ciudadano.

-¿Cuándo nos podremos besar?

-Ni mañana, ni pasado, ni dentro de un mes.

-Lo pinta fatal.

-Va a haber un antes y un después del covid–19. El factor clave es si la gente tiene o no integrada la higiene social. Ahora es una olla exprés, todos ansiosos por inundar terrazas, bares y cines. ¡Se le debe pedir a la sociedad un cambio de comportamiento brutal!

-¿Tanto?

-Tienen que saber qué tipo de transmisión hay para adoptar por un autoaislamiento. Sin embargo, es importante 'besar' y 'abrazar' virtualmente.

-¿Perdón?

-Si no verbalizamos los afectos, el impacto será 'heavy'. En el ébola funcionaba la 'política de no tocarse' y era duro no abrazar a un familiar o que se aproximaran niños a los que con una mirada les pedías que no se acercaran. Al volver, debía acostumbrarme. Tras el confinamiento, se multiplica por seis o siete el tiempo de volver a la normalidad.