QUE NO PARE LA MÚSICA

Carlos Cano, con toda libertad

En diciembre se cumplirán 20 años de la muerte del carismático cantautor granadino, y Giulia Valle le rinde homenaje con un concierto en Barnasants. En paralelo, se ultima un libro sobre el autor de 'María la Portuguesa' que verá la luz en abril.

Giulia Valle, en el bar Ocaña de la plaza Reial de Barcelonataba Carlos Cano

Giulia Valle, en el bar Ocaña de la plaza Reial de Barcelonataba Carlos Cano / ELISENDA PONS

Jordi Bianciotto

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Giulia Valle no es andaluza, viene del jazz y de la educación clásica, y era una niña cuando Carlos Cano se mofaba de los programas electorales de la Transición en ‘La murga de los currelantes’, con la gracia de las chirigotas de Cádiz. Pero a ella, que nació en San Remo, vive en Barcelona y no se acaba de sentir de ninguna parte, hay algo que le atrapa de aquel añorado caballero del sur, poeta y alma indócil, más allá de los mapas, de las casillas estilísticas y de las generaciones. “Era un espíritu libre”, viene a resumir ante la educada mirada de su galgo, Baloo, con el que ha aparecido, con aires novelescos, en sereno paseo desde su piso en el Poble Sec.

Nos hemos citado en el bar Ocaña, de la plaza Reial, en honor al artista al que Carlos Cano dedicó una de sus canciones más conmovedoras, ‘Romance a Ocaña’, una de las que Giulia y su grupo interpretarán este viernes en el teatro Joventut, de L’Hospitalet, dentro del festival <strong>Barnasants.</strong> Estreno de un concierto enmarcado en el 20º aniversario (el próximo 19 de diciembre) de la muerte del cantautor. Cano vivió en Barcelona con apenas 17 años, empleándose en la construcción, y en adelante fue yendo y viniendo a la ciudad acaso siguiendo el rastro de un andalucismo que en su tierra se le hacía esquivo. Como me dirá su hija Amaranta, él tomó conciencia de “la bandera verde y blanca” y del “sentimiento de pueblo andaluz” en las calles barcelonesas, reconociéndose en los inmigrantes un día venidos en trenes como ‘El granadino’.

De la copla al jazz

De todo eso poco sabía Giulia Valle cuando le propusieron vérselas con las canciones de Carlos Cano y llevarlas a otro estadio, no ya solo musical sino se diría que anímico. Tratándose de ella, notas, armonías y ritmos parecen ser algo más que un alfabeto: quizá sean un carril a través del cual tocar el cielo con la punta de los dedos, siempre a través del diálogo severo entre el corazón y el intelecto. Y su instrumento, el contrabajo, artefacto aparatoso y sensual, no es sino una suerte de “catalizador energético”, aventura con una leve gesticulación.

Giulia Valle es una refinada ‘jazzwoman’, si bien considera esta categoría, la del jazz, algo corta para explicar su viaje a Carlos Cano, el creador que casó la canción de autor de raíces populares con la copla (liberándola de su aura de mascota franquista) y que llevó a su mundo resonancias del tango, del fado y del son cubano. Un bonito laberinto en el que Giulia se metió a gusto, guiada por manos expertas, las del fotógrafo y escritor Juan Miguel Morales, que se pasó dos días en su casa poniéndole uno a uno todos los álbumes del cantautor y comentándole las canciones. Morales ultima ahora con Omar Jurado el libro ‘Carlos Cano. Voces para una biografía’, que verá la luz en abril.

Recordando a Ocaña, Giulia Valle sostiene que "no hemos evolucionado tanto" y las heterodoxias no salen gratis

Una veintena de discos devorados después, Giulia Valle ya era una forofa de Carlos Cano, entusiasta de su “sentido de la libertad”, su aversión a la injusticia, la defensa de causas incluso ajenas a su circunstancia, como la gay: aquella canción, ‘Siempre’, que dedicó a su amigo Lluís Llach, reconocimiento a los “amores prohibidos”. Y por su compromiso con la dignificación de la identidad andaluza más allá del folclorismo y del cliché, y porque “Carlos Cano se hizo querer; por algo será”. Por la estela que dejes a tu paso te conocerán.

Y del mismo modo que Ocaña “pagó el precio por vivir”, como dice la canción, y tuvo aquella muerte tan extrema, disfrazado de Sol y envuelto en llamas por el chispazo accidental de una bengala, Giulia Valle acude a esa idea para recordar que “no hemos evolucionado tanto” y que las heterodoxias no salen gratis. Ni para Carlos Cano, ni para ella misma; más aún, añade, por ser mujer. Pero ahí la tenemos, dirigiendo sus dos grupos, el Trio y el Ensemble, dando clases, tocando en casa con sus amigos hasta el amanecer y manteniendo a sus dos gatas y a su galgo Baloo, que ha llegado hasta este punto del artículo sin nada que objetar.