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Otro multimillonario no, gracias

El candidato presidencial demócrata y exalcalde de la ciudad de Nueva York, Mike Bloomberg, saluda en un acto de campaña en Salt Lake City (Utah), el jueves

El candidato presidencial demócrata y exalcalde de la ciudad de Nueva York, Mike Bloomberg, saluda en un acto de campaña en Salt Lake City (Utah), el jueves / periodico

Josep Cuní

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Cuando escuchen a nuestros representantes políticos hablar de primarias, no les tomen en serio. Lo que organizan nuestros partidos es el equivalente a un intercambio de opiniones entre compañeros que dicen que debaten cuando, de hecho, solo conversan. Aspiran a hacernos creer que contrastan sus propuestas cuando, de hecho, solo matizan. Y no siempre. Desean que los veamos como gladiadores batiéndose el cobre cuando, de hecho, solo consiguen interpretar, y mal, un papel de mínimo riesgo. A lo sumo, perder la nominación a la que optan, pero como al final se les puede compensar con acompañar al ganador, la experiencia se salda en positivo. Eso sí, se patean las agrupaciones locales como los candidatos a la presidencia del Barça calientan recorriendo las peñas.

Al final, la participación es mínima porque los compañeros han detectado el juego virtual, cuando no apañado. Tan baja es la afluencia de quienes deberían estar muy concienciados que algunas formaciones abrieron las urnas a los simpatizantes y consiguieron que se descubriera el tongo. No pasó a mayores porque aquí nunca pasa nada y cuando pasa no tiene importancia.

Cuando las bases dicen basta

Es cierto que la derecha, que se sumó tarde a este proceso interno, ha demostrado un encono entre candidatos tan irascible como la izquierda. Y cuando esto sucede es porque las bases se cabrean y votan contra el orden establecido. Pablo Casado pudo a la vez con Soraya Sáez de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Esta, al quedar eliminada en la primera vuelta, se sumó al actual líder popular porque su animadversión hacia la todopoderosa vicepresidente le pudo más que su simpatía al ganador. El PP había tomado nota de lo que había sucedido en el PSOE.

Allí, los históricos pensaron que podrían tumbar a Pedro Sánchez una vez ejerciera el cargo de secretario general tras imponerse por sorpresa siendo un desconocido. Le organizaron una revuelta interna acabada en encerrona. Muchos Brutus apuñalando a César. Tras saltar a la carretera y en segunda ronda, el fustigado se cobró las facturas pendientes. Y ahí lo tenemos de flamante presidente del Gobierno ante un partido en el que nadie le tose. Es lo que tiene el poder, ejerce de pegamento. Y el que se mueve, no sale en la foto.

El proceso de primarias de EEUU

A pesar de estas pocas excepciones, lo vivido entre nosotros nada tiene que ver con lo que practican los estadounidenses. El proceso de primarias empieza allí casi un año antes de la nominación final que suele celebrarse, a su vez, el verano anterior al día de las elecciones de noviembre. Durante todo este largo periodo, los debates televisados y con público se suceden de manera implacable hasta ir reduciendo el número de candidatos a los dos finalistas. Como en el juego de las sillas. Y el que pierde la convención, apoya a su rival como si nada hubiera pasado. Así fue como Hillary Clinton acabó de secretaria de Estado de Barack Obama.

Michael Rubens Bloomberg (Boston, 14-2-1942) pretendía reducir este calvario al mínimo. Afiliado hace un par de años al Partido Demócrata, dejó fluir el tiempo y se sumó a las primarias cuando el número de aspirantes se redujo a la mitad. Debutó el miércoles. Pensaba que la cartera podría más que la bandera y se encontró frente a sus propios fantasmas atizados por sus colegas, que le demostraron tan poco amor como nula compasión. Le afearon su machismo y denunciaron su compra del silencio a las mujeres que asedió. Bernie Sanders le dio la bienvenida al club a los implantados de 'bypass'. Y como lo había ocultado, tuvo que admitir esta realidad y la de sus cuentas opacas. Y fue así como la sexta fortuna norteamericana y duodécima mundial empezó a entender que allí no buscaban un millonario. Y menos de Nueva York. Para esto ya tienen a Donald Trump esperándoles. 

Control mediático y de las finanzas

A Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York (2002-2013), se le atragantó el debut en las primarias demócratas. Nieto de judíos emigrantes de Rusia, este licenciado en ingeniería electrónica y graduado en negocios por Harvard fundó una empresa que ofrece información financiera a partir de un sistema informático pionero. Lo completó con un canal temático de televisión junto a un conglomerado mediático de obligada referencia económica mundial. Aspira a ser presidente de Estados Unidos gracias a una fortuna superior a los 61.000 millones de dólares. Según sus rivales, quiere comprar el cargo..