No solo fútbol

El Barça soñado

Es un ejercicio de responsabilidad establecer el punto exacto en el que se encuentra buena parte de la parroquia azulgrana: hasta las narices

Griezman y Messi, tras perder una ocasión de gol ante el Getafe

Griezman y Messi, tras perder una ocasión de gol ante el Getafe / periodico

JOSEP MARTÍ BLANCH

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La zanahoria del mañana

Dime cuántas informaciones de las que se publican se refieren a fichajes y te diré la ilusión que tu equipo despierta hoy en el campo. La zanahoria del futuro para aplacar la ansiedad del presente. Sea en la ventana de invierno, o sea por la lesiones, los anuncios de invierno lo que intentan es proyectar hacia el mañana la mirada del aficionado. Que deje de obsesionarse con lo de hoy, perdone rápido una planificación mejorable y crea que con los refuerzos vuelve la armada invencible. Aunque la experiencia diga que en la mayoría de los casos lo que llega son saldos. Bueno, no siempre, ahí está Raúl de Tomás en el Espanyol para demostrar que a veces suena la flauta.

El sueño recurrente de mi debut con el Barça en el Camp Nou ha sufrido por fin una variación. Le agradezco a mi inconsciente este mínimo de creatividad, puesto que la escena empezaba a resultar aburrida después de tantos y tantos años repitiéndose. Siempre era lo mismo. Calentaba en la banda con intensidad hasta que Pep Guardiola me hacía llamar para darme las últimas instrucciones. Me pasaba su brazo por la espalda, me recordaba que debía presionar alto y me preguntaba: “¿Estás listo?” Yo siempre respondía al míster que lo daría todo, aunque en mis adentros pensara que ese todo sería más bien nada. Saltaba al césped y a las dos carreras el público empezaba a silbarme mientras que en el Gol Sur se desplegaba una pancarta ofensiva conmigo: “Josep, deja de fumar y adelgaza”. El despertar, ustedes lo entederán, era angustiado.

Con mi nueva fantasía onírica el día amanece con mejor color. Ahora recibo la llamada de mi representante mientras estoy viendo Rocky III en HBO. Pongo el pause pare escuchar su voz entusiasta comentándome que ha recibido una llamada del Barça para sondearme. Estoy en la lista de candidatos para cubrir la plaza del lesionado Dembelé hasta final de temporada. Le digo que no me interesa fichar por un club sin norte y que prefiero avanzar en las negociaciones con el Alaskert de Armenia, que también anda tras de mi intentando contratarme. Colgamos. Pulso el play y me preparo para disfrutar de la venganza de Rocky sobre Clubber Lang mientras doy puñetazos al aire al ritmo del Eye of the tiger. El despertar es feliz, casi primaveral.

Les cuento estas intimidades no por exhibicionismo, sino más bien por responsabilidad. Estoy seguro de que pueden ser útiles para, en un ejercicio de categorización de la anécdota, establecer el punto exacto en el que se encuentra buena parte de la parroquia azulgrana: hasta las narices. 

Tras la subasta a la baja de la plaza de entrenador (¡qué guapo que está Valverde con barba!), se precipitó el capítulo en el que Messi dejaba sus dedos marcados en el moflete de Eric Abidal con una bofetada de las que hacen historia. Como no hay dos sin tres, faltaba la excursión de la directiva azulgrana al mercadillo de los Encants en busca de un "9" como quien intenta encontrar, con un límite de gasto de cinco euros, un regalo para el amigo invisible de navidad que además le haga quedar bien. De todos es sabido que esta fórmula solo sirve para despertar, en quien va a recibirlo, una ilusión que no puede durar más que lo que tarde en abrir el paquete y descubrir lo que haya dentro. Todo tiene un precio, amigos. Eso ya lo aprendimos con Rocky I: “si quieres bailar, tienes que pagar a los músicos”.

¿Nos ensañamos en demasía con la directiva? Puede. Además, alguien puede gritarnos: ¡al loro! ¡Que no estamos tan mal! Que el Barça anda solo a un punto del liderato en la Liga y en la Champions hasta el rabo todo es toro. Cierto. Son datos. Pero también lo es que la planificación blaugrana de la temporada se asemeja a la que pudiera ser la obra maestra de un pollo sin cabeza. Y eso seguirá siendo así sean cuales sean los resultados.

Por supuesto que hay que ser optimistas para lo que queda de temporada. El equipo es ciclotímico, hay tan pocos jugadores que a veces cuesta cerrar una convocatoria y el ambiente, quizás lo peor de todo, anda cargadito entre jugadores y directivos. Así que sí, sigan soñando, pero escojan mejor sus fantasías nocturnas que un servidor. Y si vamos a peor, no se preocupen, declamaremos juntos “sueño que estoy aquí, destas prisiones cargado, y sueño que en otro estado mas lisonjero me vi”. Creo que esto último también es de Sylvester Stallone. Pero en el papel de Rambo, diría.