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Torra y el botón nuclear

Tras el anuncio electoral algunos compañeros del grupo parlamentario del propio 'president', pretendiendo halagarlo, han hablado de él en pasado y le han ido depositando en el estante de la Historia

Quim Torra, tras anunciar que convocará elecciones una vez estén aprobados los presupuestos

Quim Torra, tras anunciar que convocará elecciones una vez estén aprobados los presupuestos / periodico

Josep Cuní

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"Tengo el botón nuclear sobre mi escritorio", le decía Kim Jong-un Donald Trump a modo de felicitación de Año Nuevo. Empezaba el 2018. A lo que el presidente de Estados Unidos le contestaba que él también tenía otro, aunque más grande y más poderoso. La BBC concedió a la rivalidad las dimensiones de una pelea de colegio y el mundo se relajó. Hasta hoy. Que las bravatas de ambos no hayan ido a más no significa que deba olvidarse, porque cuando dos matones se discuten nadie puede garantizar que cualquier día uno de ellos se deje llevar por el impulso irrefrenable de demostrar que nadie puede ser más chulo que él. Testosterona pura.

La metáfora del botón nuclear la ha estado utilizando en los cenáculos catalanes y madrileños la cúpula de Esquerra Republicana para admitir que por muchos desencuentros que tuvieran con el ‘president’ de la Generalitat, al que criticaban con empeño, y que por mucho que ellos estuvieran deseando una convocatoria electoral, que la querían, al final el único que podía tomar la decisión, porque disponía del artefacto, era su adversario. Y esta semana lo apretó. A distancia y con efecto retardado, pero lo apretó. Y aquí estamos. A la espera de ser convocados a las urnas más pronto que tarde, si nada ni nadie lo impide, porque el futuro es incierto por naturaleza. Y si no, que se lo pregunten a los independentistas de buena fe que siguen esperando la llegada de las fechas de los calendarios marcados y el cumplimiento de las promesas hechas. Definitivamente, a los líderes de lo que queda del ‘procés’ les gusta fijarse metas a plazo fijo para después acumular impagados.

Quim Torra i Pla (Blanes, 28 de diciembre de 1962) también prometió un referéndum que no será para la legislatura que el pasado martes él mismo dio por amortizada. Y lo hizo acusando a su socio de desleal, que en la política catalana reciente se entiende como traidor. De nuevo la traición. Aquella profunda herida que se luce ante quienes ya no podrán confiar en ti, como sentenció Cicerón. La etiqueta que hasta ahora todos han usado y mantenido para ver cuándo se la colgaban al prójimo. Mientras, nadie quería asumir que reconducir la situación no era emular a Judas sino hacer un humilde acto de contrición por los pecados cometidos. Y como sin contrición no hay redención, quedan todos ellos a la espera del próximo veredicto ciudadano. Un ínterin que tendrá que dar respuestas a las muchas preguntas que el discurso institucional del ‘president’ dejó en el aire y cuyos efectos van mucho más allá de la política catalana. Se encarnan en la española vía los otros Presupuestos y repercuten en la europea como el suplicatorio a evaluar por Bruselas para Carles Puigdemont y Toni Comín.

Lo que no ha tenido espera es el obituario que algunos compañeros del grupo parlamentario del propio Torra le han dedicado vía Twitter. Pretendiendo halagarlo, han hablado de él en pasado y le han ido depositando en el estante de la Historia mientras describían la convicción de que el futuro le considerará un hombre honesto. ¿Por qué esperar si es posible que así ya sea hoy? Que al todavía ‘president’ le han podido los principios base de su obstinación ya lo demostró con el asunto de la pancarta por la que le han castigado sin escaño. «Lo único que pido es que respeten mis principios», reclamaba en la intimidad del momento electoral del abril de sus problemas. Así pues, tampoco debería sorprenderle a nadie interesado en su personalidad. Él mismo se lo advirtió a Pedro Sánchez ante la fuente de los jardines de la Moncloa en recuerdo a Antonio Machado, y constaba en el prólogo de su 'Viatge involuntari a la Catalunya impossible'. Allí exhibe como suya la frase de Eugeni Xammar: «‘Tractant-se de Catalunya, jo no prenc mai precaucions’». Lo escribió hace diez años.

El golpe de timón de futuro incierto

La decisión del ‘president’ Torra de primero presupuestos y después elecciones diseña otro futuro tan incierto como lo ha sido el pasado independentista. Nuevas preguntas esperan ansiosas las respuestas cuyo contenido tendrá también en vilo a la política española. La personalidad tan criticada de Quim Torra, por obstinada, ha mostrado su aspecto más contumaz. Y defendiendo las cuentas de la izquierda da un golpe de timón. Se presenta como defensor del ciudadano que no confiaba en él, según las encuestas, y de paso neutraliza a socios y rivales, a quienes llama desleales aguantándoles la mirada.