Patio de butacas
Un pincel y una voz en la hoguera
La pintora Paula Bonet y el cantautor Ramón Rodríguez llevan a La Villarroel un espectáculo donde conversan acuarelas y canciones
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Olga Merino
Aquí lo que importa son las manos. La extremidad que moja el pincel en el agua y lo desliza sobre el papel desliendo el pigmento en suaves ondulaciones o quizá en un barrido áspero, arrebatado, según sugiera el ritmo que marcan otros dedos, los que recorren los trastes de la guitarra para arrancarles una melodía. Cuatro manos y una voz. Pintura, música y teatro, un tres en uno, sensaciones amalgamadas para producir una obra fugaz y única. ‘Grosso modo’ esta es la esencia de ‘Quema la memoria’, el espectáculo que Paula Bonet (pintora, ilustradora y escritora) y Ramón Rodríguez (cantautor) estrenan el próximo lunes en La Villarroel.
El público solo observa lo que sucede sobre el papel. No se trata de un concierto dibujado ni de cuadros metidos en una partitura, sino de alquimia. Manchas que vibran. Poesía que gotea color. Un diálogo diferente cada vez que suban al escenario. Distinto porque una canción jamás suena igual en el directo, mientras que la obra pictórica creada durante ese lapso de tiempo, con acuarela, tinta china y técnicas del collage, se habrá convertido en nada, en ceniza, en un montoncito de papeles hechos trizas, en cuanto se desvanezca el último verso. Escombros y un cubo de agua turbia. La belleza es efímera; nada permanece. Juntos sobre las tablas, y a lo que surja cada vez, dejándose llevar por la emoción del momento. En una ocasión, representando esta misma performance, Paula Bonet se cortó manipulando el cúter, y la sangre se mezcló con las tintas. Pintar, escribir, componer. Sangrar.
Nos juntamos en el Raval, una mañana de lunes muy nublado, para conversar sobre ‘Quema la memoria’, y enseguida emergió la complicidad que une a los dos artistas. Ambos inquietos, ambiciosos, de los que no se apalancan en el continuismo, en lo que se ha dado en llamar ahora la ‘zona de confort’, donde uno está a gusto y calentito, sino que se aventuran en la búsqueda apostando por que la propia obra crezca a lo largo del camino; a veces es más interesante el proceso que el resultado en sí. De ahí, tal vez, el experimento teatral.
Ramón Rodríguez es dueño de una voz envolvente que enlaza a la perfección con la paleta de Bonet. Calderas, cobres, rojizos, ocres… Y, de repente, zas, el estallido negro. En verdad, ambos comparten un universo creativo donde anida algo denso: incertidumbre, rabia, sensualidad, melancolía. También, la pérdida. Bonet alumbró su libro más intimista y valiente hasta la fecha en ‘Roedores: cuerpo de embarazada sin embrión’ (Literatura Random House), un libro escrito y pintado tras haber sufrido dos abortos espontáneos. Luces y sombras en el inventario. Los desgarrones de la memoria. “Desmemoriado quiero estar/ para ser olvidadizo”, dice la letra de ‘Tú, Garfunkel’, una de las canciones que Rodríguez compuso para el debut The New Raemon, su banda indie (dicho así para situarnos, sin que se moleste por la etiqueta).
Precisamente, la semilla de ‘Quema la memoria’, el espectáculo, nació en 2017, cuando el cantautor llevaba ya una década de andadura con The New Raemon y quiso celebrarlo con un doble vinilo y un libro homónimo que recopilara todas sus letras, acompañadas de ilustraciones de Paula Bonet (Lunwerg). Iba a ser una cancionero ilustrado, pero se salió de madre, y para bien, convirtiéndose en libro de arte. Bonet gozó de toda la libertad para pintar lo que quisiera, para llevar las canciones a su imaginario.
De ahí saltaron a la escena, la primera vez en una sala de conciertos de Huesca, el Veintiuno, y luego en el monasterio de Veruela, un escenario mágico. Volverán a actuar en julio, en el festival Vida 2020 de Vilanova i la Geltrú. Mientras tanto, la memoria seguirá ardiendo todos los lunes de febrero, a las 20.30, en La Villarroel.
La anguila y el andar torcido
Ramón Rodríguez o The New Raemon, que vienen a ser lo mismo, saca disco nuevo en abril con BMG, su séptimo álbum de estudio que llevará el sugerente título de ‘Coplas del andar torcido’. Mientras, Paula Bonet lleva entre manos un doble proyecto artístico que, bajo el encabezado de ‘La Anguila’, será a la vez una exposición pictórica —se inaugurará en septiembre, en el Centre Cultural La Nau, de Valencia— y un libro, al parecer de género híbrido, entre la novela y el ensayo, donde reflexionará sobre el cuerpo y sus agresiones. La anguila, un pez palpitante y tibio que, cuando lo quieres atrapar, resbala de entre las manos.
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