ASUNTOS PROPIOS

Pau Relat: "Que Madrid quiera el Mobile me llena de satisfacción"

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Núria Navarro

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Una semana singular la del presidente del consejo de administración de la Fira de Barcelona, Pau Relat (Montcada i Reixac, 1968). Ora, Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, afirmaba estar decidida a "ir a por el Mobile World Congress" (acabó en zasca, por cierto). Ora, los taxistas acordaban no hacer huelga durante la inminente cumbre mundial de la telefonía móvil.

–Es usted farmacéutico.

–Sí. Mi abuelo era farmacéutico. Sus cinco hijos fueron farmacéuticos y se casaron con farmacéuticos. Lo son mi esposa y sus padres, compañeros de carrera de los míos.

–¿Qué se autorrecetó durante el asalto de Díaz Ayuso?

–¡Sentí una enorme satisfacción! Que Madrid quiera el Mobile es un indicador de que el trabajo que ha hecho Fira de Barcelona ha sido excelente.

–Aparque la diplomacia.

–En esta vida hay dos modelos de funcionamiento: el que inventa cosas y las hace crecer, y el que opta por hacer suyas las cosas que funcionan. Barcelona siempre ha preferido emprender. Si a nivel institucional somos capaces de remar en la misma dirección, el modelo es imbatible.

"He dado menos explicaciones de lo que se pueda pensar. Poca gente ha preguntado si el entorno era seguro"

–El clima político no es una balsa de aceite. ¿Afónico de tanto dar explicaciones?

–He tenido que dar menos explicaciones de lo que se pueda pensar. Poca gente ha preguntado si el entorno era seguro, la verdad. Todo el mundo entiende que la misión de la Fira –ser motor de la economía– es tan importante como para anteponerla a los intereses de cada uno.

–En un mundo digital, ¿qué sentido tiene una feria?

–La realidad, que es tozuda, dice que el siglo XXI será el siglo de las ferias. En el mundo hay más de 1.300 recintos que celebran 32.000 acontecimientos al año. Son tractores de la economía y, al final, la gente necesita el cara a cara para hacer un trato.

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–De cara al 2024, sí.

–¡Una hemorragia de combustión fósil!

–En este 2020 toda la energía que utilizará la Fira será verde. Precisamente, queremos ser un referente mundial de sostenibilidad.

–El barcelonés de a pie puede no percibir qué gana con tanta feria.

–Cuando un acontecimiento como el Mobile es deseado por la mayoría de ciudades, no es por la semana de actividades, que tiene un impacto económico de alrededor de 475 millones de euros y genera unos 14.000 puestos de trabajo. También porque, a nivel impositivo, aumenta la recaudación, lo que permite invertir en políticas públicas.

–Desde su atalaya, quizá puede decirles por dónde vendrán los tiros.

–Los indicadores macroeconómicos dicen que viviremos un proceso de desaceleración progresivo en los próximos años. En la Fira, que es un perfecto termómetro de la actividad económica, no lo visualizamos. En el 2019 supramos la cifra récord del 2018 y esa tónica seguirá.

"Llegué a jugar en el Barcelona Atlètic. Mis padres no me dejaron seguir. No lo entendí, pero se lo he agradecido toda la vida"

–¿Entonces?

–No se habla del riesgo de una eventual subida de los tipos de interés. Con el nivel de deuda pública, eso pondría en problemas a varios países europeos.

–¿Aguanta mucha presión?

–Sí.

–¿Política?

–Autoimpuesta. Cuando dieron los carnets de responsabilidad en clase, estaba el primero de la fila. Es el síndrome del hermano mayor de una familia muy tradicional.

–¿No cobra un euro por ser presidente?

–No. Soy consejero delegado de un grupo empresarial [MAT Holding, tecnología del regadío, 1.200 trabajadores]. Los que hemos tenido la suerte de que las cosas nos han ido razonablemente bien, tenemos la obligación de retornar algo a la sociedad. A la Fira le dedico un 30% de mi tiempo.

"La menor de mis cuatro hijos tiene una lesión cerebral grave. Me ha enseñado que las prioridades están donde están y se acaban las tonterías"

–A cambio, toca poder.

–No. Me proporciona la satisfacción de ver la capacidad que tiene la institución de ayudar a sectores a transformarse, a dinamizarse, a salir fuera. En el 2011 lanzamos el Smart City, en el que nadie creía y hoy es el referente mundial en ciudades sostenibles.

–¿Pensó que llegaría donde ha llegado?

–A mí me gustaba el fútbol. Llegué a jugar en el Barcelona Atlètic. Un ojeador fue a ver a mis padres –cosa que supe a toro pasado– y no me dejaron ir a más. Fue una decisión que en el momento no entendí, pero que les he agradecido toda la vida. Vengo de gente humilde...

–Humilde, humilde.

–Estudié la carrera con una beca por buenas notas y pagué el máster con un crédito que devolví. A mis padres les agradezco que me dieran unos valores que me han servido el resto de la vida. Sobre todo, la honestidad.

–Entre tanta actividad, ¿vive?

–Dicen que tengo la capacidad de pasar en un minuto por 24 cosas diferentes. Tengo cuatro hijos, de entre 23 y 17, y la menor tiene una grave lesión cerebral. No habla, no comprende. Requiere mucha dedicación. Ella me ha hecho entender una cosa: las prioridades están donde están y se acaban las tonterías.