360º

El rescate de Montmartre

El joven Romain Nouat presenta cada mes un número de la publicación 'Chat Noir'. Para muchos turistas es un souvenir. Para él y para el barrio de Montmartre, es un latido vital

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Carme Escales

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Esta es la historia de un encuentro entre un joven francés y el barrio de Montmartre, y de lo que se proyecta sobre ambos y lo que ellos sueñan ser. Romain Nouat nació hace 35 años en Bourges, una pequeña localidad a dos horas y media al sur de París. Estudió cine y se formó como guionista. Entró de becario en la televisión donde estuvo contratado nueve años. Pero lo que a él le ha gustado siempre es escribir.

A Montmartre llegó hace tres años. Primero se alojó en casa de un amigo y poco después encontró su lugar en la casa donde lo había hecho el compositor y pianista Erik Satie, junto al Museo de Montmartre. En aquel tiempo, la televisión lo había despedido, así que Nouat tenía tiempo para leer y escribir, y pasear sobre los adoquines que también pisaron en su día artistas como Renoir, Utrillo o Émile Bernard.

Un día, en verano del 2017, leía en el jardín del museo, cuando un gato negro se estiró a dormir a su lado. El personal del lugar se sorprendió, porque a aquel gato no le gustaba nada la gente. Fue la excusa para que Romain entrara en el museo a descubrir la verdadera historia del 'Chat Noir'. “Adoré de inmediato la vida del viejo semanario”, dice.

La edad de oro de Montmartre

En 1881, Rodolphe Salis abrió en Pigalle un cabaret ecléctico, donde todo París se mezclaba. Para animar el local, fichó a los Hydropathes, el club de literatos fundado por el poeta Émile Goudeau. Comenzaba la edad de oro de Montmartre. Desde el Príncipe de Gales hasta Bibi-la-Purée acudían a beber ajenjo, donde el teatro de sombras alternaba con compositores, músicos y poetas. Pere Romeu, un joven catalán que trabajó allí, al volver a Barcelona propuso a los pintores Ramon Casas y Santiago Rusiñol abrir 'Els Quatre Gats' y replicar así el mítico local de Montmartre en el barrio del Gòtic.

En enero de 1882, para promover el cabaret, Salis tuvo la idea de crear el periódico Chat Noir. Apareció semanalmente durante 15 años. 20.000 copias por número reunían a las mejores plumas y lápices, caricaturistas y diseñadores del momento. Era el debut de la libertad de prensa. A Nouat le emocionó saberlo, y un amigo galerista le regaló todos los números de 1888. “Me encanta la prensa satírica. Justamente me acababan de rechazar un artículo punzante en un periódico local y, entre mi afán de revancha y mis locas ganas de escribir, decidí relanzar el Chat Noir”, confiesa.

Romain Nouat ha querido retomar aquel espíritu de agitadores de conciencia en ese barrio, antigua villa que París absorbió como su 18º distrito, y al que dieron vida inmigrantes. Hoy Montmartre es víctima, como tantos epicentros turísticos del mundo, de la gentrificación. “Este es un barrio, un pueblo internacional. Cada día tienes al mundo entero pasando. Salgo al portal por la mañana y la primera lengua que escucho no es nunca el francés. Aquí en los años 30 se plantaron viñas –que siguen dando vino-. Muchos vivían en cabañas. En tiempos romanos la colina fue bautizada como el monte de los mártires ('Mont martyrum'), pero han acabado llegando los inmuebles de lujo. A las faldas de la montaña todavía encuentras artesanos locales, pero arriba, bajo el Sacré Coeur, es un parque de atracciones”, lamenta.

El espíritu reivindicativo

¿Podrán sostener el patrimonio y memoria histórica de Montmartre las páginas de un periódico? Nouat se lo ha propuesto. Y muchas firmas de literatos, dibujantes, lo apoyan. De los 10 colaboradores que escriben y dibujan altruistamente en su 'Chat Noir', no conocía a ninguno. “Los encuentros se han hecho naturalmente y tengo muchas peticiones”, dice. El espíritu reivindicativo del auténtico Montmartre ha sido un imán, atracción por el mítico cabaret y todo lo que con él bullía en aquel barrio de bulevares, prostitución y crímenes.

Cada mes, Nouat presenta un nuevo número, 1.000 ejemplares numerados y al precio de 3 euros. Para muchos turistas es un souvenir. Para él y para el barrio, es un latido vital. El próximo año, tendrá el honor de publicar textos inéditos de Boris Vian. El periódico vive únicamente de sus ventas y abonados. Trabajamos con los museos para hacer exposiciones y con las escuelas, también con el Vieux Montmartre, asociación formada por montmartrenses y enamorados de Montmartre que perpetúa el espíritu del monte marcado por un ‘arte de vivir’, alimentado de humor, convivialidad y sensibilidad artística. «Tratamos de convencer a los elegidos –políticos- para que den la oportunidad a los habitantes de acoger a sus visitantes y turistas correctamente. Porque hoy son los grandes comerciantes quienes hacen la ley contra los habitantes”, sentencia Nouat.

La Maison Rose y Els Quatre Gats

Laurence Miolano es otra protagonista de ese Montmartre que reivindica su autenticidad. Ha resucitado el restaurante que su abuela compró al pintor barcelonés Ramon Pichot, la cantina que frecuentaron Aznavour, Piaf, Brel y Camus, y donde Picasso se alojó y pintó, antes de hacerlo en su taller del Bateau Lavoir. Es La Maison Rose, al inicio de la calle del Abreuvoir, una casa donde el rosado exterior es mimo en el trato y en el chup-chup de su cocina. Desde la esquina donde está se ven las viñas del Clos Montmartre. Producen 1.000 botellas de vino al año y organizan la fiesta de la vendimia.