360º

El rock es satánico en el Brasil de Bolsonaro

La ultraderecha recurre a la censura cultural para mudificar los gustos y las costumbres

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en la toma de posesión del ministro de Defensa, el 2 de mayo del 2019.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en la toma de posesión del ministro de Defensa, el 2 de mayo del 2019. / EFE / JOEDSON ALVES

Abel Gilbert

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La ultraderecha brasileña tiene un anhelo que en otros tiempos habría resultado inconfesable: modelar a la sociedad a imagen y semejanzas de sus lecturas bíblicas.  A casi un año de la llegada a la presidencia del ex capitán Jair Bolsonaro, la misma música se ha convertido en uno de los nuevos campos de batalla de su cruzada cultural. "El rock activa la droga del sexo, que activa la industria del aborto. Y la industria del aborto alimenta una cosa mucho más pesada, que es el satanismo. El propio John Lennon ha dicho abiertamente que ha hecho un pacto con Satanás", sentenció Dante Mantovani, un director de orquesta pueblerino que acaba de ser nombrado al frente de la estratégica Fundación Nacional de las Artes (Funarte). Periodista y youtuber vocacional, Mantovani no puede creer que a los brasileños le gusten tanto Los Beatles. El cuarteto de Liverpool, asegura, ha sido creado en 1962 para "para combatir el capitalismo e implantar la sociedad comunista". Los Beatles en rigor fueron una idea de "agentes soviéticos que se infiltraron en la industria fonográfica norteamericana" y que insertaron "ciertos elementos en la música para realizar experimentos e ingeniaría social con niños y adolescentes".

Mantovani es seguidor entusiasta de Olavo de Carvalho, un astrólogo paulista residente en Estados Unidos a quien la familia Bolsonaro ha adoptado como su propio gurú. Miembro de la Cumbre Conservadora de las Américas, el nuevo director de Funarte sostiene también que  "la Unesco es una máquina de propaganda en favor de la pedofilia".  Él cree saber cómo combatir ese flagelo: los niños brasileños deberían educarse en el canto gregoriano como si vivieran en una abadía medieval.

La designación de Mantavani ha provocado perplejidad. Fue nombrado por el nuevo secretario de Cultura, Roberto Alvim, un director teatral que abandonó el vanguardismo escénico de décadas atrás para convertirse en un soldado de la guerra santa contra el "marxismo cultural". Bolsonaro les ha dado cobijo como parte del giro radical en las costumbres y gustos que intenta llevar adelante sostenido por el evangelismo. "Cierto tipo de obras ya no serán financiadas con dinero público. Esto no es censura, esto es preservar los valores cristianos", dijo semanas atrás cuando decretó en los hechos la defunción de la Agencia Nacional de Cine (Ancine).

La censura empieza a ser sin embatgo una moneda corriente de un país donde la industria cultural representa más del 1,5% del PIB. Arnaldo Antunes, un cantante, compositor y poeta que fue parte del grupo de rock Titãs e integra el célebre trío Tribalistas, acaba de experimentarla en carne propia. Su canción "Lo real resiste" ha sido prohibida en la televisión: "La milicia (racista) no existe. El torturador no existe. El fundamentalista no existe. El terraplanista no existe…Lo real se resiste. Es solo una pesadilla, luego desaparece", canta no obstante Antunes a quien quiera escucharlo.

El estado de creciente intolerancia ha llevado al Caetano Veloso y otros artistas de renombre a pedir una audiencia pública con Cármen Lúcia, integrante del Tribunal Supremo.  Le hablaron del miedo que se siente en los ambientes culturales. Caetano le aseguró a la jueza que el nuevo clima intimidatorio es diferente al de la de la dictadura militar (1964-1985). En la actualidad , dijo Veloso, "hay un movimiento estrechamente vinculado a una cuestión de valores cristianos…he estado escuchando historias bastante aterradoras". Después de escuchar a sus interlocutores, Lúcia lanzó un sermón: "la censura no se debate, contra la censura se lucha". 

Mantovani y Alvim, entre otros, están orgullosos de su papel de nuevos inquisidores, a la altura de los ministros y secretarios que quieren refundar el sistema educativo. El pesimismo cunde en Brasil. Al menos queda la ironía. "El año va a ser bueno. Las escuelas enseñarán que la tierra es plana y que Dios la creó de esa manera, y esa es la verdad por la cual seremos liberados", escribió en Folha de Sao Paulo Marcos Augusto Gonçalves.

El arte de las balas

La ultraderecha tienes sus propios artistas. El carioca <strong>Rodrigo Camacho</strong> ha realizado un retrato del presidente Jair Bolsonaro con cartuchos de balas. Días atrás utilizó cartuchos de metralla para confeccionar la imagen de Sergio Moro, el ministro de Justicia y Seguridad. "Mi intención es mostrar que cada una de estas piezas pasó por<strong> la mano de un policía</strong>, de un soldado, de un sargento, de personas que entrenan para defendernos", ha dicho Camacho. Parte de esos proyectiles acaban se cegar la vida de 15 jóvenes en Río de Janeiro durante un baile en las barriadas pobres.