Patio de butacas
Händel, la llegada de 'El Mesías'
Como cada temporada, en las salas de conciertos reina el oratorio barroco más conocido del compositor
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
Olga Merino
Ya se echa encima la Navidad, y con ella el anuncio de la lotería, las cenas de empresa y las sobremesas donde medra el cuñadismo, alimentado por el inacabable tetris que está siendo la investidura de Pedro Sánchez. Entre tanto, como cada temporada, en las salas de conciertos reina 'El Mesías', de Georg Friedrich Händel (1685-1759): aparte del que programó el martes pasado el Palau, con la London & Vienna Kammerorchester, L’Auditori ofrece una versión completa, sin tijeretazos ni resúmenes descafeinados, con la Orquestra Sinfónica de Barcelona y Nacional de Catalunya (OBC), dirigida, cómo no, por el maestro japonés Kazushi Ono, para los días 13, 14 y 15 de diciembre.
El oratorio barroco más conocido de Händel, de origen germano pero trasplantado a Inglaterra, fue concebido curiosamente como ofrenda musical para la Semana Santa, y por ello se estrenó el 13 de abril de 1742 en el Neal’s Musick Hall de Dublín, situado en la zona de pubs de Temple Bar. La pieza cosechó un exitazo sin precedentes: 700 personas se apretujaron en el recinto aun cuando la organización había advertido a las damas que acudieran al evento sin el armatoste del miriñaque bajo los vestidos para que cupiera más gente en la sala.
Aquejado de apoplejía
'El Mesías', ahí es nada. Una obra mayúscula a cuyo alumbramiento Stefan Zweig dedicó una miniatura deliciosa en 'Momentos estelares de la humanidad', el capítulo titulado 'La resurrección de Händel'. No se levantó de entre los muertos pero casi: el compositor estaba en las últimas, abatido, sin ganas de vivir ni peniques en la faltriquera para callar a los acreedores, después de que una apoplejía le hubiera paralizado la mano derecha. Además, los gustos del público estaban cambiando en detrimento de la ópera, que requería producciones mucho más costosas.
Sin embargo, unos baños calientes en las milagrosas aguas termales de Aix-la-Chapelle (Aquisgrán) y la fe en su talento para la música le hicieron resurgir de la ceniza fría. En tres semanas de actividad febril, logró culminar su obra magna, un oratorio que Joan Vives, divulgador musical e instrumentista de flauta de pico, califica de «puñetazo en el alma». Una composición «muy brillante», «punto de inflexión» en su trayectoria y «antológica», porque resume el estilo del maestro, todos sus hallazgos. Vives, presentador del programa 'Tots els matins del món', de Catalunya Música, acaba de regresar precisamente de un viaje a Londres, organizado por Baraka y Té de Tertúlia, adonde ha acompañado a los participantes por los escenarios que frecuentó Händel y al 'Mesías participativo' ('Messiah from scratch'), que tuvo lugar el pasado 7 de diciembre en el Royal Albert Hall, con un coro de 3.500 voces.
De entre los fragmentos del oratorio, el experto subraya el archiconocido 'Aleluya', en la segunda parte, un «momento adrenalínico» en que las sopranos van subiendo y subiendo hasta el estallido final (ojalá el lector pudiera escuchar aquí la voz de Vives entonando afinadísima la estrofa «King of kings! Lord of lords!»). También destaca, por supuesto, el carismático 'Amén' final, una fuga a cuatro voces al estilo alemán.
Zweig, que nos acompañaba al principio, describió así el momento de eclosión creativa y fervor místico, la epifanía particular en que las musas arrastraron a Händel durante la composición de la obra: «Sí, había que incluir en ella todas las voces humanas, las claras y las oscuras, las viriles de los hombres y las suaves de las mujeres, ligarlas y superarlas, en rítmicos coros, ascendiendo y descendiendo como en simbólica escala de Jacob de los sonidos». Un esfuerzo ímprobo que debió de despertarle el apetito; cuentan las crónicas que, en cuanto acabó 'El Mesías', el genio se zampó medio jamón de Yorkshire bien regado con cuatro pintas de cerveza. Casi un preludio de los atracones que se avecinan.
La versión con el coro participativo
'El Messies participatiu' está programado para este viernes en Girona y para el 23 de diciembre en Barcelona, en los Auditori de las respectivas ciudades, bajo la batuta de <strong>Josep Vila </strong>y con la participación de 300 y 450 ‘cantaires’ aficionados. Para calentar motores, la Associació Messies Participatiu, que lo organiza, ha abierto una interesante encuesta: ¿hizo bien el director William Christie en <a href="https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20161222/movil-interrumpe-mesias-haendel-madrid-5708106" target="_blank">expulsar a un espectador</a> del Auditorio de Madrid? Sucedió en el 2016 tras sonar un móvil en platea. Lo echó diciéndole: «Acaba usted de cargarse uno de los pasajes más bellos de una de las obras más hermosas jamás escrita. ¡Fuera!».
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