No solo fútbol

Cría periquitos...

Sin haber ganado un solo partido en Cornellà-El Prat, aun habiendo ya gastado el cartucho del cambio de entrenador, lo que queda de curso va a ser un penar por el alambre

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Josep Martí Blanch

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Cría cuervos. Buenos colegios, esfuerzos de conciliación, mimos a granel. Nada ha servido para escapar del destino que acompaña a los padres maldecidos. Imaginaba un futuro de compadreo paternofilial en comandita alrededor de las tardes de partido. Pero eso era cuando vivía ajeno a la humillación que me aguardaba en la esquina del futuro. Ahí es nada, un hijo del Espanyol y otro que dice que el fútbol es como el cine de domingo de Antena 3, algo de lo que escapar siempre corriendo.

Ya sabemos que hay que matar al padre. Pero, ¿era necesario tanto ensañamiento? Juro que hice los deberes: aún estaban en la clínica donde nacieron y ya vestían el uniforme azulgrana, los apunté a la escuela de fútbol del Europa y con los primeros pasos se hicieron la foto de rigor con la plantilla del Barça en el césped del Camp Nou. Nada sirvió. Tampoco el chantaje. ¿La PlayStation a cambio de ver el partido con unas palomitas recién hechas? ¡Que te zurzan!

Todo esto me vino a la cabeza viendo a Messi brindar a la afición del Camp Nou su sexto Balón de Oro en compañía de sus tres hijos. El pobre no sabe lo que le aguarda. Que vaya preparándose para lo peor. Le queremos bien, pero por estadística uno de sus retoños podría acabar como tatuador de palabras en chino en espaldas depiladas o incluso algo peor, como 'coach' de directivos o tertuliano.

Con todo, y por muchos disgustos que den los críos, no hay que contradecir jamás la Ley Natural del darlo todo y recibir poco. Recibir poco es, por ejemplo, que te llamen por teléfono después del 4-0 de Anfield del año pasado para cantarte la canción del descojone a cuenta de tu disgusto. Darlo todo, en cambio, incluye preocuparse incluso por el Espanyol si uno de tus retoños abraza la fe blanquiazul y los periquitos llegan a la mitad del campeonato hundidos en la cola de la clasificación.

Ser padre es un oficio sacrificado, aunque no llega al nivel de autoinmolación que va aparejado al ser del Espanyol. Esto se sitúa en una categoría inalcanzable de sufrimiento para la mayoría de los mortales. Están hechos los pericos de otra pasta, cocida en el molde del a contracorriente. ¡Qué duro es ver a los hijos equivocarse! Bien es cierto que la cosa siempre puede empeorar hasta acabar, supongamos, viendo a tus descendientes matriculados en una facultad de filología o bellas artes. ¡Que ni Dios o el azar nos envíen todo lo que somos capaces de soportar!

El Espanyol anda escribiendo un párrafo que muy bien podría incluir la frase «entre todos lo mataron y él solito se murió» antes del punto y final de la temporada. Sin haber ganado un solo partido en Cornellà-El Prat, aun habiendo ya gastado el cartucho del cambio de entrenador, lo que queda de curso va a ser un penar por el alambre. La respuesta al «necesitamos tíos de verdad, no podemos ir por ahí con pipiolos», con la que se despachó Machín tras el ridículo ante Osasuna ha llegado por boca del vicepresidente García Pont tras la tradicional derrota de cada año en el Bernabéu. Dice el directivo que algo habrá que fichar pero con prudencia, que no es cuestión de arruinarse. Con tantos chinos comiéndose el mundo y al Espanyol tuvo que tocarle en suerte el rácano y cicatero Mr. Chen. Si naciste para martillo del cielo te caen los clavos.

Hay que esperar siempre poco de los propietarios. Pero en cambio sí es inaudita la actitud de los aficionados. Sorprende que, dadas sus dramáticas circunstancias, sigan tan conformes con el alpiste que les vienen sirviendo. Uno espera de quien tiene el coraje y el carácter de abrazar colores minoritarios menos mansedumbre y más mala leche. No es que no muerda el equipo, es que tampoco lo hace la afición. Ha pasado media liga y el olor es de pretemporada. ¡Señores! ¡Que se van a segunda! ¡Despierten de una vez! No es que me quite el sueño. Pero entiendan, por los hijos se sufre. ¡Y mucho!

Una especie en expansión

Este año, el Espanyol visitó la pajarería en busca de un nuevo periquito que le sirviera de imagen gráfica para ilustrar lo que iba a ser una nueva época tras clasificarse para la Europa League. Encontraron un ejemplar con una mirada más imponente, con una actitud más desafiante y una presencia más descarada, según explicó el club; que también decidió abandonar el lema ‘Una maravillosa minoría’ sustituyéndolo por el más optimista ‘Una especie en expansión’. Renovar los dibujitos es siempre una buena idea. Pero para un equipo de fútbol que quiera expandirse hay otra mejor: un proyecto deportivo estable y duradero.