Que no pare la música

Jane Birkin, más allá del amor y la muerte

La cantante y actriz detalla su relación de dependencia mutua con Serge Gainsbourg en sendos libros de memorias al tiempo que presenta su disco 'Le symphonique', con piezas del desaparecido compositor, en el festival Temporada Alta, de Girona

zentauroepp43594621 contra191107161540

zentauroepp43594621 contra191107161540 / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Del cruce del amor y la muerte están hechas muchas obras de ficción, pero la ecuación es más turbadora cuando hablamos de la realidad, que puede llegar a poner en evidencia ciertos postureos. No hay simulación en la historia de Jane Birkin, precisada ahora en esos diarios que ha publicado en dos volúmenes, como si cada uno reflejara no ya una etapa sino una vida distinta. El primero, ‘Munkey diaries’, vio la luz hace un año en Francia, y el segundo, ‘Post-scriptum’, ha salido hace unos días. Uno alcanza hasta 1981, y el otro se interrumpe con brusquedad en el 2013. Y en ambos se respira la presencia de Serge Gainsbourg, ya sea en materia como en espíritu.

Repasando el carrerón de Birkin, y esos doce años con Gainsbourg en los que ambos pusieron el huso horario del revés, buceando en la noche infinita y el alcohol, es fácil entender que de vez en cuando se viera inclinada a fijar algunos pensamientos en negro sobre blanco para no perder del todo la orientación. Estas páginas llenas de notas mundanas y reflexiones a corazón abierto nos hablan de una dependencia mutua llevada a las últimas consecuencias: hasta la autodestrucción y, un paso más allá, la sublimación en una obra artística.

"Un tipo bastante degenerado"

El retrato de la inglesita inocente y el sátiro entra en crisis: a Jane, que, en 1968, con 21 años, estaba casada con el compositor John Barry y tenía una hija, Kate, le intrigó ver en Serge a un tipo “bastante degenerado, pero puro al mismo tiempo”. Explosiva ecuación que ella alimentó a gusto, llevándolo de ruta por los prostíbulos de Pigalle. Tras la escandalera de ‘Je t’aime... moi non plus’, Jane Birkin caminó de la mano de Gainsbourg hasta que no pudo más: el alcohol transformaba a su amante, al padre de su segunda hija, Charlotte, en un individuo irreconocible. “Tengo 33 años y me apetece vivir como quiera, sin ser dominada, sin miedo, sin vergüenza”, escribe.

Lo más llamativo viene en adelante. Birkin lo deja, pero nunca llega a despegarse del todo de él. Gainsbourg deambula como alma en pena, sin perderla de vista y dedicándole sus mejores canciones. Piezas en las que no trata de ponerse en su lugar, sino que hablan de él, de su yo herido y su desconsuelo, y que le anima a cantar atándola corto. Ella no lo evita. En la melancólica canción ‘Fuir le bonheur de peur qu’il ne se sauve’ canta textos que son rosas espinosas: “Dime que me amas todavía si te atreves / Me encantaría que encontraras algo mejor”.

Imagen saboteada

Jane se cortó el pelo y masculinizó su vestuario, saboteando su imagen de siempre. Pasó crisis de inseguridad (“no soy nadie”) y se unió al realizador Jacques Doillon, el primero en ofrecerle una película, ‘La hija pródiga’, sin frivolidades ni destapes. Pero lo que le aterraba era verse cualquier día en la portada de ‘Paris Match’ luciendo felicidad y embarazo, una foto que heriría a Serge.

En 1991, Gainsbourg se fue de un infarto y de repente a ella todo le pareció “borroso, pero con la precisión de una pesadilla”. Cataclismo en alta definición. Grabó discos con varios autores porque, pensó, era mejor serle infiel con muchos hombres que con uno solo. Sin tener una voz consistente ni apenas componer, hay cualidades de artista en Jane Birkin, aunque haya acabado volviendo a Serge una y otra vez en discos y espectáculos.

Sus diarios se detienen en el 2013, año en que su primera hija, Kate, murió al caer de un cuarto piso. No sabía entonces que todavía le aguardaba otro revés, una leucemia que la mantuvo en tratamiento durante año y medio. Ha salido adelante, buscando cobijo y luz, una vez más, en Serge Gainsbourg, en las canciones que escribió para ella, y ahí está ese hermoso disco orquestal, ‘Le symphonique’, que recorrerá este sábado en el festival Temporada Alta, de Girona. Siempre con su indestructible sonrisa, cantando más allá del amor y la muerte y haciendo de su vida una obra de arte, vulnerable y triunfal.

Junto a Gainsbourg en Temporada Alta

Tras casi una década sin publicar discos,<strong> Jane Birkin</strong> confió de nuevo en Gainsboug en ‘Le symphonique’ (2017), un disco en el que recorre composiciones significativas como ‘Valse de Melody’, ‘La chanson de Prévert’ o ‘La javanaise’. No puede haber lugar para ‘Je t’aime... moi non plus’, pieza imposible de desplazar de su tiempo y su lugar. Tras recorrer ese repertorio el año pasado en una soleada tarde en el Primavera Sound, con la Simfònica del Vallès y el minutaje reducido, Birkin lo revisitará en el Teatre Auditori de Girona en una versión más amplia y en formato de orquesta de cámara.