30 años después

Derartu Tulu y Elana Meyer reviven en Montjuïc su icónico gesto antiapartheid en Barcelona-92

“Compartíamos las mismas emociones, nos miramos, sonreímos y nos pusimos a dar la vuelta… Las emociones eran más importantes que las palabras”, ha explicado la campeona etíope de 10.000 metros

"El impacto que tuvo fue algo inesperado. Como decía Nelson Mandela, el deporte tiene el poder para cambiar el mundo", ha recalcado la atleta sudafricana, que logró la medalla de plata

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A1-156901888.jpg / ZOWY VOETEN

José Carlos Sorribes

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La historia del deporte está repleta de momentos que van más allá de marcas, resultados, récords, victorias y derrotas. Pero pocos tan icónicos como el que protagonizaron en los Juegos de Barcelona-92 la etíope Derartu Tulu y la sudafricana Elana Meyer en la final de 10.000 metros. Ambas atletas han rememorado este mediodía en el Museu Olímpic Joan Antoni Samaranch y, después, en el propio Estadi Olímpic Lluís Companys aquella vuelta de honor que fue todo un mensaje de unidad africana, contra el racismo y contra el apartheid. Después de que Tulu doblegara a sus rivales, sobre todo a la subcampeona Meyer, al toque de campana con un ataque en la última vuelta, la 25, llegó una celebración con una vuelta de honor, la 26, que ha devenido imborrable en los anales del olimpismo.

“Compartíamos las mismas emociones, nos miramos, sonreímos y nos pusimos a dar la vuelta… Las emociones eran más importantes que las palabras”, ha explicado Tulu sobre cómo nació esa espontánea celebración. Entonces era una joven de 20 años nacida en una aldea que no hablaba inglés. Hoy lo entiende, pero prefiere expresarse en su idioma y cuenta con la ayuda de una traductora. “Fue un día extraordinario para mí y para mi país”, ha recordado Meyer en alusión a que solo nueve meses antes de los Juegos se admitió el regreso de Sudáfrica al olimpismo tras 32 años de ausencia.

El recuerdo de Mandela

Emoción, unidad africana y los valores del deporte han sido mensajes que tanto Tulu como Meyer han verbalizado en un acto con una solemnidad acorde con aquella noche del 7 de agosto de 1992. “Di lo mejor de mi misma.Y esa vuelta 26 dio todo el significado a la carrera, más que las 25 anteriores. Fue algo inesperado el impacto que tuvo. Como decía Nelson Mandela, el deporte tiene el poder para cambiar el mundo”, ha señalado Meyer, quien ha recordado que Madiba, entonces presidente del Congreso Nacional Africano, transmitió su “inspiración y energía” a toda la delegación sudafricana. Tulu, por su parte, recordó la impactante emotividad de aquella noche. “Desde entonces, Elana no es solo popular en su país, también lo es en Etiopía”.

La etíope vestía este mediodía el chándal oficial de su país, cuya federación de atletismo hoy preside después de una enorme carrera. Fue la primera campeona olímpica africana negra y repitió oro en la misma prueba en Sydney-2000. Es además prima de las hemanas Dibaba, otros dos talentos del atletismo etíope. Meyer firmó otro brillante historial y, por ejemplo, llegó a poseer en 1999 la mejor marca mundial de medio maratón. Ella lucía una camiseta negra no menos simbólica, con la silueta de Africa. “Es un continente único, diferente, que aún tiene muchos retos deportivos por delante”, ha sentenciado.

Meyer y Tulu llevan la bandera que la primera enarboló tras la final de 10.000 metros y que ha donado al Museu Olímpic.

Meyer y Tulu llevan la bandera que la primera enarboló tras la final de 10.000 metros y que ha donado al Museu Olímpic. / ZOWY VOETEN

Hoy dirige una academia de formación deportiva y educativa para jóvenes atletas de su país y es también embajadora del maratón de Ciudad del Cabo, su ciudad. “Los mejores fondistas africanos no han corrido nunca un maratón en África”, ha recordado citando expresamente a Eliud Kipchoge, el fenómeno keniano. “Queremos que Ciudad del Cabo sea en tres años la séptima ‘major’”, ha dicho sobre el objetivo sumamente ambicioso de entrar en el circuito de las grandes ciudades maratonianas. Suena a utópico pero el recuerdo de lo que sucedió hace tres décadas juega a su favor.

Derarte Tulu y Elena Meyer

Derartu Tulu y Elana Meyer, tras la final de 10.000 metros de Barcelona-92. / El Periódico

Tras las declaraciones ha llegado el momento que quizá más esperaban: el regreso al Estadi Olímpic. Han entrado por la puerta de maratón abrazadas de forma espontánea y han descendido al tartán, hoy azul y no el de color terroso tradicional que ellas pisaron, para plasmar ante los medios gráficos un reencuentro que no solo ha sido por esos 30 años. Porque en el caso de Tulu no había vuelto a Barcelona desde aquella cita olímpica. Meyer lo ha hecho esta vez acompañada de su marido y sus dos hijos adolescentes. Y en su bolsa de viaje traía un símbolo que ha donado al Museu Olímpic: la bandera con la que dio la vuelta de honor al estadio junto a Tulu. De fondo blanco, con los aros olímpicos y trazos alusivos a su país de origen. Un detalle a la altura de su gesto del 92.

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