Los 92 DEL 92

Javier García Chico, salto de bronce en el momento más oportuno

"Dormí perfectamente y estaba muy tranquilo. Me notaba en una forma espectacular aquel día", recuerda el hoy entrenador en el Club Atletismo Cordobés

gARCIA cHICO

gARCIA cHICO / IGNASI PAREDES

José Carlos Sorribes

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Un año antes de los Juegos del 92, Javier García Chico (Barcelona, 1966) se rompió el codo al caer fuera de la colchoneta en un salto. El médico le dijo que «nunca más» podría volver a estirar el brazo. Pronóstico equivocado. Tras una recuperación de horas y horas, ese brazo se estiró un año después con una pértiga entre las manos para superar los 5,75 metros. Con esa altura, se colgó una medalla de bronce olímpica. Y, además, en su ciudad. «Era una tarde complicada para saltar, con mucho viento en contra, racheado, y humedad en el estadio». Bien que lo comprobó el gran favorito, Serguei Bubka. Su clamoroso fallo aupó a sus rivales. Entre ellos, García Chico, que logró un éxito inesperado, menos para él. «Dormí perfectamente y estaba muy tranquilo. Me notaba en una forma espectacular. Entrenando pasaba fácil sobre 5,70».

El joven de Les Corts había alcanzado su cima después de dedicar 20 años de su vida a superar listones situados a la altura de dos pisos. A los 17 ya era internacional absoluto y estuvo en cuatro JJOO hasta Sydney-2000. «Ahí acabó en realidad mi carrera, aunque mi club [el Chapín de Jerez] me pidió que siguiera unos años para competir en las ligas. Casi ni entrenaba, un par de veces a la semana».

Licenciado en Publicidad, tras su retirada trabajó en una agencia y una productora de televisión. A los 38 años dio un volantazo a su vida personal y profesional al mudarse a Soria, donde fue técnico del Centro de Alto Entrenamiento y Promoción deportiva. Estuvo allí 15 años antes de instalarse en Córdoba, de donde es su mujer. Hoy es entrenador del modesto Club Atletismo Cordobés. «Es un hobby. He vivido toda mi vida del atletismo, y en este país poca gente puede decirlo». Él fue, además, uno de los beneficiarios de la Libreta de los Campeones de la Caixa. Al cumplir 50 años recibió 300.000 euros por aquel salto de bronce en una tarde ventosa en Montjuïc.