LOS 92 DEL 92

Manel Estiarte: "Fuimos unos privilegiados por poder vivir esos Juegos"

La llorada plata del waterpolo se convirtió en oro cuatro años después en Atlanta

Manel Estiarte, durante la entrevista con EL PERIÓDICO.

Manel Estiarte, durante la entrevista con EL PERIÓDICO.

Joan Domènech

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Su estampa era la viva imagen de la desesperación. El rostro, descompuesto, reflejaba el dolor de alguien que ha perdido la oportunidad de su vida, desconociendo, sin embargo, que esa oportunidad se presentaría por segunda vez cuatro años más tarde en Atlanta. No fue obra del azar ni un guiño del destino. Aquella generación de waterpolistas marcó una edad de oro. Pero se llevaron la plata, en la amarga final frente a Italia, en la piscina Bernat Picornell en la soleada jornada del 9 de julio.

"Me acuerdo de todo y no me acuerdo de nada. No puedo ni quiero reducir a un recuerdo la experiencia de Barcelona-92. No quiero reducirlo al cansancio de los entrenamientos de la montaña con Matutinovic [el seleccionador], la amargura de la plata, el abrazo llorando con mi madre...", cuenta Manel Estiarte (Manresa, 1961) desde Pescara, su hogar italiano en el que se estableció desde que jugara allí en dos etapas. Es su hogar sentimental, espiritual y familiar, aunque reside en Manchester, donde trabaja colaborando con Pep Guardiola en el City.

Manel Estiarte, durante la elaboración de un documental.

Manel Estiarte, durante la elaboración de un documental. / EP

'Il Maradonna della pallanuoto'

Sobra decir que Estiarte, el mejor waterpolista de todos los tiempos (seis años consecutivos nombrado mejor jugador del mundo), seis Juegos Olímpicos disputados (de 1980 a 2000), máximo goleador y récord de internacionalidades con España, Il Maradonna della pallanuoto, así le apodaron en Italia, es una autoridad deportiva, más allá de ser miembro del Comité Olímpico Internacional.

La retahíla de títulos, menciones y honores complementan la pasión con la que Estiarte ha dedicado a su vida deportiva. Lloroso se le vio, de felicidad, en el césped del Etihad celebrando la última Premier con el City, en el agónico partido ante el Aston Villa, luego de transformar un 0-2 en el 3-2 que daba el título. Manel se vio a sí mismo gritar una expresión serbia malsonante, rabiosa de alegría esta vez.

Guardiola, junto a su amigo Manel Estiarte, en el césped del Calderón tras su último partido como técnico del Barça en el 2012.

Guardiola, junto a su amigo Manel Estiarte, en el césped del Calderón tras su último partido como técnico del Barça en el 2012. / Jordi Cotrina

"Con Pep hemos hablado muchas veces de seguir unos Juegos en vivo", confiesa. Una relación surgida en el 92 entre dos brillantes deportistas separados por los 12 minutos que distan entre Santpedor de Manresa, y que se ha ido estrechando en el ámbito profesional, desde que Guardiola le quisiera a su lado al ser nombrado entrenador del Barça. Estiarte le siguió a Múnich y a Manchester, inseparables como son, apareciendo en la misma página.

La plata no ha perdido brillo con el tiempo. Acaso ha adquirido con el tiempo una pátina de valor pese a que era el premio de un partido perdido dolorosamente –en casa, ante una Italia con la que se había empatado en la liguilla previa, en la tercera prórroga, al filo del tiempo cumplido-, pero no una derrota.

"Fue un privilegio haber vivido aquellos Juegos", asegura Estiarte, a modo de corolario global en el que caben desde «un equipo de leyenda, de hermanos, con Jesús [Rollán], que ya no está», al ambiente de una ciudad risueña, luminosa, "que quería de verdad los Juegos". Aquella unanimidad ha desaparecido, y Barcelona, tan calurosa entonces, sofocante, todavía, ha derretido la posibilidad de albergar los de invierno de 2030. 

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