LOS 92 DEL 92

Javier Escobar, el hombre que puso glamur

Impulsó el desfile de 25 supermodelos como Schiffer, Campbell y Mascó

Javier Escobar, a la derecha, con Miguel Bosé y una acompañante en el restaurante Tragaluz de Barcelona

Javier Escobar, a la derecha, con Miguel Bosé y una acompañante en el restaurante Tragaluz de Barcelona / ELISENDA PONS

Iosu de la Torre

Iosu de la Torre

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No hubo otro personaje más singular moviéndose en las bambalinas de los Juegos de Barcelona que Javier Escobar (1954-2020). El referente de lo que debe ser un gran relaciones públicas, capaz de sumar voluntades, alegrar vidas y elevar a cualquier personaje que se lo mereciese o no. El 92 fue el año del amigo de las supermodelos y de las estrellas de Hollywood que mayoritariamente conocíamos a través de las revistas del corazón y la moda. Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Linda Evangelista, Judit Mascó, hasta las 25 elegidas, las musas de Barcelona, desfilaron en la pasarela olímpica de la mano de Escobar. 

Era joven, alto, elegante, como salido de una dinastía kennediana, seductor, políglota, hiperactivo. Nadie como él administrando los pasos de las selectivas alfombras rojas. Glamur en vena, el que antes de los 90 le llevó a ser modelo y protagonista de la portada de la revista 'Vogue', en un tiempo en el que el cantante Miguel Bosé marcó parte de su existencia. En aquella Barcelona que comenzaba a vislumbrarse en el globo terráqueo no hubo acontecimiento que no contase con Escobar, impulsor de la agencia Buque, al que recuerdo organizando séquitos de ricos y famosos en la boda de la hija mayor de Juan Carlos con Jaime de Marichalar en Sevilla, distribuyendo pasajes de la aristocracia invitada a la inauguración de una rotativa en Poblenou, abriendo paso a Michael Douglas y Jack Nicholson por Montjuïc o discutiendo alegremente con Xavier Agulló en un apartado de las Torres de Ávila, el antro de moda en aquellas madrugadas olímpicas. Era seductor, inteligente, sensible y excesivamente nervioso. Su otra vida, después de las bambalinas, siempre fue agitada en extremo, aunque siempre pudo situarla en segundo plano, lejos del negocio que tan bien manejaba.

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