LOS 92 DEL 92

Martin López Zubero, el héroe que emergió de las Picornell

Martín López Zubero en la final de 200 metros espalda en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992

Martín López Zubero en la final de 200 metros espalda en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 / JOAN CORTADELLAS

Luis Mendiola

Luis Mendiola

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Apenas hay noticias de Martin López Zubero (Jacksonville, 53 años), uno de los grandes héroes de la Barcelona del 92, integrante de una de las sagas memorables del deporte en España. Su hermano David ya hizo historia con la primera medalla olímpica de la natación española. Su hermana, Julia, también llegó a ser olímpica con la selección. Martín fue el que alcanzó la cima del Olimpo, el héroe que emergió de las piscinas Picornell para ganar el oro en los 200 espalda. 

Cada vez que se celebra algún aniversario o se rememoran las gestas, su nombre surge como de pasada, porque con la misma discreción que llevó su carrera, Martín continúa con su vida en Jacksonville (Florida), ciudad donde se crió y sigue arraigado y trabaja como responsable de natación de la Escuela Episcopal.

Criado en Florida, donde reside, su padre fue clave para que compitiera por España

Su historia sería inexplicable sin el empeño de su padre, José Luis, que nació en Zaragoza en 1931, emigró a EEUU, donde estudió oftalmología, se casó y tuvo a sus tres hijos. Allí creó una fundación sanitaria de ayuda a países pobres, con la que viajó por todo el mundo, pero siempre mantuvo el apego a su tierra. Los López Zubero volvían cada año en verano a visitar a la familia. Fue esa estima que José Luis, ya fallecido, consiguió transmitirle a sus hijos, la que les impulsó a competir por España. Antes de su gran día, los medios estadounidenses quisieron que explicara sus sentimientos. López Zubero fue contundente. Dijo que se sentía español, que en casa vivía como un español y que estaba orgulloso de nadar ante su propio público.

Fue en las piscinas Picornell, ante 10.000 entregados espectadores, donde Martín logró su gesta un 28 de julio, después de protagonizar una remontada espectacular. “Tenía mucha presión”, dice, “porque llegaba como recordman de 200 espalda y campeón del mundo. Cualquier cosa que no fuera el oro habría sido un fracaso. Perder no era una opción”.

“Después de la carrera me llevaron a conocer a la Reina y fue un honor”, admitió; “pero mi mejor recuerdo fue justo después de la ceremonia de medallas. Las tribunas estaban abarrotadas y allí pude ver a mi padre. Siempre había estado ahí, apoyándome. No habría conseguido el oro sin su ayuda. Ese momento fue inolvidable”.

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