LOS 92 DEL 92

Antoni Rossich, la batuta de la caravana del fuego olímpico

Antoni Rossich, en su etapa como director general del FC Barcelona.

Antoni Rossich, en su etapa como director general del FC Barcelona.

Albert Guasch

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Antoni Rossich llevaba cinco años en el COOB’92 al frente de un productivo departamento de márketing -«un colectivo fantástico, variado y lleno de ilusión», subraya- cuando José Miguel Abad le propuso en octubre de 1991 hacerse cargo del recorrido de la antorcha olímpica por toda la geografía española. Un reto monumental al que Rossich respondió con una palabra: «Encantado». Fueron 43 días por más de 600 localidades dirigiendo un operativo de 220 personas, seguridad aparte, que acompañó a unos 10.000 portadores de la antorcha. 

«Recuerdo que entonces vivíamos con la sensación de estar haciendo algo importante. Los Juegos fueron un éxito que superó nuestras expectativas. El efecto que tuvo sobre Barcelona y Catalunya fue espectacular», rememora Rossich desde Panamá, donde reside en la actualidad. La caravana del fuego olímpico salió también la mar de bien, desde el mágico día de Empúries hasta la llegada a Barcelona, no sin un esfuerzo máximo. «En las etapas por Catalunya dormimos una media de dos horas; el resto, unas cuatro. Pero la clave fue tener a todos los niveles organizativos a las personas adecuadas, capaces de tomar decisiones en cualquier momento», señala el director, a quien siempre se le reconoció un liderazgo exigente que supo hacer equipo.

Rossich, que luego trabajó en el negocio internacional de Planeta y fue director general del Barça de Sandro Rosell entre otros cometidos, observa que el viaje de la antorcha era el primer escaparate de los Juegos. «Éramos conscientes de ser la imagen de la organización y de que si funcionaba bien eso generaría cierta tranquilidad sobre lo que pasaría luego. Los catalanes somos ‘patidors’ y la gente sufría», explica riendo. De todos esos días recuerda con particular intensidad el desembarco en Empúries. «Un espectáculo muy complicado de organizar pero de una sensibilidad mediterránea brutal. Aún hoy si lo veo me emociono», remacha.