LAS ESTRELLAS EXTRANJERAS DE BARCELONA-92

Bajo el embrujo del 'dream team'

Nadie pudo igualar el brillo de los ídolos de la NBA, que acudían por primera vez a unos Juegos

Los integrantes del 'dream team' reciben de Samaranch la medalla de oro. Abajo, la argelina Hasiba Boulmerka, campeona en los 1.500 metros.

Los integrantes del 'dream team' reciben de Samaranch la medalla de oro. Abajo, la argelina Hasiba Boulmerka, campeona en los 1.500 metros.

LUIS MENDIOLA

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Michael Jordan, Magic Johnson, Magic JohnsonLarry Bird <strong>Charles Barkley</strong>. El 'casting' de la NBA para Barcelona-92 resultó inigualable. Nadie en la cita olímpica pudo competir en brillo con las estrellas del baloncesto estadounidense. Nadie. Acapararon el protagonismo de principio a fin convirtiéndose en los indiscutibles reyes de los Juegos, a pesar del magnetismo de Carl Lewis en el estadio de Montjuïc, donde compartió un papel principal con su compatriotas Gail Devers o la argelina Hassiba Boulmerka o el desafortunado Serguei Bubka. A pesar también del protagonismo de la húngara Krisztina Egerszegi en las piscinas Picornell, o del asombroso gimnasta bielorruso Vitaly Scherbo en el Palau Sant Jordi, que se convirtió en uno de los héroes de aquellos Juegos.

Por primera vez la competición olímpica se abrió a los profesionales de la NBA y Barcelona se entregó a su glamur. Dentro y fuera de la cancha. Barkley se enseñoreó de la noche en la Rambla, después de exhibirse en la cancha partido tras partido, hasta acabar como máximo anotador del torneo. Jordan demostró su condición de competidor nato en las mesas de juego y en los greens del club de golf de El Prat, después de dejar clara su condición de rey frente a todos sus rivales. Magic Johnson disipó, en parte, con su sonrisa el pavor al contagio del virus del SIDA del que, pocos meses antes, anunció que era portador, provocando una conmoción planetaria.

PUERTA ABIERTA

El trabajo en los despachos hacía tiempo que había germinado. El 7 de abril de 1989, la FIBA decidió en un congreso extraordinario abrir la puerta a los profesionales de la NBA. El COI había dado ese mismo paso meses antes en su asamblea. Lo que siguió fue una reacción en cadena. Los estadounidenses querían desquitarse del mal sabor de boca que les dejó la derrota en Seúl-88 ante la URSS de SabonisMarchulonis o Volkov y ante la Yugoslavia de DivacPetrovic y Kukoc. La NBA aspiraba a la globalización. Se cuenta que el sí definitivo llegó en una reunión entre Phil Knight, fundador de NikeDavid Stern, entonces comisionado de la NBA, Michael Jordan y su todopoderoso agente, David Falk. «¿Os dáis cuenta de las repercusiones de todo esto?», les tentó Stern.

IMPACTO GLOBAL

Los ídolos de la NBA hicieron valer su estatus para instalarse fuera de la Vila Olímpica, donde aún así se dejaron ver para empaparse del espíritu de los Juegos. Así que los partidos en el pabellón de Badalona, que albergó todo el torneo, se convirtieron en una sucesión de selfis, aunque la palabra aún estuviera lejos de ponerse de moda, entre los rivales que aprovechaban los prolegómenos y los finales de los encuentros para fotografiarse junto a sus ídolos. Nadie escapó a esa tentación. Ni siquiera los jugadores españoles, que pasaron de puntillas por el torneo, incapaces de responder a las enormes expectativas que se había depositado en ellos.

Entregados al embrujo del equipo estadounidense, Barcelona se convirtió en la primera cita olímpica en la que el baloncesto desplazó al atletismo en los ratings de audiencia. El impacto fue global.

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Los Juegos de Barcelona se distinguieron por el final de los boicots de las grandes potencias, por su modélica inauguración, por el regreso de Sudáfrica después de 28 años de suspensión por el apartheid y sí, sobre todo, por el inigualable 'dream team'.

Así fue como se bautizó aquel equipo de ensueño, compuesto por primera vez por jugadores de la NBA, los mejores del momento: David Robinson, Patrick Ewing, Larry Bird, Scottie Pippen, Michael Jordan, Clyde Drexler, John Stockton, Chris Mullin, Charles Barkley y Magic Johnson. Hubo una excepción: Isaiah Thomas.

El base de los Pistons fue vetado por Jordan, en un episodio que forma parte de la intrahistoria. A ellos se añadió a Christian Laettner, en una muestra de respeto al baloncesto universitario, que hasta entonces había representado a Estados Unidos a nivel internacional.

Aquella selección de talentos privilegiados conquistó la medalla de oro promediando 44 puntos de diferencia. Fue una trituradora para sus rivales. En cuartos cayó Puerto Rico. En semifinales, la Lituania de Sabonis. Y en la final, la Croacia de Petrovic. Su legado fue tan impactante que el término dream team quedó como sinónimo de excelencia. Seguramente  fue el mejor equipo de la historia.

HÉROES DEL ESTADIO

Con sus seis oros, Vitali Scherbo fue el gran protagonista individual de Barcelona. En el Sant Jordi se coronó como campeón en el concurso individual, en suelo, salto, caballo con arcos, paralelas, anillas, barra fija y en equipo y ascendió a la categoría de leyenda, bajo la bandera del Equipo Unificado, que acogió a las antiguas repúblicas de la URSS. Solo Michael Phelps, con sus ocho oros en Pekín-2008, y Mark Spitz, con las siete que logró en Múnich-72, superan en la historia a este campeón olímpico, que vive en Las Vegas (EEUU), donde dirige su propia escuela y que posiblemente  quede para el recuerdo como el mejor gimnasta de la historia olímpica.

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La húngara Krisztina Egerszegi se convirtió en la heroína de las Picornell con sus  oros en 100 y 200 espalda y 400 estilos, un legado que había abierto en Seúl, cuatro años antes, con un oro y una plata en las dos pruebas de espalda y que completó en Atlanta-96 revalidando su oro en 200 espalda y obteniendo un bronce en los estilos.

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También resultaron impactantes los momentos vividos en el estadio de Montjuïc. Desde la eliminación del zar de la pértiga Serguei Bubka, campeón olímpico en Seúl, que hizo tres nulos sobre la primera altura y quedó último, al triunfo de Gail Devers en los 100 metros femeninos, superando una enfermedad personal que dos años antes la tuvo en una silla de ruedas;  el triunfo de la argelina Hasiba Boulmerka en los 1.500 o los dos oros de Carl Lewis en el relevo y en longitud, para encadenar tres títulos consecutivos en esta especialidad.