Sucesos

Los asesinatos con serpientes irrumpen en la India

Jueces y policías de Rajasthan confirman el uso de cobras y víboras como arma para matar en conflictos familiares

Un ejemplar de serpiente cobra real

Un ejemplar de serpiente cobra real / Joan Puig

Adrián Foncillas

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El argumento de la defensa parecía de una solidez granítica. "¿Es posible que sea culpable de asesinato un acusado que estaba muy lejos de la escena del crimen y al que no se le ha encontrado ningún arma?”. Sí, respondió el juez a una pregunta que se pretendía retórica, si ha intervenido una serpiente. “Es ya una tendencia que los delincuentes compren ejemplares a encantadores de serpientes y maten a sus víctimas con sus mordeduras. Se está convirtiendo en habitual en Rajasthan”, razonó el juez aludiendo al estado septentrional que limita con Pakistán. Es el segundo asesinato por serpiente interpuesta que juzgan los tribunales indios en un mes y la Corte Suprema también descarta la casualidad. 

El mediático asesinato de Subodh Devi habla de las debilidades humanas. Su nuera aprovechaba las ausencias del marido militar para frecuentar a su amante y planearon matar a la suegra tras ser descubiertos. Murió en junio de 2019 tras ser mordida por una serpiente. La policía los detuvo seis meses después al descubrir que el día de autos habían intercambiado 124 llamadas. También permanece encarcelado el amigo que compró la serpiente al encantador por 10.000 rupias (115 euros). El tribunal ha denegado esta semana su salida bajo fianza tras desdeñar por inverosímil que la pretendiera por sus propiedades medicinales. 

Las serpientes integran el paisaje de algunas latitudes indias. La cobra india, la víbora de Russell, la víbora Gariba y el krait indio concentran el 90 % de las 60.000 mordeduras que sufren cada año los indios, según la Organización Mundial de la Salud.  Más de 3.000 murieron entre 2016 y 2018 porque muchos hospitales carecen de antídoto y a los médicos rurales les falta formación. Las muertes, pues, no disparan las alarmas policiales. 

Dos condenas perpetuas

También confió Sooraj Kumar en el amparo de la cotidianeidad y acaba de ser sentenciado a dos cadenas perpetuas consecutivas. “El modo de ejecución y el diabólico plan para asesinar a su esposa postrada en la cama convierte este caso en el más raro entre los raros”, reflexionó la fiscalía tras pedir su sentencia de muerte. Sólo su edad y la posibilidad de redención le han evitado el cadalso, aclaró el tribunal en un fallo de casi 500 páginas que incluye las aportaciones de decenas de expertos. 

La historia de Sooraj también habla de las debilidades humanas. Es un empleado raso de banca y de familia menesterosa que a través de un casamentero conoció a Uthra. A favor, la hacienda que habían juntado su padre, empresario del caucho, y su madre, directora de una escuela. En contra, cierto retraso cognitivo. A Sooraj le salieron las cuentas, pasó por vicaría y recibió de dote casi un kilo de oro, un vehículo y 400.000 rupias (4.595 euros), además de otras 8.000 rupias (91 euros) mensuales por “cuidar de su hija”. 

Sooraj ya había advertido a sus amigos de que su esposa había sido poseída por la maldición de una serpiente mientras dormía y que estaba destinada a morir por una mordedura. No le parecían faltar argumentos. Cuatro meses antes de fallecer se había topado con una víbora en el suelo del primer piso de su vivienda cuando buscaba el teléfono de su marido. A sus gritos acudió presto Sooraj y encerró con ayuda de un palo a la serpiente en una caja.

Semanas después despertó la esposa por el intenso dolor de la mordedura de una víbora. Sufrió hemorragias e inflamaciones y necesitó tres trasplantes cutáneos pero salvó la vida. Así que Soorak regresó a su camello (la venta de serpiente es ilegal) buscando un arma infalible. Compró una cobra de metro y medio y la soltó en el lecho de su esposa aún convaleciente del anterior ataque. Los peritos y expertos han acreditado su villanía. El estómago vacío de la serpiente revela que la mantuvo una semana en ayunas para estimular su voracidad, las huellas de mordeduras inusualmente grandes sugieren que la azuzó tercamente y el sueño profundo a pesar de las dolorosas incisiones demuestran que había sido drogada. La justicia india ha celebrado la sentencia como “un hito que demuestra el uso de un animal como arma para cometer un asesinato”.