La reconstrucción de Nueva York tras el 11-S

STF

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“Vamos a reconstruir y vamos a ser más fuertes de lo que éramos antes”
Rudy Giuliani, alcalde de Nueva York en 2001

Hace 20 años, cuando aún no había descendido por abismos de patetismo y era deificado como "el alcalde de América" ante los atentados del 11-S, Rudolph 'Rudy' Giuliani hizo esa promesa a Nueva York.

Cumplirla no estaba en sus manos, aunque el republicano intentara aprovechar los atentados para buscar un tercer mandato. Sin embargo, sus palabras se hicieron mantra y, en buena parte, realidad...

...Al menos, hasta que un virus microscópico convirtió a la ciudad en epicentro en Estados Unidos de un golpe global pandémico al que no detienen las barreras de vehículos, los revestimientos contra explosiones, los materiales de construcción reforzados, los arcos de detectores de metales en los lobis de los edificios ni los bolardos.

Nueva York se ha reconstruido y se ha transformado.

ED JONES

ENRIQUE SHORE

ED JONES

ENRIQUE SHORE

La tragedia y el alcalde que dio relevo a Giuliani, Michael Bloomberg, impulsaron planes de desarrollo urbanístico que ya se habían puesto en marcha años antes de los atentados.

Recibieron el impulso definitivo cuando acabaron los fuegos que no dejaron de arder hasta 100 días después de los atentados. Entonces se retiraron 1,8 toneladas de escombros y quedó el peso incalculable de 2.753 vidas perdidas.

ED JONES

ED JONES

Las dudas que en los primeros momentos se extendieron sobre el futuro de los rascacielos se evaporaron como las nubes que hoy se reflejan en el 1 World Trade Center, la torre de Daniel Libeskind.

Con sus simbólicos 1.776 pies (el año de la independencia de Estados Unidos, 541 metros), ha acabado tomando el testigo de las icónicas dos estructuras de Minoru Yamasaki.

Como ha sucedido en todo el mundo, Nueva York se ha entregado en estas dos décadas a una proliferación sin precedentes no ya solo de rascacielos, sino de los 'supertall', que transforman el skyline.

Se alzan ahora en el Billionaire’s Row junto a Central Park, en el Midtown, en Brooklyn o en el bosque de megatorres de Hudson Yards.

Al complejo Hudson Yards, de 11 hectáreas, se puede llegar en la extendida línea 7 del metro o desde el World Trade Center por la revitalizada ribera del Hudson River y por el Highline, el paseo elevado que es otro de los proyectos que la tragedia ayudó a impulsar.

Eso ha sido parte de un fenómeno globalizado, pero Nueva York ha cambiado también con sus propias líneas, revitalizando su 'waterfront' en Manhattan y Brooklyn y poniendo un foco particular de reconstrucción en las 6,5 hectáreas de la zona cero.

TIMOTHY A. CLARY/POOL

SPENCER PLATT

TIMOTHY A. CLARY/POOL

SPENCER PLATT

Las dos piscinas del memorial de Michael Arad y Peter Walker son una reflexión sobre la ausencia, a las que se sumó una zona para conmemorar a quienes después han muerto por consecuencias de lo que respiraron, miles y miles de víctimas cuyos nombres ya no se inscriben en el bronce.

Y faltan aún dos torres por construir, y el centro cultural Ron Perelman, y la nueva Iglesia ortodoxa griega de San Nicolás, con la que Santiago Calatrava pone su segunda huella tras la catedral urbana que es su Oculus, pero el nuevo World Trade Center ya tiene su forma y su sentido.

La meta se alcanzó.

Conforme se inyectaban 20.000 millones de dólares de inversión pública y privada, el bajo Manhattan se convirtió en uno de los barrios más diversos de la isla.

Algunas de las empresas que ocupaban el 55% de espacio de oficinas cuando el WTC fue atacado como emblema del capitalismo se fueron más al norte de la ciudad y no volvieron, pero entre 2005 y 2019 otras 900 se reubicaron allí.

El dominio anterior de firmas de finanzas fue cediendo terreno frente a la llegada de firmas de tecnología como Spotify, de medios como Conde Nast (principal ancla del 1 World Trade Center) o de publicidad.

La población residencial se dobló también respecto al

según un análisis de datos del censo realizado por ‘The Wall Street Journal’.

se reconvirtieron en condominios residenciales.

Proliferaron los hoteles para acoger la avalancha de turistas anuales

Eso era, en cualquier caso, antes de la pandemia, una invasión vírica que hizo que volvieran de forma mucha más prolongada las mascarillas que hace 20 años usaron quienes limpiaron la zona cero o residían donde se extendía la nube de muerte.

han cerrado desde que llegó el coronavirus en el bajo Manhattan, según ‘The New York Times’. Dos hoteles no han reabierto.

Los trabajos del sector privado en la zona son menos de 221.000, menos que antes de los atentados, y ha subido un 21% el espacio de oficinas en alquiler.

en el metro. Lo mismo se repite en toda la ciudad.

Es innegable la huella emocional que dejaron los atentados en Nueva York y en los neoyorquinos, pero esa se ha demostrado menos indeleble con el paso de los años que la herencia física.

Luis Rojas Marcos

Era el presidente del sistema de hospitales públicos de la ciudad

"La comparación no es entre Nueva York hace 20 años y hoy nada más. Si esta conversación hubiera sido hace dos años diría que Nueva York se ha recuperado al 100% del 11-S. Funciona muy bien y tenemos un mundo de turismo, de arte, de ciencia... Pero hoy hay que ver la ciudad también con el impacto del coronavirus".  

Lila Nordstrom

Estaba en un instituto al lado de las torres

"Cuidar de tus propias víctimas debería ser lo primero que haces tras un acto de violencia masivo. Quedó ensombrecido por una conversación sobre cómo íbamos a crear víctimas en otros países"

Michael Hingson

Estaba en la planta 78 con su perra guía

"La gente se olvida de lo unidos que estábamos porque pasó algo que afectaba no solo a este país, sino al mundo. Podríamos estarlo si la gente no estuviera tan preocupada sobre su propia ansia de conseguir poder"

En 2017, el día de Halloween, Sayfullo Saipov metió una furgoneta alquilada en el carril bici del parque que acompaña al río Hudson y a lo largo de más de un kilómetro arrolló a peatones y ciclistas.

Dejó ocho muertos antes de estrellar el vehículo a escasos 600 metros del World Trade Center. Horas después los niños en el barrio estaban recorriendo las calles del vecino Tribeca haciendo 'trick o treat'.

Por la noche miles de personas se sumaron al desfile y la fiesta de Halloween por las calles del West Village, impertérritos ante el primer atentado letal que vivía la ciudad desde el 11-S.

Para esas víctimas de 2017 no hay ceremonias, ni memoriales que visiten los turistas.

Su recuerdo se siente más en los cilindros metálicos colocados para frenar vehículos en ese destacado tramo de los 2.170 kilómetros de carril bici que ahora surcan la ciudad, o en los bolardos que han pasado a formar parte del paisaje urbano en puntos de más tránsito peatonal, señales de una arquitectura urbana marcada por el miedo.

Pero piedras o barreras difícilmente pueden proteger completamente a un Nueva York que, por la pandemia, se ha decidido por fin a recuperar de los coches algo del espacio público y se ha llenado de terrazas.

Y mucho dice del sentir de los neoyorquinos que  siempre, incluso cerca de este señalado aniversario del 11-S, las terrazas estén abarrotadas.