JAQUE NEGACIONISTA A LA DEMOCRACIA EN EEUU

Un reportaje de Idoya Noain
(corresponsal de EL PERIÓDICO en Estados Unidos)

"Precipicio". "Cáncer". "Caos imposible de manejar". El lenguaje que rodea las elecciones de medio mandato que Estados Unidos celebra este 8 de noviembre difícilmente podía ser más oscuro. Dos años después de que Donald Trump empezara a retar la validez de los resultados legales de las presidenciales que perdió frente a Joe Biden en una campaña que produjo el asalto el Capitolio y hoy prosigue, estos comicios se consideran una prueba de fuego, un potencial punto de inflexión. Y no están solos Biden y el expresidente Barack Obama cuando advierten que "está en juego la democracia".

En un país cada vez más radicalmente polarizado, la sensación de que el sistema está amenazado se extiende tanto entre demócratas como entre republicanos, por motivos diferentes y cada vez más irreconciliables.

El 71% de los estadounidenses ven peligrar su democracia...

...pero solo el 7% consideran que sea el mayor problema que afronta el país.

Una disociación de serias consecuencias.

La semilla que Trump plantó en 2020 cuestionando la integridad del sistema electoral y sigue regando ha dado peligrosos frutos: el 28% de la población confía nada o poco en que los resultados de este noviembre vayan a reflejar con rigor los votos reales. Y esa desconfianza es especialmente aguda entre los conservadores: se extiende entre el 41% de los republicanos.

La peligrosa estrategia de Trump triunfa porque le creen las bases, pero también porque muchos líderes del partido y candidatos republicanos en estas elecciones han abrazado la 'gran mentira' de un inexistente fraude en las urnas y su negacionismo electoral. Rechazan o cuestionan la validez de los resultados de 2020. Prometen en muchos casos seguir retándolos. Están abonando el terreno para hacer lo mismo si en estas 'midterms' pierden por estrechos márgenes.

Esa preponderancia de políticos que niegan la victoria de Biden (entre ellos, 12 candidatos a secretario de estado) hace saltar las alarmas entre estudiosos de los movimientos totalitarios, que a menudo empiezan con esfuerzos por deslegitimar las elecciones. "Están esencialmente conspirando para volver dogma del partido la idea de que es posible rechazar resultados certificados", le decía a 'The Washington Post' Ruth Ben-Ghiat, historiadora de la Universidad de Nueva York.

Los que siguen son algunos de los personajes más controvertidos

En este vídeo de Lincoln Project, un comité de acción política de los republicanos, se puede ver a la candidata a gobernadora de Arizona Kari Lake reproduciendo el mensaje de Trump sobre la aceptación de los resultados.

Pero, ¿qué está en juego?

En las elecciones legislativas del 8 de noviembre se renueva toda la Cámara de Representantes y 35 de los 100 escaños del Senado. En 36 de los 50 estados de EEUU se elige también a los gobernadores, los congresos estatales y otros cargos fundamentales para la certificación de comicios como son los secretarios de estado y los fiscales generales.

En estos momentos, las proyecciones otorgan a los republicanos el 81% de las probabilidades de recuperar la Cámara de Representantes.

En cuanto al Senado, los pronósticos apuntan que los demócratas podrían retener la mayoría.

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Escenario nuclear

Ante un eventual avance de estos políticos, y si las próximas elecciones presidenciales volvieran a estar disputadas en alguno de esos estados bisagra (por ejemplo, con resultados desfavorables para Trump o quien sea su candidato), los cargos republicanos podrían negarse a validar los resultados.

Podrían también enviar a la sesión del Congreso donde se certifican los resultados del colegio electoral a electores alternativos, algo que ya se intentó sin éxito en 2020. Ningún candidato llegaría entonces a los 270 votos del colegio electoral requeridos para hacerse con la presidencia.

Con una crisis constitucional servida, se celebraría entonces una elección excepcional en la Cámara Baja en la que cada delegación estatal tendría un voto, sin importar la población del estado. Dado que los republicanos controlan más estados que los demócratas, el presidente elegido sería el suyo.

Movilización, acoso e intimidación

La amenaza a la democracia no llega solo desde arriba. Desde abajo tanto el Partido Republicano como figuras y grupos conservadores y extremistas están aplicando una estrategia que sobre el papel trata de asegurar la integridad del proceso electoral pero que amenaza con seguir debilitándolo. Están tratando de colocar a miles de seguidores de Trump como trabajadores y observadores en centros electorales, donde supuestamente vigilarán que no se cometa fraude.

El ultraderechista Steve Bannon lo resumía así en su podcast

Las tácticas replican también las de Trump y sus aliados en 2020 y por ejemplo John Eastman, el abogado señalado por el Comité del Congreso que investiga el asalto al Capitolio por preparar el 'borrador de golpe', fue grabado animando a esos trabajadores y observadores a retar y documentar todo lo que consideren potencialmente irregular, lo que sería la base para demandas posteriores para tratar de impugnar los resultados (aunque tras las presidenciales fracasaron 61 de las 62 presentadas). De momento ya se han presentado decenas para retar aspectos como el manejo de votos por correo.

Ambiente enrarecido

La presión sobre el sistema está cargando un ambiente ya enrarecido desde 2020. Uno de cada tres cargos y trabajadores electorales que desempeñaron funciones en aquellas elecciones y sufrieron distintos niveles de acoso han dejado sus trabajos ante las preocupaciones por su seguridad. Hay problemas para contratar gente para que ocupe esos puestos. Y el miedo es real, especialmente después de la reciente agresión con un martillo al marido de la speaker demócrata, Nancy Pelosi, un caso de violencia política el que el agresor había abrazado entre otras teorías de la conspiración la del supuesto e inexistente fraude electoral en 2020.

Ese miedo ya se palpa en las oficinas electorales, que están tomando medidas como las siguientes...

La tensión la sufren también los propios ciudadanos que van a votar, especialmente ante la implicación de grupos de extrema derecha como los Proud Boys y los Oath Keepers en las labores de "vigilancia" de centros electorales o de los buzones donde se puede depositar el voto anticipado. Ya ha habido episodios de intimidación en varios estados y en Arizona un juez nombrado por Trump, que inicialmente dio carta blanca a 'vigilantes’ de buzones-urna, les ha prohibido acudir con armas a la vista, tomar fotos o vídeos o colgar online información sobre votantes o propagar falsedades sobre las leyes electorales.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Idoya Noain
Diseño:
Ricard Gràcia
Infografías:
Francisco J. Moya y Andrea Hermida-Carro
Coordinación:
Rafa Julve y Laura Puig