SIRIA, UNA PARTIDA A TRES BANDAS

Rusia e Irán, EEUU y Turquía han consolidado la división del país en zonas de influencia

Milicias kurdas. Foto: Ricardo García Vilanova

Milicias kurdas. Foto: Ricardo García Vilanova

Son dos mundos que se ignoran, se miran de reojo y evitan el conflicto. Al menos de momento. En el centro de Qamishli, una ciudad de casi 200.000 habitantes del noreste de Siria, conviven, en un reducido espacio de unos cientos de metros cuadrados, dos facciones enfrentadas.

Por un lado, las Fuerzas Democráticas Sirias, milicias kurdas que controlan una amplia franja de territorio sirio colindante con Turquía. Por otro, tropas leales al régimen de Bashar al Asad, al frente de un pequeño enclave urbano bajo soberanía de Damasco aunque rodeado de territorio kurdo, que se extiende unos kilómetros hacia el sur y abarca el aeropuerto local, incluso con vuelos a la capital.

Las fronteras de una y otra demarcación están bien delimitadas por barricadas y sendos puestos de control.

Frente a un enorme retrato del presidente sirio, Bashar al Asad, y su difunto padre, Hafez al Asad, ambos con los ojos cubiertos por gafas de sol -una pose muy característica de los dictadores árabes en los 70-, es posible identificar a los guardias de tráfico del régimen sirio, vistiendo su inconfundible uniforme blanco.

Muy cerca, a apenas unos metros, milicianos kurdos, de verde oliva, dirigiendo el trasiego de vehículos en su zona. Unos y otros a lo suyo, sin molestarse.

Guardas de tráfico del régimen sirio. Foto: Ammar Safarjalani

Guardas de tráfico del régimen sirio. Foto: Ammar Safarjalani

La partición 'de facto' de Qamishli no es un hecho aislado y se repite en muchos otros puntos de la geografía de Siria. Es, además, un buen reflejo del futuro que aguarda al baqueteado país árabe.

Después de una década de guerra, con cientos de miles de muertos y millones de desplazados, los sirios vivirán en un estado dividido, regentado por facciones armadas que combaten entre sí y respaldadas cada una de ellas desde el exterior por una potencia extranjera, circunstancia que dificulta enormemente la consecución de un acuerdo de paz inclusivo.

“Hay cuatro áreas geopolíticas en Siria: el este, bajo control kurdo; el centro y el oeste, bajo control del Gobierno sirio; el norte, bajo control turco, y la provincia de Idleb, bajo control de las fuerzas opositoras”
Zenonas Tziarras, investigador del Centro de Oslo de Investigación sobre la Paz (PRIO)

En el mapa a continuación, se detalla gráficamente el territorio controlado por cada uno de los bandos o grupos armados, año tras año, desde el inicio del conflicto.

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Alex R. Fischer

Gráfico: Alex R. Fischer

Gráfico: Alex R. Fischer

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Francisco José Moya

Gráfico: Alex R. Fischer

Gráfico: Alex R. Fischer

Gráfico: Alex R. Fischer

Lo que empezó siendo una revuelta de una parte significativa de la población contra el régimen de Bashar el Asad ha derivado en una guerra a múltiples bandas con implicación internacional.

A grandes rasgos, al inicio de la guerra, Irán, Rusia e Hizbulá respaldaban al régimen, y EEUU, Turquía y los estados árabes del Golfo, a la oposición.

Con el paso de los años y el surgimiento de nuevos actores (milicias kurdas, Estado Islámico) las alianzas y las prioridades fueron modificándose.   

La gran proliferación de facciones armadas ni siquiera garantiza un precario equilibrio bélico, es decir, que entre ellas no guerreen.

"La estabilidad es frágil, existe antagonismo entre la zona kurda apoyada por EEUU y el Gobierno sirio y Rusia, en especial por el control de los pozos de petróleo de la región de Deir Ezzor, hay fricción entre las fuerzas kurdas y las apoyadas por Turquía en Afrín y el noreste; pero quizás el foco de inestabilidad más grande es la provincia de Idleb, entre fuerzas contrarias al régimen pero también entre milicias apoyadas por Turquía y el Gobierno sirio, que quiere recuperar la zona", constata este experto.

Las consecuencias para la población civil son extenuantes, al separar a familias y dificultar enormemente los movimientos en todo el país.

"Conozco una chica de Qamishli que tarda días en llegar al oeste; antes, era un recorrido que lo hacía en cuatro horas", explica en conversación telefónica Karlos Zurutuza, uno de los periodistas con más experiencia sobre el terreno en Siria.

Este reportero también destaca que en algunos lugares del norte sirio colindante las diferentes ofensivas militares han acabado por crear un enorme caos, con puestos de control superpuestos de diferentes grupos y en donde no se sabe quién está al mando.

En el territorio controlado por el régimen, Rusia e Irán actúan como potencias influyentes; en el territorio kurdo, EEUU; y en el territorio rebelde y de las milicias próximas a Ankara, Turquía.

La implicación de tres grandes potencias como EEUU, Rusia y Turquía, con importantes intereses y enfrentadas entre sí en otros escenarios mundiales garantiza, como mínimo, que la situación se prolongará en los años a venir, poniendo trabas a la consecución de un eventual acuerdo de paz.

"El tipo de acuerdo de paz, así como las provisiones para una nueva Constitución permanecen inciertas debido a la multitud de actores; el acuerdo, cuando se produzca, será producto de una gran negociación entre los actores externos implicados, aunque considerando las diferentes demandas e intereses locales", sentencia Tziarras.