20 AÑOS DE LA GUERRA DE IRAK

El 20 de marzo del 2003, el presidente de EEUU, George W. Bush, ordenó la invasión de Irak. Daba inicio una guerra que cambió el mapa de Oriente Próximo y cuyas consecuencias perduran hoy

El impacto del 11-S

Tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, la administración de George Bush intentó vincular sin pruebas a Irak, presidido por el dictador Saddam Hussein, en los ataques que cometió Al Qaeda. Los testimonios y documentos del momento describen a un Bush obsesionado con Irak.

Diez años antes, su padre, George H. W. Bush, había derrotado a Saddam en la Guerra del Golfo pero detuvo la guerra antes de derrocar al dictador. Para una parte importante de la administración Bush, el 11-S supuso una oportunidad de reabrir la carpeta de Irak. 

El 'casus belli'

Las armas de destrucción masiva, el petróleo y la fantasía "democratizadora" neocon

La primera guerra post 11-S se desarrolló en Afganistán, cuyo ‘casus belli’ fue capturar o matar a Osama bin Laden, líder de Al Qaeda, y derrocar al régimen talibán que lo alojaba. La segunda guerra fue la de Irak. Incapaz de aportar pruebas de la relación entre el régimen de Saddam y Al Qaeda, la Casa Blanca acusó a Irak de poseer y desarrollar armas de destrucción masiva que suponían una amenaza inmediata para Estados Unidos y sus aliados.

Las pruebas presentadas fueron manipulaciones, exageraciones y engaños, y, después de la invasión, nunca se encontraron estas armas. El ‘casus belli’ se reforzó con la doctrina neocón del ‘Gran Oriente Medio democrático’, que sostenía que las democracias no apoyan al terrorismo y que, por tanto, Estados Unidos debía exportar la democracia por todos los medios (incluido el derrocamiento de regímenes por la fuerza) en un amplio arco que abarcaba desde el norte de África hasta Afganistán. 

Los protagonistas de la guerra

Bush vs Saddam

Las manifestaciones en todo el mundo

Barcelona como ejemplo

“La política exterior de los Estados Unidos no la pueden marcar las manifestaciones de Barcelona”. La frase de George Bush padre evidencia el impacto mundial que tuvo la gran manifestación contra la guerra de Irak del 15 de febrero del 2003 en Barcelona. En el camino hacia la guerra, fueron frecuentes y multitudinarias las manifestaciones en numerosas ciudades europeas y estadounidenses contra los planes de la administración Bush.     

La coalición: el trío de las Azores

La administración Bush intentó en vano garantizarse el apoyo diplomático de sus aliados a la invasión. A diferencia de la invasión de Afganistán, la agresión a Irak afrontó duras resistencias de países como Alemania y Francia. Al final, Estados Unidos lideró una heterogénea coalición formada principalmente por tropas estadounidenses y británicas sin el paraguas del Consejo de Seguridad de la ONU. La llamada foto del trío de las Azores simbolizó la coalición que lanzó la guerra: Bush, el primer ministro británico, Tony Blair, y el presidente español, José María Aznar. España daba un apoyo más político que militar en un intento de cambiar los equilibrios de poder dentro de la Unión Europea. Los países que formaron la coalición fueron: Estados Unidos, el Reino Unido, España, Portugal, Italia, Polonia, Dinamarca, Australia, Hungría y Ucrania. 

Shock and awe

La noche del 20 de marzo, Estados Unidos lanzó la primera oleada de bombardeos contra los centros del poder del régimen baazista en Bagdad y Bush anunció en televisión el inicio de la guerra. Fue un bombardeo muy duro, transmitido en directo por las televisiones instaladas en Bagdad, que respondía a la doctrina militar de ‘Shock and awe’, shock y pavor. Al mismo tiempo, tropas estadounidenses y británicas empezaron la invasión desde Kuwait y guerrilleros kurdos se alzaron en el norte de Irak. 

Una victoria incontestable

Militarmente, la invasión fue relativamente sencilla. El 9 de abril, las tropas estadounidenses entraron en Bagdad y se hicieron famosas las imágenes de decenas de iraquíes derrumbando la estatua de Saddam Hussein en la plaza del Paraíso de la capital.

El Ejército iraquí apenas opuso resistencia y el régimen baazista se deshizo. Las estimaciones oficiales cifran en 173 muertos las bajas en los ejércitos invasores y en 5.000, según diferentes fuentes, los fallecidos en las fuerzas armadas iraquíes. 

La falsa misión cumplida

El 1 de mayo del 2003, el presidente Bush proclamó “el fin de las principales operaciones militares” en un discurso en la cubierta del portaaviones 'USS Lincoln'. Algunos soldados colgaron una pancarta en la que se leía la frase: Misión cumplida. Nada más lejos de la realidad. La auténtica guerra de (y por) Irak no hacía más que empezar. 

La guerra de guerrillas

Desde el principio, la gestión de la ocupación demostró ser más problemática que la invasión para Estados Unidos y sus aliados. Dos decisiones tomadas en mayo de 2003 fueron fatídicas: la prohibición del partido Baaz y que sus miembros trabajaran en la administración del nuevo Irak, y el desmantelamiento del Ejército iraquí.

Los baazistas, de mayoría suní, y los exmilitares pasaron a engrosar las filas de la insurgencia. Las tropas estadounidenses se encontraron con un escenario para el que no estaban preparadas (una guerra de guerrillas) ni equipadas (tenía pocos soldados para ocupar de forma eficaz el país) 

La participación española

España envió a Irak un contingente de 1.300 soldados que, junto a otros 1.200 procedentes de El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica, formaron la Brigada Plus Ultra. España desplegó sus tropas en el sur del país, en Najaf y Diwaniya, donde permanecieron hasta que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ordenó su retirada.

El último soldado español abandonó Irak el 27 de abril de 2004. Durante la guerra, murieron 11 militares españoles, entre ellos siete miembros del CNI que fueron abatidos en una emboscada. 

Luto de los periodistas españoles


La guerra de Irak fue trágica también para los periodistas. Durante los bombardeos de Bagdad fue atacada por fuego estadounidense la oficina de la televisión árabe Al Jazeera. Un periodista palestino murió en el ataque. Un tanque estadounidense disparó contra el hotel en el que se alojaba la prensa internacional, el Palestina. Murieron a causa del ataque el cámara de Reuters Taras Protsyuk y el de Tele 5 José Couso.

Otro periodista español, Julio Anguita Parrado, murió en un ataque iraquí a las tropas estadounidenses con las que el reportero cubría la guerra empotrado.

El avispero tribal

La insurgencia pronto derivó en un avispero tribal que la administración estadounidense fue incapaz de gestionar. El país se dividió en tres área autónomas (kurdos, suníes y chiíes) en las que, ante la ausencia de un Estado, cobraron mucha importancia las estructuras tribales tradicionales, la intervención de otros países (sobre todo Irán, apoyo de la mayoría chií que pronto se dispuso a gobernar el país) y la creciente importancia del yihadismo, primero de Al Qaeda y después del Estado Islámico.

La insurgencia y el avispero tribal mutaron a lo largo de los años, en una suerte de guerra de todos contra todos que incluyó varios enfrentamientos civiles y la creación del llamado Califato del Estado Islámico en Mosul. 

Una guerra imposible de ganar

Desde el inicio de la invasión hasta que Barack Obama decretó la retirada del grueso de las tropas estadounidenses en el 2011, Estados Unidos se vio empantanado en una guerra sin fin, muy costosa, impopular a nivel doméstico e imposible de vencer. Pagó un alto precio por graves errores: desconocimiento de la realidad iraquí, elección errónea de los aliados, lectura equivocada de los equilibrios de fuerza regionales, pésimo diseño del plan de ocupación... 

Las víctimas tras la invasión de EEUU de Irak se cifran en miles. Las fuentes divergen en algunos casos, sobre todo en las muertes de civiles. La muerte de soldados estadounidenses fue muy difícil de justificar a nivel interno en el país.

Abu Ghraib, la vergüenza

La invasión y ocupación de Irak supuso un duro golpe a la reputación internacional de Estados Unidos. El falso ‘casus belli’, la propaganda y la pésima gestión de la ocupación dañaron su imagen. Un gran escándalo fue el caso de las torturas en la prisión de Abu Ghraib. Unas fotografías mostraron el trato vejatorio y humillante que sufrieron presos iraquíes por parte de militares estadounidenses, agentes de la CIA y contratistas privados. 

Saddam Hussein desapareció al inicio de la invasión y durante meses su captura fue un objetivo prioritario de las tropas estadounidenses. Finalmente lo apresaron en un zulo a las afueras de su bastión de Tikrit el 13 de diciembre del 2003.

Fue acusado, juzgado y condenado a muerte por crímenes contra la humanidad por un tribunal iraquí. Murió en la horca el 30 de diciembre del 2006. 

Un país roto

Irak, sacudido por la inseguridad y las tensiones sectarias

Veinte años después de la guerra, Irak es hoy un Estado en muchos aspectos fallido. La seguridad sigue siendo uno de sus principales retos, aunque ha mejorado en los últimos meses. De facto, sigue separado en tres partes según su composición étnica (kurdos, sunís y chiíes), que se reparten según cuotas de poder las instituciones del Estado. Económicamente, su principal fuente de ingresos es el petróleo, tiene un sector privado muy débil y el principal empleador del país es el Estado. Su democracia es disfuncional. 

Los límites del poder de EEUU

Librar al mismo tiempo dos guerras tan complejas como la de Irak y Afganistán pusieron de manifiesto los límites del poder de Estados Unidos. Washington sigue siendo la potencia mundial más poderosa, pero Irak y Afganistán demostraron que no es invencible ni puede llegar a todas partes. De una forma u otra, Irak y Afganistán motivaron en Estados Unidos un repliegue aislacionista que explica el desarrollo de los conflictos de las Primaveras Árabes, sobre todo el sirio, y la forma de lidiar con la emergencia regional de Irán.  

Resentimiento del mundo musulmán

La guerra de Irak, enmarcada por la administración Bush en una mayor Guerra contra el Terror, causó una brecha entre la población musulmana y Occidente que aún no ha cicatrizado.

La invasión, las imágenes de Abu Ghraib y los abusos en el penal de Guantánamo fueron interiorizados por muchos musulmanes como agresiones, un sentimiento que movimiento islamistas como Al Qaeda y el Estado Islámico supieron amplificar y manipular para su provecho. 

El auge del Estado Islámico

El vacío de poder en Irak fue ocupado por diferentes potencias y fuerzas. Una de ellas fue el Estado Islámico, que construyó su llamado Califato a partir de la ciudad de Mosul, se extendió hasta ocupar grandes zonas de Siria y llegó a las puertas de Bagdad.

Fue necesaria una alianza entre el Ejército iraquí, milicias proiraníes y una coalición occidental para derrotar al EI, pero la semilla del odio sigue implantada.  

Un nuevo Oriente Medio 

Paradójicamente, el mayor adversario de Estados Unidos en la región, Irán, ha sido uno de los países más beneficiados por la invasión de Irak del 2003. Parte del vacío de poder que generó la caída del régimen baazista lo asumió Teherán a través de sus aliados, partidos políticas y milicias armadas chiís. Hoy, a nivel geoestratégico, Irak trata de navegar en las turbulentas aguas del pulso chií-suní y del conflicto entre Estados Unidos e Irán.

Un campo de batalla que, a través de los Acuerdos de Abraham que impulsó Donald Trump, se extiende al Gran Oriente Medio con el que fantaseaban los idealistas neocón para justificar la invasión de Irak. Ese Gran Oriente Medio dista mucho de ser el paraíso democrático del que hablaban los ideólogos de Bush y es difícil responder a la pregunta de si es hoy un lugar mejor o peor del que era hace 20 años. Sí puede afirmarse que es una zona sumamente compleja y muy inestable. 

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos: Joan Cañete Bayle
Infografías: Francisco Jose Moya y Ricard Gràcia
Diseño: David Jiménez
Coordinación: Rafa Julve