La guerra fría de las vacunas

La mayor emergencia sanitaria del siglo ha vuelto a quitar la careta a las grandes potencias. Las vacunas se han convertido en un arma para ganar poder y alianzas y la liberalización de patentes sobresale como el principal elemento que puede sacudir el tablero.


Un reportaje de:
Ricardo Mir de Francia (EEUU), Marc Marginedas (Rusia)
Adrián Foncillas (China e India) y Silvia Martinez (UE)
Infografías:
Francisco J. Moya
Fotografías:
AFP, EFE, Reuters
Coordinación:
Laura Puig y Rafa Julve


La mayor campaña de vacunación de la historia está siendo un reflejo de las inequidades que marcan el mundo actual. Los países más ricos han administrado el 83% de las vacunas disponibles del covid-19, mientras que solo el 0,3% ha ido a las naciones más pobres, según los cálculos de The New York Times. Antes incluso de que las primeras inmunizaciones demostraran su efectividad, los países con talonario y poder de negociación ya habían cerrado acuerdos de precompra y opciones para asegurarse el suministro.

Europeos y norteamericanos, por ese orden, son quienes más inyectables han acaparado, tantos que Canadá y el Reino Unido tienen contratadas suficientes dosis para vacunar hasta cinco veces su población. En el polo opuesto, más de un centenar de países esperan el reparto a cuenta gotas del mecanismo Covax que impulsa principalmente la OMS, y los más pobres se resignan hasta el 2023 como mínimo para vacunar a un porcentaje significativo de su población.

Una operaria del aeropuerto de Abiyán revisa un cargamento de vacunas AstraZeneca proporcionado por la red Covax a Costa de Marfil. AFP / SIA KAMBOU

Una operaria del aeropuerto de Abiyán revisa un cargamento de vacunas AstraZeneca proporcionado por la red Covax a Costa de Marfil. AFP / SIA KAMBOU

Esa disparidad en la carrera por la inmunidad ha concedido a sus alumnos más aventajados la oportunidad de avanzar sus intereses geopolíticos con la vacuna como divisa. China, Rusia, la India y la Unión Europea han sido los primeros en tomar posiciones. Cada uno a su manera. Una diplomacia de las vacunas que se está ajustando más a los intereses geopolíticos de los donantes que a las necesidades de los receptores.

Más de la mitad de los 90 países a los que China ha donado o vendido su suero forman parte de su nueva Ruta de la Seda, la iniciativa con la que aspira a aumentar su influencia en el mundo a golpe de inversión e infraestructuras. La India se ha centrado en su vecindario, adelantándose en algunos países a su competidor chino. Y Rusia ha sembrado en sus viejas áreas de influencia, al tiempo que aceptaba más pedidos de los que su industria es capaz hasta ahora de producir.

Unos operarios revisan en el aeropuerto de La Aurora, en Guatemala, la llegada de vacunas Sputnik V procedentes de Rusia, el 6 de mayo. REUTERS

Unos operarios revisan en el aeropuerto de La Aurora, en Guatemala, la llegada de vacunas Sputnik V procedentes de Rusia, el 6 de mayo. REUTERS

A ese puzle le falta Estados Unidos que, aunque llega tarde a esta carrera, podría estar pronto en posición de ganarla. Si nada se tuerce, a principios de julio habrá inmunizado al 70% de su población y donado el 10% de su producción, según prometió su presidente esta semana.

"A China y a Rusia le ha ido bien hasta ahora, pero EEUU y la UE estarán pronto posición de lanzar un Plan Marshall con sus vacunas. Esa es la escala en la que tendrían que pensar sus líderes", opina el analista del Peterson Institute, Jacob Kierkegaard. Tres motivos esgrime para explicar su ventaja a medio plazo: acabarán de vacunar a su población antes que sus rivales, les sobrarán en unos meses millones de dosis y producen las vacunas más demandas en el mercado por su alta efectividad.

EEUU

Estados Unidos ha priorizado la inmunización de sus ciudadanos. Pero nadie duda de que Biden quiere jugar a lo grande con la diplomacia de las vacunas.

El nacionalismo sanitario más estricto ha predominado hasta ahora en Washington. La Administración de Joe Biden ha seguido los cauces del "América, primero" para buscar la inmunidad de rebaño antes de abrir sus vacunas al mundo, un hito que podría bordear a principios de julio.

Por el momento, EEUU prohíbe la exportación de vacunas producidas en su territorio, así como de materias primas necesarias para fabricarlas, lo que ha generado protestas de la India, que depende de estos materiales para fabricarlas. Tampoco ha permitido que AstraZeneca enviase parte de su producción estadounidense a la Unión Europea, según Reuters.

Un cartel anuncia la existencia de vacunas en una farmacia de Nueva York provista de inyectables, a principios de mayo. EFE / JUSTIN LANE

Un cartel anuncia la existencia de vacunas en una farmacia de Nueva York provista de inyectables, a principios de mayo. EFE / JUSTIN LANE

Nadie duda, sin embargo, de que Biden quiere jugar a lo grande con la diplomacia de las vacunas, y su respaldo a la liberación de patentes así lo atestigua. Hasta ahora solo ha enviado 4 millones de dosis a sus vecinos fronterizos en México y Canadá, y una cantidad indeterminada a la India que podría ascender hasta los 60 millones.

Pero el demócrata dijo a principios de mayo que antes del 4 de julio su país habrá donado el 10% de su producción. No se sabe todavía adónde irá ni cuándo, pero según algunas fuentes, podría corresponderse con su estoc de vacunas de AstraZeneca, todavía no aprobada en EEUU.

Washington es el primer donante de Covax, al que ha destinado 4.000 millones de dólares, y se ha comprometido junto a Australia, la India, Japón (Quad) a financiar, producir y distribuir más de 1.000 millones de vacunas en la región Asia-Pacífico en 2022, que deberían fabricarse en la India. Otras solicitudes se acumulan en su mesa, desde Brasil a Ucrania. Y desde Latinoamérica sus aliados le piden que no se demore porque, particularmente China, le está comiendo la tortilla.

Rusia

Hasta el simbólico nombre de su inyectable, Sputnik, lo evidencia. Rusia aprovechará su vacuna para abrir grietas y ganar influencia allí donde pueda.

Antes incluso de que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) haya autorizado el uso de la Spútnik V en territorio de la UE, la sola existencia del inyectable ideado por el centro Gamaleya de Moscú ha tenido un 'efecto colateral' que, nadie duda ya a estas alturas, está siendo celebrado por el Kremlin: la apertura de una nueva fisura en el seno de los Veintisiete. Los estados miembros de la Unión han hecho gala de una sonrojante desunión y una palmaria falta de coordinación a la hora de establecer una política común respecto al tratamiento ofertado por Rusia.

El primer Estado en hacer la guerra por su cuenta fue Hungría, cuyo Gobierno, encabezado por el ultraconservador Víktor Orban, no oculta la relación especial que mantiene con el Kremlin. En enero, criticando la lentitud burocrática en Bruselas, aprobó el uso de emergencia de la vacuna rusa y adquirió un millón de dosis. Le siguieron países como Chequia o Eslovaquia, e incluso Alemania, Francia o regiones como Baviera y el Madrid de Isabel Díaz Ayuso llegaron a hablar de la posibilidad de adquirirla si recibía el certificado.

El Fondo Ruso de Inversión Directa, la entidad estatal que promueve Sputnik V, ha cerrado millonarios contratos de exportación y producción con países de América Latina y los Balcanes, dos regiones del mundo en las que el Kremlin pugna en influencia con EEUU y la UE.

En las últimas semanas, el fármaco ruso ha recibido dos importantes reveses: el ente regulador eslovaco cuestionó la composición del medicamento, un problema de control de calidad. Y ANVISA, su homóloga brasileña, se ha negado a darle el visto bueno, alegando información incompleta.

En cuanto a la propuesta de liberar las patentes de las vacunas, Putin ha optado en esta ocasión por firmar las tablas con EEUU. "La pandemia es una situación extraordinaria (...). Sin duda, Rusia apoyaría este enfoque", dijo el mandatario horas después de que Biden diera un paso adelante. Sin mencionar en ningún momento que la propuesta partía de EEUU, y en un intento de no perder comba frente a su rival geopolítico, el dirigente quiso destacar que Rusia es el único país del mundo que transfiere tecnologías a otros países para la producción de vacunas anticovid.

China

China ya cogió el banderín de líder en la producción de protectores como mascarillas y tiene tejida una red con la vacuna para que no la apeen del podio.

La diplomacia de las vacunas fue adoptada como la extensión natural de la diplomacia de las mascarillas desde que su presidente, Xi Jinping, proclamó que los inyectables chinos serían un bien para el uso global. El contexto se antojaba idóneo: la ausencia de casos en el país permitía derivar la producción al exterior y no se intuían contendientes. Un grupo de países con apenas el 16% de la población concentran el 60% de las vacunas globales y ante el acaparamiento y autoconsumo occidental, China era el madero en la tormenta para el mundo en desarrollo.

Las vacunas chinas no son tan baratas como se prometió, ni son las más eficaces, pero son las únicas del escaparate. China, que aún no se ha pronunciado sobre el levantamiento de las patentes, ha regado África, Sudamérica o Asia de ellas, con especial atención a los países que participan en su megaproyecto comercial conocido como La Nueva Ruta de la Seda.

Un soldado chino patrulla junto a un cargamento de vacunas donadas por su país a Túnez, en marzo. EFE / MOHAMMED MEARA

Un soldado chino patrulla junto a un cargamento de vacunas donadas por su país a Túnez, en marzo. EFE / MOHAMMED MEARA

Más de una cincuentena de naciones vulnerables las han recibido gratis y menos de una treintena de ingresos medios han pagado por ellas. Influye, también, que las farmacéuticas chinas permitan con más facilidad que las occidentales que se fabriquen sus vacunas en el extranjero.

Pero sobre su éxito futuro hay sombras. El giro estratégico hacia la vacunación interna ha empezado a espaciar sus envíos al extranjero y provocar retrasos por la falta de capacidad de producción. Y las potencias occidentales, inmunizada ya su población, han decidido jugar un partido que está ganando China por incomparecencia del contrario.

India

La India, la gran fábrica mundial de vacunas, surfeó la primera ola donando a los países vecinos y ahora llueven las críticas en pleno sunami de muertes por covid.

Las contribuciones de la industria farmacéutica india durante los años más duros del sida acrecentaron su reputación como fuente de medicinas baratas y seguras. Sólo la compañía Serum Institute of India (SII), el mayor fabricante del mundo, produce ya 1.500 millones dosis anuales.

El coronavirus, pues, dio la oportunidad a la "farmacia global" de mostrar músculo y Narendra Modi, primer ministro, diseñó una estrategia para repartirlas por el mundo. Un acuerdo con la británica AstraZeneca permitió al SII fabricar 1.000 millones de dosis para países de bajos y medios ingresos. Sus vacunas llegaron al mundo el desarrollo en general y se enfatizó el reparto en el vecindario para contrarrestar la influencia china. Sri Lanka, Nepal y Bangladesh renunciaron a las ofertas de Pekín en favor de las de Nueva Delhi.

De hecho, en octubre, la India presentó junto a Sudáfrica ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) una propuesta para suspender temporalmente los derechos de patente de las vacunas contra el covid-19 a la que ahora se ha sumado EEUU.

El gigante asiático pasó sin excesivos apuros la primera ola y Modi capitalizó el éxito. Tedros Ghebreyesus, director de la OMS, aplaudió la respuesta india a la pandemia global y naciones desarrolladas como Canadá acudieron en su auxilio. Pero la segunda ola ha devastado a un país que en semanas ha pasado de autosuficiente a necesitar con desesperación las dosis extranjeras.

Decenas de personas esperan a ser vacunadas en Bombay, el pasado 26 de abril. EFE / DIVYAKANT SOLANKY

Decenas de personas esperan a ser vacunadas en Bombay, el pasado 26 de abril. EFE / DIVYAKANT SOLANKY

Solo un 2% de los indios ha recibido la segunda dosis cuando el país encadena récords de contagios, el incendio en una de las principales plantas de producción del país ha empeorado el cuadro y la India ha cerrado las puertas a las exportaciones. A Modi le llueven las críticas hoy por haber priorizado la diplomacia a su pueblo.

Unión Europea

La UE amagó con bloquear ciertas exportaciones pero solo ha frenado una. Ahora va a rebufo de los cantos de Biden sobre la liberalización de patentes.

Lo primero que hicieron algunos gobiernos europeos cuando la pandemia del covid-19 irrumpió hace más de un año fue replegarse y bloquear el envío intracomunitario de productos sanitarios esenciales como mascarillas. Algo similar ocurrió a principios de año cuando la escasez de vacunas, debido a los problemas de producción y suministro de farmacéuticas como AstraZeneca, puso en cuestión la estrategia de vacunación. La respuesta europea: activar un mecanismo de control de exportación de vacunas para impedir que las farmacéuticas enviaran a terceros países las dosis producidas en territorio europeo si incumplían su contrato de suministro a la UE.

“No se trata de castigar a un país. Somos sólidos partidarios de la solidaridad global. Solo nos hemos dotado de un instrumento para asegurar nuestra influencia”, defendió entonces la comisaria de sanidad, Stella Kyriakides, sobre el repliegue europeo.

Un cargamento de vacunas proporcionadas por la UE llegan al aeropuerto de Sarajevo, en Bosnia Herzegovina, el 4 de mayo. EFE / FEHIM DEMIR

Un cargamento de vacunas proporcionadas por la UE llegan al aeropuerto de Sarajevo, en Bosnia Herzegovina, el 4 de mayo. EFE / FEHIM DEMIR

Pese a este repliegue, de las 854 solicitudes de exportación de vacunas recibidas por la UE hasta ahora, la Unión Europea solo ha rechazado una, mientras que ha exportado 178 millones de vacunas a 45 países, 90 en total incluidos los países de bajos ingresos de la iniciativa Covax.

Más allá del sálvese quien pueda, Europa es consciente de que solo habrá inmunidad global si todo el mundo tiene acceso a una vacuna que se ha convertido en un arma geoestratégica, que China o Rusia utilizan para ganar influencia en el mundo y para dividir a los socios europeos.

De ahí que la prioridad número uno de la UE sea producir masivamente el antídoto y fabricar a finales de año más de 3 billones de dosis para inmunizar a Europa y al resto del mundo. Una estrategia que, según la UE, solo funcionará si todos los países productores exportan y evitan interrumpir las cadenas de suministro. Otra opción que la UE no descarta es la transferencia de tecnología hacia el continente africano, para que produzcan sus propios antídotos, y la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual de las patentes, una opción descartada por la UE en el pasado y que ha resucitado tras el cambio de postura en Washington.


Este reportaje se ha publicado en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA el 6 de mayo de 2021