·El poder desgasta a todos... ¿menos a Trump?·

Edición gráfica de Mònica Tudela
Textos: Rafa Julve

No hay nada que envejezca más que el paso del tiempo. Es de perogrullo. Como que hay factores que aceleran la corrosión. El poder, el estrés del mando, es óxido al metal para muchos gobernantes. ¿Para todos? Veamos cómo eran algunos dirigentes cuando accedieron al cargo y si el tiempo y el liderazgo les ajaron el rostro

Empezamos haciendo trampa.

Esta imagen es de 2005, año en que Angela Merkel fue elegida cancillera de Alemania. Tenía entonces 50 años.

La que fuera líder de la CDU ejerció el poder durante 16 años, por lo que es de entender que el minutero tenga mucha culpa en ese cambio físico tan visible (esa era la trampa), como se aprecia en esta foto de final de su mandato, en 2021. No obstante, la propia Merkel admitió en una entrevista que no todo son días de vino y rosas en la vida de quien lleva la voz cantante: "La responsabilidad de gobernar a millones de personas pesa sobre los hombros y también sobre la salud".

Pedro Sánchez ya vivía también "en el lío" cuando el autor de esa icónica expresión, Mariano Rajoy, era presidente. Antes de la moción de censura que le aupó a la jefatura del Gobierno, el dirigente socialista tuvo que despejar los obstáculos en la carretera que le habían puesto en su propio partido y recuperar el liderazgo después de que lo dejaran en la cuneta. En esta foto de mayo de 2018, cuando apenas faltaba un mes para trasladarse a la Moncloa, Sánchez ya peinaba alguna cana. Tenía 46 años.

Más blanco capilar, más ojeras y más arrugas presenta el actual jefe del Ejecutivo después de un lustro y pico en el que se han sucedido las secuelas de un 'procés', una pandemia, una dana y hasta la erupción de un volcán en La Palma. "Ser presidente es como intentar leer mientras te atacan con ladrillos", decía Woodrow Wilson, 28º presidente de los Estados Unidos. Pues eso.

La archirrival de Pedro Sánchez, la madrileña Isabel Díaz Ayuso, parece ganarle el pulso en lo que a manual de resistencia corporal se refiere. En esta foto de mayo de 2019 tenía 40 años y estaba a cuatro meses de lograr la presidencia de su comunidad.

Una gobernanza de la mano de Ciudadanos y otra con mayoría absoluta parece que sientan mejor que las geometrías variables y/o jeroglíficas. La Ayuso de esta imagen, tomada el pasado 9 de enero, poco dista de la de hace cinco años. No vale aquí la cita de Thomas Jefferson de que "el cargo de presidente es un triste refugio para el descanso".

"Mírenme antes y después de ser presidente. El cabello no miente", bromeaba Barack Obama después de ejercer la presidencia de EEUU durante ocho años, de 2009 a 2017. En la siguiente pantalla comprobaremos si lo que dice es cierto. En esta vemos al dirigente demócrata con 47 años, en febrero de 2009, un mes después de tomar el mando de su país.

Y aquí se ven, las canas y ese semblante más cansado. Es una imagen del 7 de enero de 2017, pocos días antes de abandonar la Casa Blanca un Obama más viejo pero también más hecho: "He ganado canas, pero también he ganado sabiduría."

El cabello es el arma del delito también en el caso de Emmanuel Macron, retratado aquí en septiembre de 2017, cuando hacía cuatro meses que había estrenado la presidencia francesa.

Actualmente, con 47 años y varias crisis políticas a las espaldas, las arrugas bajo los ojos y las patillas plateadas son la mayor muestra de desgaste físico. "El poder es mi enfermedad, y el mando es mi medicina", decía Napoleón Bonaparte.

Pelo negro azabache lucía Nicolás Maduro cuando en 2013 sustituyó a Hugo Chávez al frente de Venezuela.

Quizá en estos 11 años hasta haya perdido algún kilo el mandatario sudamericano, pero su pelo sigue frondoso y solo envejecido por las canas. Por ahora resiste en lo político y en lo físico, desafiante con sus rivales como cuando Harry S. Truman, 33º presidente de EEUU, advertía a los políticos pusilánimes: "Si no soportas el calor, sal de la cocina".

En 2011, cuando sustituyó en el poder a su fallecido padre, el joven Kim Jong Un tenía 28 años y quién sabe cuántos le quedaban por delante como líder supremo de Korea del Norte.

Una década después, el dirigente norcoreano sigue rigiendo a sus compatriotas con mano dura, con algunas canas de más y con gafas para leer los discursos. "Los hombres se desgastan, pero los pueblos son eternos", defendía su correligionario Fidel Castro.

Carita de actor de película de universitarios y 43 años lucía Justin Trudeau cuando, el 4 de noviembre de 2015, asumió el cargo de primer ministro de Canadá.

Una mirada más apagada y menos brillo en el rostro exhibe una década después el dirigente dimisionario mientras espera que se oficialice su relevo. "Ser presidente me ha destruido. Casi no he dormido desde que asumí el cargo", admitió en su día Abraham Lincoln. ¿Le habrá ocurrido lo mismo a Trudeau?

Si el poder ya acelera el envejecimiento por sí solo, cuando tienes que ejercerlo mientras tu población está siendo bombardeada, el desgaste se multiplica. Cuando Vladimir Zelenski fue elegido presidente de Ucrania, en 2019, en su semblante aún se apreciaba su jovialidad y ese rictus de actor cómico por el que había saltado a la fama.

"No hay cargo que agote tanto el cuerpo y el espíritu como el de presidente de los Estados Unidos", sentenció allá por el siglo XIX Johan Adams, segundo presidente estadounidense de la historia. Que le pregunten a Zelenski si está de acuerdo con esa opinión, que le miren esa barba repleta de canas, esas ojeras y esa vista perdida en el cansancio tras casi tres años de guerra.

47 años tenía Vladimir Putin cuando se convirtió en presidente interino de Rusia sustituyendo a Boris Yeltsin. Era 1999. Después ostentó otras responsabilidades -aunque ostentara el mando en la sombra- y en 2012 volvió a la presidencia manteniendo siempre esa mirada pétrea y un aspecto físico prácticamente invariable.

Sí, ha perdido algo de volumen y algo de color de pelo y le han salido algunas arrugas en la frente, pero Putin mantiene la mirada láser 26 años después y no se vislumbra en su cara ninguna intención de tirar la toalla. En 2021 firmó una ley que le permite presentarse a dos mandatos presidenciales, lo que podría mantenerle en el cargo hasta 2036. No nos consta ninguna frase suya en la que hable de la corrosión del poder.

Donald Trump también es de los que ha intentado demostrar que el tiempo no pasa por él. Su primera etapa como presidente de EEUU la abrió con 70 años y ese tupé que lo ha caracterizado durante lustros.

Con 78 a sus espaldas en el inicio de su segundo mandato, las patas de gallo del mandatario republicano son las mismas que tenía hace una década, su tupé sigue alzado al aire tanto como antes y nada en su rostro ha disminuido su altivez. "La gente me pregunta cómo me mantengo tan joven. Yo digo: Trabajo. Eso es lo que hago", se ufanó en una entrevista hace años.

Un reportaje de EL PERIÓDICO
Edición gráfica:
Mònica Tudela
Textos:
Rafa Julve