AGENTES 'FREELANCE' AL SERVICIO DEL KREMLIN

Las injerencias de Rusia en la política interior de países occidentales, en muchos casos, han sido llevadas a cabo por ciudadanos de ese país que han buscado posicionarse estratégicamente y luego ofrecer sus servicios al Estado. La prohibición de los visados de turista a los rusos busca dificultar la labor de estos agentes ‘freelance’ al servicio del Kremlin.

Un reportaje de Marc Marginedas

Corría el año 2010 y, en el Reino Unido, el Partido Conservador encaraba la recta final de las legislativas con la certeza de que pronto relevaría al laborismo en el poder. Neil Barnett, experiodista y en la actualidad director ejecutivo de Istok Associates, consultoría privada británica en temas de inteligencia, acudió a una fiesta privada en Home House, un selecto club londinense cuya membresía cuesta al año la friolera de 2.000 libras.

Allí vio a dos jóvenes rusas, de unos 25 años, a las que observó detenidamente. Tras entablar conversación con ellas, le pidieron contactos de diputados tories, deduciendo de inmediato que "era lo único que les interesaba". La experiencia resultaría a la postre extraña y reveladora a la vez: "No querían que supiera quiénes eran, solo me dijeron que trabajaban en una galería de arte en Charlotte Street", continúa. Cuando acudió a su presunto lugar de trabajo, la galería ni siquiera existía.

Neil no volvió a ver a aquellas chicas. Y aunque por entonces era difícil imaginarse que Moscú acabaría lanzando, en pocos años, osadas campañas de injerencia en Occidente, no albergó dudas de que había topado, no con espías en busca de secretos de Estado, sino con ciudadanas que buscaban posicionarse ante el inminente cambio político que viviría Gran Bretaña, ofreciendo sus servicios y su capacidad de influencia al Estado ruso en caso de que lograran su objetivo.

Dificultar la labor de esta suerte de agentes 'free lance' al servicio del Kremlin es el razonamiento que subyace en el debate recién abierto en el seno de la UE sobre la prohibición de emitir visados de turista a ciudadanos rusos.

Vladímir Putin, en el centro del tablero, es el líder que, más que dar órdenes directas, establece las prioridades y los objetivos del Estado

*FSB: Federálnaya sluzhba bezopásnosti Rossíyskoi Federátsii, en castellano, Servicio Federal de Seguridad
*SVR: Sluzhba Vnéshney Razvedki, en castellano, Servicio de Inteligencia Exterior
*GRU: Glávnoye Razvédyvatelnoye Upravlenie, en castellano, Departamento Central de Inteligencia
*Rossotrudnichestvo: Agencia Federal para los Asuntos de Colaboración con la Comunidad de Estados Independientes, Compatriotas en el Extranjero y Cooperación Humanitaria Internacional

"Rusia es una adhocracia, un Estado desinstitucionalizado; las instituciones no necesariamente cumplen las funciones para las que fueron creadas; en este contexto, hombres de negocios, empresas y ciudadanos individuales identifican los objetivos generales del Estado, ofrecen sus ideas y sus servicios (para lanzar campañas de influencia) y luego esperan una recompensa del mismo Estado", explica a EL PERIÓDICO Mark Galeotti, especialista británico en Rusia del University College de Londres. Las operaciones rusas de injerencia han sido por lo general movimientos de abajo a arriba, realizadas por individuos movidos por el "ego, dinero, ideología o coerción", identifica este experto.

Las personas que aparecen a continuación han prestado sus servicios al Kremlin desde diferentes sectores económicos y distintos puntos del planeta

Maria Bútina, una joven siberiana de 33 años, es probablemente uno de los casos más exitosos de agente 'freelance' que han salido a la luz. De gran belleza, pelirroja y militante del derecho a portar armas, en 2011 fundó en Moscú la organización 'Pravo na oruzhye' (en castellano, derecho a las armas), que alcanzó los 15.000 miembros. Comenzó a viajar a EEUU, donde logró establecer poderosas conexiones con la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).

Bútina organizó viajes de miembros de la asociación a Moscú y, sobre todo, estableció una relación sentimental con Paul Erickson. Este, que casi le doblaba la edad, era un abogado y hombre de negocios bien relacionado con las altas esferas del Partido Republicano y de la propia NRA. "Bútina podría ser un ejemplo [de 'freelance']; no hay pruebas" de que el Estado ruso le haya encargado lo que hizo, explica Galeotti.

La NRA financió con 21 millones de dólares la victoriosa campaña de Donald Trump en 2016, una cifra récord en la historia de la asociación. La revelación de que Bútina intentó mantener un encuentro con Trump en julio de 2015, mucho antes de que fuera tomado seriamente como candidato, demuestra que Moscú iba a apostar por él en las polémicas presidenciales de 2016.

Bútina fue descubierta, acusada de actuar como agente extranjero no declarado y condenada en 2019 a 18 meses de cárcel. Tras cumplir su pena, fue deportada a Rusia, donde fue recompensada con su inclusión en el consejo de expertos del Defensor del Pueblo y en la Cámara Cívica. Su compañero Paul fue sentenciado a siete años de cárcel por delitos de corrupción, una condena a la que Bútina, para más inri, contribuyó proporcionando información económica sobre su antiguo novio. Finalmente, Erickson fue perdonado por Trump en sus últimos días como presidente.

Aleksándr Ionov, un extravagante personaje que se presenta como hombre de negocios y abogado, es el reverso de Bútina. Sus iniciativas de interferir en varios estados, incluyendo a España y EEUU, no han tenido mucho éxito, aunque sí le han valido una imputación del FBI por "ayudar al FSB" (ex-KGB) a reclutar movimientos norteamericanos, incluyendo a los independentistas de California. En la acusación "no se estipula que Ionov era miembro del FSB, solo que estaba en contacto con ellos", explica a EL PERIÓDICO Elise Thomas, periodista de investigación. Lo que sí detalla el documento es que sus interlocutores del FSB "no estaban muy satisfechos con los resultados" de la poco concurrida manifestación que planeó ante el Capitolio del Estado californiano el 14 de febrero de 2018.

En 2015 y 2016 Ionov organizó en Moscú un foro de movimientos independentistas de todo el mundo al que, de parte catalana, acudió J. Enric Folch Vila, secretario internacional de Solidaritat Catalana per la Independència. Ionov ha buscado "el impacto en los medios", sostiene Thomas, probablemente para poder reclamar fondos para sus campañas. Se acaba de saber que el Kremlin empleó 300 millones de euros para financiar partidos y candidatos en Occidente.

Yulia Pohorova es probablemente la turista rusa más odiada en Europa. Residente en Baviera, su canal de Telegram, bajo el título 'Alemania en primera persona' y con 90.000 seguidores, ha difundido vídeos con actitudes suyas provocadoras contra manifestantes ucranianos, incluyendo expresiones tales como "jódete Ucrania" o cantando repetidamente "Rusia ganará, Rusia ganará".

Pese a que se halla bajo investigación en Alemania, un país que ha adoptado una actitud calificada de "blanda" respecto al conflicto y se niega a vetar la entrada de turistas rusos, continúa publicando 'posts' congratulándose de la decisión de la ministra de Defensa alemana de no enviar a Ucrania tanques Leopard, o difundiendo discursos de odio pronunciados por Putin después de los últimos reveses militares rusos en Ucrania, en los que advierte a Occidente de que su país "aún no había iniciado nada serio", dando a entender que Moscú podría recurrir a armas químicas o incluso nucleares.

El de Yulia es solo un ejemplo de las capacidades de los blogueros rusos instalados en Occidente de difundir propaganda rusa. En Italia, país con lazos históricos con Rusia, donde algunos partidos importantes son abiertamente favorables al Kremlin, la actividad de estos blogueros 'freelance' ha sido especialmente intensa, publicando chistes contra Ucrania o contra EEUU.

"Quiero entrar en política en Catalunya", proclamó a los cuatro vientos Alexander Dmitrenko en una entrevista a 'Crónica Global' el pasado mes de noviembre. Este empresario ruso afincado en Catalunya, encargado de los asuntos de su país en la independentista Cambra de Comerç, acompañó a Josep Maria Alay, jefe de la oficina de Carles Puigdemont y hombre de la máxima confianza del expresidente en varios viajes a Rusia, donde buscaron apoyos políticos para el 'procés' y donde llegaron a entrevistarse con Artiom Lukoyánov, hijo adoptivo de Vladislav Súrkov, uno de los consejeros más influyentes de Putin en ese momento determinado, viajes que el propio interesado presentó como intentos de llevar la realidad catalana a su país de origen.

La causa contra Dmitrenko y Alay por una compraventa de petróleo entre empresas rusas y chinas para financiar el 'procés' ha sido archivada, ante la dificultad de probar los delitos. De momento, permanece vigente el veto a adquirir la nacionalidad española decretado por el Ministerio de Justicia español por sus "contactos" con el espionaje ruso. En una conversación privada, Dmitrenko reconoció simplemente ser una suerte de "conseguidor" para su país y para él mismo.

En un estado clientelar como Rusia, donde el poder recompensa generosamente a sus elementos más leales, donde nadie se puede hacer rico contra la voluntad de su presidente, Vladímir Putin, es normal que empresas, negocios y ciudadanos busquen agradar al Estado por cualquier medio, poniéndose a su disposición allá donde estén. Dado el poco conocimiento que existe en muchos países de Occidente acerca de los métodos que emplea el Kremlin, los riesgos han sido hasta ahora reducidos comparados con las prebendas que se pueden obtener.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos
Marc Marginedas
Diseño
Andrea Hermida-Carro
Coordinación
Rafa Julve