Mano derecha de George W. Bush
Muere Dick Cheney, el vicepresidente más poderoso de Estados Unidos y arquitecto de la guerra de Irak
El prominente político republicano, mano derecha del expresidente George W. Bush, aprobó el uso de la tortura tras los atentados del 11-S y dirigió la invasión estadounidense de Afganistán e Irak

Muere Dick Cheney, exvicepresidente de Estados Unidos / Shawn Thew / EFE / VÍDEO: EFE

Dick Cheney, el vicepresidente más poderoso de la historia reciente de Estados Unidos y arquitecto de la guerra de Irak, falleció el lunes por la noche a los 84 años. El prominente político republicano, mano derecha del expresidente George W. Bush, aprobó el uso de la tortura tras los atentados del 11-S y dirigió la invasión estadounidense de Afganistán, así como el derrocamiento del régimen de Sadam Hussein.
Cheney murió por complicaciones de una neumonía y problemas cardiovasculares, según ha confirmado su familia en un comunicado emitido este martes. Las enfermedades del corazón fueron una constante en su ajetreada vida. A los 37 años sufrió su primer infarto y padeció hasta ocho cardiopatías durante su mandato como número dos de la Casa Blanca entre 2000 y 2008.
Cheney amasó una experiencia política sin igual. Durante sus 42 años de carrera, sirvió como jefe de gabinete del expresidente Gerald Ford —el más joven de la historia—, secretario de Defensa del expresidente George H. W. Bush, líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes y fue congresista durante una década. El mandato del demócrata Bill Clinton fue para él un hiato en el que saltó al sector privado para presidir el gigante petrolero Halliburton.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, junto a su vicepresidente, Dick Cheney, en 2006. / Mathew Cavanaugh / EFE
El vicepresidente más poderoso
Ningún cargo fue más trascendente para la historia que el de 46º vicepresidente de EEUU, cuando asumió el papel de estratega jefe de las polémicas campañas militares en Afganistán e Irak. Tras los sangrientos ataques terroristas de Al Qaeda, Cheney trabajó en secreto con sus principales aliados para eludir las prohibiciones legales contra la tortura, el encarcelamiento sin cargos y el espionaje masivo a sus propios ciudadanos, medidas draconianas que tuvieron un profundo impacto en los derechos humanos dentro y fuera de las fronteras estadounidenses.
Al lado del inexperimentado Bush hijo, la veteranía y reputación de negociador hábil y despiadado de Cheney le concedieron un poder sin precedentes recientes para un vicepresidente, cargo al que generalmente se le asignan tareas representativas secundarias. "Prefería los bastidores al foco de atención", reza el obituario de 'The New York Times'.
Cheney actuó de consejero y a menudo marcó la agenda presidencial. Eso fue particularmente cierto en política exterior, área en la que ejerció de halcón para promover una actitud agresiva contra países como Irán, Corea del Norte, Siria o la Autoridad Nacional Palestina, pero también en otros ámbitos como los recortes de impuestos. Sus competencias era tan vastas que el exvicepresidente Dan Quayle dijo que desempeñaba "una especie de copresidencia".

Dick Cheney junto a tropas estadounidenses en Irak en 1991, cuando era Secretario de Defensa durante la presidencia de George H.W. Bush. / Bill Haber / AP
La omnipresencia de Cheney incluso suscitó cierta preocupación en el Despacho Oval. Bush temía que la extendida percepción de que era el "Darth Vader de la Administración" —confesó en sus memorias de 2010, Decision Points— pudiera causarles problemas. Cheney se ofreció a retirar su candidatura en la reelección de 2004, pero Bush quería mantener a su amigo y consejero cerca y declinó su propuesta.
Se opuso a Trump tras la insurrección
Durante su etapa como vicepresidente, Cheney trató de fortalecer los poderes de la presidencia, limitados —a su parecer, de forma injustificada— tras el escándalo del Watergate y la guerra de Vietnam. Aun así, condenó el papel activo de Donald Trump en la fallida insurrección contra el Capitolio en 2021. "Intentó robar las últimas elecciones, utilizando mentiras y violencia para mantenerse en el poder después de que los votantes lo rechazaran. Es un cobarde", espetó.
Cheney consideraba a Trump "la amenaza mayor para nuestra república". Es por eso que, a pesar de su férreo credo conservador, anunció que votaría a Kamala Harris en las elecciones presidenciales de 2024. "Tenemos el deber de anteponer el país al partidismo para defender nuestra Constitución".
Su hija, la excongresista Liz Cheney, fue de las pocas republicanas que se opusieron al líder y votaron a favor de su destitución. Poco después, un candidato trumpista le arrebató su escaño en la Cámara de Representantes.
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