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Elecciones en la Gran Manzana

Zohran Mamdani, favorito a alcalde de Nueva York: 5 claves de su ascenso meteórico y el desafío para Trump y el aparato demócrata

Los comicios para elegir al alcalde de la ciudad estadounidense se han convertido en un revulsivo para la política del país

El candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani, durante un mitin en Queens el pasado 26 de octubre.

El candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani, durante un mitin en Queens el pasado 26 de octubre. / SARAH YENESEL / EFE

Idoya Noain

Idoya Noain

Nueva York
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Las elecciones a la alcaldía de Nueva York que se celebran este martes se han convertido en mucho más que una lucha por gobernar la mayor ciudad de Estados Unidos. Zohran Mamdani, un legislador estatal demócrata de 34 años, miembro de los Socialistas Democráticos de América, musulmán y claro favorito según los sondeos, está sirviendo de revulsivo a la política estadounidense.

Con una agenda decididamente progresista centrada en combatir la crisis del coste de la vida y con un apoyo inquebrantable a la causa palestina, Mamdani encarna el reto al anquilosado aparato del Partido Demócrata y un espejo de sus problemas.

Es, también, una respuesta con populismo económico y defensa de los derechos civiles a la presidencia de Donald Trump, que ha asignado a Mamdani el apodo de "mi pequeño comunista" y promete castigarle con el poder de Washington.

Estas son cinco claves de cómo y por qué todos los ojos están puestos en lo que pase en Nueva York.

Desde que lanzó su candidatura hace poco más de un año, Mamdani, que en 2020 fue elegido para la Asamblea en Albany, ha puesto en el núcleo de su campaña hiperlocal la promesa de hacer más asequible una ciudad donde la crisis global del imparable aumento del coste de la vida se siente con especial dureza, especialmente por el precio de la vivienda (la mediana del alquiler mensual de un piso de una habitación alcanza los 3.500 dólares y en Manhattan, los 4.600).

Su propuesta, que economistas progresistas como Isabella Weber, de la Universidad de Massachusetts, definen como "política económica antifascista" es cristalina: subir los impuestos a los más ricos y a las corporaciones para financiar ideas de populismo económico. La central es congelar una década una parte de los alquileres que controla una junta municipal (un millón de casas, incluyendo la suya) y construir vivienda subvencionada. Otras son implantar el cuidado gratuito universal para niños, autobuses gratis y un programa piloto de tiendas de comestibles municipales.

La subida de impuestos (y otros elementos como la gestión de los autobuses) no depende de la ciudad sino del gobierno estatal y la gobernadora, la demócrata moderada Kathy Hochul, se ha mostrado reacia a dar ese paso, aunque ha dado señales también de estar dispuesta a ceder si la presión popular se intensifica.

Mamdani, que entró en los Socialistas Democráticos de América inspirado por la carrera en 2016 de Bernie Sanders, ha sido abrazado por el ala más progresista del Partido Demócrata, incluyendo el senador de Vermont o la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, que volvieron a participar con él en un mitin el fin de semana pasado, con 13.000 asistentes, más propio de una carrera nacional que local.

Fue uno de los momentos álgidos de una carrera meteórica en la que Mamdani ha mostrado maestría en un uso orgánico de las redes sociales capaz de transformar la política y no solo reflejarla. Ha movilizado a un ejército de 80.000 voluntarios y ha logrado disparar la participación juvenil, especialmente de hombres entre 18 y 34 años, uno de los ejes sobre los que Trump construyó su victoria.

Bernie Sanders, Zohran Mamdani y Alexandria Ocasio-Cortez, durante el mitin celebrado el 26 de octubre en Queens.

Bernie Sanders, Zohran Mamdani y Alexandria Ocasio-Cortez, durante el mitin celebrado el 26 de octubre en Queens. / SARAH YENESEL / EFE

Desde que se hizo con la candidatura demócrata en las primarias (un triunfo tras el que le llamó Barack Obama) también ha mostrado su pragmatismo y ha moderado algunas de sus posturas, algo especialmente destacado en lo que se refiere a duras críticas pasadas a la policía.

Ha pasado meses también manteniendo reuniones discretas con líderes empresariales, de otros círculos de poder y personas con experiencia en el gobierno municipal. No solo trata de aplacar los miedos ante su potencial llegada al consistorio sino también de preparar un gobierno técnico y contener las críticas de su falta de experiencia para regir una ciudad de ocho millones y medio de habitantes y un presupuesto de 116.000 millones de dólares.

Ni siquiera con esos giros Mamdaniha conseguido que algunos pesos pesados del aparato demócrata como el líder en el Senado Chuck Schumer le apoyen. Otros que lo han hecho, como Kamala Harris o Hakeem Jeffries, líder demócrata en la Cámara baja, se lo han dado con escalofriante tibieza o con aparente desgana y tardanza, casi ajenos al evidente descontento de votantes de clase trabajadora y otros que han dejado de sentirse representados por un partido demasiado cercano a grandes donantes e intereses.

Mamdani nació en Uganda y vive en EEUU desde los 7 años, cuando se instalaron en la ciudad sus padres, la cineasta Mira Nair y el académico y profesor de Columbia Mahmood Mamdani. Aspira a ser el primer alcalde musulmán en una urbe donde la islamofobia, que se disparó tras los atentados del 11-S y que ha hecho su aparición en esta campaña, ha lastrado durante tiempo a una comunidad que se calcula componen cerca de un millón de neoyorquinos y a la que le ha faltado representación política determinante.

Mamdani siempre ha defendido la causa palestina y como candidato ha mantenido inquebrantable esa defensa. Eso hace que sea un político más acorde a los tiempos, pues se está registrando una evolución notable en la opinión pública estadounidense: los dos años de cruenta guerra en Gaza han impulsado el rechazo a Israel, que según una encuesta reciente del Centro Pew ha subido al 59%.

En los últimos meses Mamdani, que se ha enfrentado al movimiento de poder menguante de lo que se conoce como "demócratas PEP" (Progresista excepto sobre Palestina), se ha distanciado del uso de expresiones como la apelación a la globalización de la Intifada pero sigue generando profundos recelos en parte de la comunidad judía neoyorquina, que es la mayor fuera de Israel con cerca de un millón de personas. Cuenta también con la oposición del potente lobi judío.

Trump ve inevitable la victoria de Mamdani. Así se lo ha reconocido a aliados en privado, según han contado fuentes anónimas de su círculo a 'The Wall Street Journal', y lleva meses preparando el terreno para un potencial enfrentamiento con insultos y amenazas.

Sobre la mesa ha puesto la idea de cerrar el grifo de Washington a Nueva York, algo que ya ha hecho durante el cierre parcial del gobierno, que ha aprovechado para retirar 18.000 millones de dólares a proyectos de infraestructuras en la urbe (un castigo que replica en otras ciudades demócratas).

El choque está augurado también si Trump recrudece en la ciudad la cruzada contra los inmigrantes con más redadas, operaciones y deportaciones de ICE y otras agencias federales. Mamdani ha prometido reforzar el aparato que hace de Nueva York ciudad santuario y ha asegurado que no colaborará con esa campaña.

Hay una parte del trumpismo y del Partido Republicano que cree que una victoria de Mamdani podría ser en cierta forma positiva para ellos, pues en el resto del país asustaría a votantes independientes y moderados sobre una supuesta 'toma' del Partido Demócrata por una "insurgencia socialista", favoreciendo votos para los republicanos en las legislativa de 2026 y las presidenciales de 2028. Hay quien les ha recordado, no obstante, que los demócratas en 2016 también pensaron que si Trump era el candidato sería más fácil de batir.

Con una media de ventaja en las encuestas de alrededor del 15%, Mamdani es claro favorito en una carrera a tres bandas. En ella se mide al exgobenador Andrew Cuomo, que se presentó como independiente tras ser derrotado en las primarias.

Cuomo, que arrastra el lastre de su pasado (abandonó el cargo entre acusaciones de acoso y bajo las sombras de muertes en residencias de ancianos por sus acciones durante la pandemia), aglutina voto de demócratas moderados, de alguna minorías raciales, de ricos que se confiesan aterrados, de judíos conservadores y los pocos que arrastra Eric Adams, el actual primer edil que le dio su apoyo tras salir de la carrera, hundido por escándalos de corrupción y por la negociación con Trump para un perdón.

Andrew Cuomo, durante un acto de campaña en el Bronx.

Andrew Cuomo, durante un acto de campaña en el Bronx. / SETH WENIG / AP

La piedra en el zapato para Cuomo es Curtis Sliwa, el candidato republicano, que ha desoído llamadas de aliados de Trump a retirarse. Su persistencia en la carrera puede hacer también que Mamdani, si gana, no llegue al 50% de los votos.

Incluso si se pone al frente de una ciudad claramente dividida ante su llegada, Mamdani es consciente del momento. "Durante demasiado tiempo hemos intentado no perder en vez de pensar en cómo ganar", dijo recientemente, reivindicando que la política de los demócratas "no necesita ser una de miedo y mediocridad". "Tener razón por sí solo no tiene significado. Tenemos que ganar. Y tenemos que cumplir lo prometido", dijo también. "En una época de oscuridad, Nueva York puede ser la luz".

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