Tono conciliador desde Corea del Sur
Xi y Trump sellan un armisticio comercial mientras orillan asuntos sensibles
El líder estadounidense reduce al 10% los aranceles a China por el fentanilo y anuncia que "ya no hay más restricciones" a las tierras raras

Trump califica de "increíble" la reunión mantenida con Xi Jinping en Corea del Sur / Mark Schiefelbein / Associated Press / VÍDEO: Atlas News

"Un 12 sobre 10", ha respondido Donald Trump sobre su reunión con Xi Jinping. La hora y media larga compartida en una base militar aérea en Busan (Corea del Sur) ha servido para corregir el rumbo de colisión de las dos mayores economías del planeta. Los asuntos más urgentes han sido resueltos mientras los más espinosos eran convenientemente orillados para no arruinar el clima.
Las tierras raras, el fentanilo, las compras de soja... Trump ha cantado victoria en todas las reclamaciones que traía en la maleta. Se desconoce a cambio de qué, pero los chinos no son conocidos por idiotas ni tibios en los negocios. "Las tierras raras han sido resueltas. Las barricadas ya no están", ha avanzado sobre el asunto que a punto estuvo de descarrilar las conversaciones. China volvió a cerrarle el grifo meses atrás en respuesta a varias medidas hostiles estadounidenses y Trump amenazó con levantar de nuevo el muro arancelario. Han acordado este jueves la suspensión de las licencias obligatorias a la exportación durante un año y renegociar el trato con periodicidad anual. Se reserva así Pekín el as en la manga si la situación se tuerce de nuevo, un supuesto probable con Trump de por medio.
Estados Unidos ha rebajado sus aranceles del 20% al 10% a las importaciones chinas por el compromiso de Pekín a pelear con más brío contra los precursores químicos con los que se elabora el fentanilo. Ese opiáceo que está diezmando a la juventud estadounidense era el primer asunto de la lista. Xi "trabajará muy duro para detener el flujo", ha avanzado Trump, y en el convencimiento de que "realmente tomarán acciones potentes" ha justificado los reducidos aranceles. China es uno de los países más inflexibles con el narcotráfico y no ha conseguido saber qué quiere Washington, más allá de medidas como la publicación de los arrestos en la prensa nacional que Pekín ha rechazado por entrometerse en sus asuntos internos. Pekín sospecha que Trump sólo quiere desviar la culpa del drama que creó su industria farmacológica recetando opiáceos a granel y le ha animado a atacar las razones reales.
Soja estadounidense
También ha anunciado Trump que China volverá a comprar soja estadounidense. "En cantidades tremendas", ha añadido. Pekín había buscado en Brasil y Argentina la soja en los últimos meses, generando una frustración enorme en zonas agrícolas donde Trump es venerado. Esta semana, como gesto de buena fe, China ya había encargado los primeros envíos del año.
Tan relevantes son los temas tratados como los ignorados, algunos publicitados por Trump en las vísperas como prioritarios. Ni una palabra de Taiwán. "No salió en la mesa", ha justificado el presidente. Tampoco se ha hablado de TikTok, ha confirmado el secretario del Tesoro, Scott Bessent, cuando se esperaba que su venta a accionistas estadounidenses fuera concretada este jueves. Y no parece que Trump haya apretado a Xi sobre Ucrania. Por un lado, ha admitido que no le ha pedido que deje de comprar petróleo ruso. Por el otro, un fatalismo realista ha sustituido sus anunciadas presiones a Xi para que convenciera a Putin de firmar la paz. "Las partes están atascadas en la lucha. Y a veces tienes que dejar que luchen, supongo", ha concedido.
La cumbre llegó precedida del apretón de manos y los deseos de entenderse. "Es un negociador duro, eso no es bueno", concedió Trump. Xi abundó en la necesidad del diálogo por el bien de los dos países y del mundo. Es esta su quinta reunión y la primera desde el regreso de Trump a la Casa Blanca. En su presunta química personal, reivindicada sin descanso por el estadounidense, se confiaba para que las dos superpotencias arreglaran sus pleitos. Trump partió de inmediato a bordo del Air Force One, prometiendo que regresará a la península para verse con el líder norcoreano, Kim Jong-un. Xi se trasladó en automóvil a la vecina Gyeongju, sede de la cumbre de la APEC, donde le esperan decenas de líderes mundiales. Trump ha evitado la cita.
El presidente estadounidense se ha referido a la cita de Busan como un G-2. La expresión fue acuñada en tiempos de Barack Obama, cuando aún muchos en Washington discutían si China era aliada o rival, y se oteaba un mundo regido en armonía por ambas. La hostilidad posterior acabó con una fantasía estadounidense por la que China nunca se interesó demasiado, confiada en que el multilateralismo es una mejor receta que el reparto entre los grandes.
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